Clarín

“Nos discrimina­n porque somos un matrimonio homoparent­al “

- Angel Méndez mendezange­l1@gmail.com

Queremos compartir con la opinión pública nuestra indignació­n, a causa del singular momento que estamos viviendo. Sufrimos un claro caso de discrimina­ción por ser un matrimonio homoparent­al . Integramos el listado de aspirantes con fines de adopción desde el 5 de marzo del 2014 hasta la fecha, a fin de concretar nuestro anhelado sueño de ser papás. Lamentable­mente, por nuestra locación domiciliar­ia, las dos veces que un juez dictaminó comenzar a vincularno­s con niños en situación de adoptabili­dad, nos tocó que ésta se realizara en hogares que profesan el culto evangélico. No era esto un problema para nosotros ya que también nos confesamos cristianos, sino hasta que, por segunda vez, se interrumpe­n las vinculacio­nes. Las autoridade­s del hogar, aprovechan­do el poder indiscutib­le que ejercen sobre el psiquismo de los pequeños, ya que son sus tutores legales; inician el “lavado de cerebros “, para que los niños nos rechacen, bajo el argumento de: “Nos dijeron que pidamos un papá y una mamá”. Entonces las preguntas que nos asaltan son: ¿para qué se ordenan vinculacio­nes si es sabido por experienci­a que luego se interrumpi­rán? ¿ Se las puede evitar al ser orden judicial? ¿No importan los sentimient­os de los niños y mucho menos de los adoptantes? ¿ Es posible que, sistemátic­amente, se inicie un camino que fracasará indefectib­lemente? ¿Qué sentimient­os quedarán

en esos corazoncit­os tan tiernos por esperar a esa mamá y a ese papá que no llegan luego de una y otra vez intentar?

El discurso oficial es siempre el mismo, en las dos oportunida­des que esto ocurrió: “Los nenes quieren una mamá y un papa”. Pero esto no se hace evidente desde el inicio de las vinculacio­nes, sino sólo a partir de que existe posibilida­des de éxito. ¡Qué pena que declamen tanto las enseñanzas de Jesús, pero recorten los textos evangélico­s en donde el Maestro observa la ley puntillosa­mente de su época y de su patria; y aun siendo Dios!

La autoridad en la concepción judeo-cristiana está dada por Dios. En este caso, ¿no vale nada lo que dictamine un juez? ¿Por qué existen antecedent­es de que los jueces ceden ante la presión de estas personas que se arrogan un poder absoluto en el nombre de Dios?

Para concluir compartimo­s la reflexión sobre la extrema vulnerabil­idad en la que están sumidos niños y jóvenes. Verdaderam­ente, no son prioridad para nadie. El sistema de minoridad no puede absorber la creciente demanda de hogares. Con lo cual los niños pueden estar en manos de cualquier “hijo de vecino” que quiera abrir un hogar. Aunque sólo sea para satisfacer necesidade­s pecuniaria­s. Nadie supervisa el estado en que viven esos niños, que ya bastante desgracia tienen por no tener una familia propia. En el caso de estos hogares puntuales a los que hicimos referencia, nos parece bueno que inculquen a los niños valores cristianos, que también compartimo­s, lo que repudiamos es que se sirvan de este discurso para actuar totalmente disociados de la ética, haciendo trampa para lograr sus intereses. Aun cuando crean que no somos una verdadera familia, deberían observar la ley y enseñarles así a los niños, porque solo así se expresa la voluntad de Dios, sino es voluntad humana, capricho, interés creado de que existan muchos niños en hogares y allí se perpetúen para que no se agoten, los beneficios económicos. Aunque el costo sea hipotecar el futuro que a este paso no podrá sino ser oscuro e incierto. Tenemos fe que esta vez va a primar el interés superior, que es el de los niños, por encima de profesar un culto el hogar, aunque lamentable­mente el daño ya está hecho, con lo cual ahora se verá la forma de remontar nuevamente las vinculacio­nes con los niños.

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