Clarín

Macri cree que el caso tendrá costo cero en las elecciones y defiende a la Gendarmerí­a

Contra el círculo rojo. El Presidente está molesto porque ese sector “compró” la desaparici­ón forzada. Piensa que la gente no.

- Santiago Fioriti sfioriti@clarin.com

Mauricio Macri aprovechó el descanso del domingo para visitar a su guía

espiritual, la armonizado­ra budista a la que sigue viendo cada quince días. El Presidente dice con frecuencia que el peor daño que le puede hacer al país es perder el control y que la mujer lo ayuda a conocerse a sí mismo y a contener la ira en momentos de estrés, sobre todo ahora que no puede hacer deporte por la operación de la rodilla derecha. “No entiendo cómo

no he matado a nadie todavía”, les dice a sus colaborado­res. La salida del quirófano coincidió prácticame­nte con el despertar mediático del caso Maldonado. Macri no siempre logra dominar el enojo que le generan la falta de certezas y las acusacione­s de desaparici­ón forzada. Culpa al kirchneris­mo y a la lentitud de la Justicia, pero también retoma un viejo encono, en el que hace eje con énfasis, según cuentan sus adlátares: “El círculo rojo compró la desaparici­ón forzada. Y después se sorprenden por los resultados electorale­s”.

¿A qué se refiere Macri cuando habla de los resultados electorale­s? El jefe de Estado sostiene en privado que no mira encuestas, pero que los que sí lo hacen le dicen que la inmensa mayoría no cree ni que él ni que su Gobierno hayan dado alguna orden para hacer desaparece­r al artesano. Cree, también, que el interés que los medios le dedican a la causa tendrá costo cero en las urnas. Aun-

que en público no habló demasiado del tema, dicen que está más convencido que nunca de que la Gendarmerí­a está haciendo un buen trabajo en la lucha contra el narcotráfi­co y que no está dispuesto a tirar dos años de trabajo por la borda. Esto es: Macri considera que la Gendarmerí­a siempre fue tentada a aceptar coimas del

narcotráfi­co y que con su llegada al poder esa lógica se interrumpi­ó. Incluso defiende el rol de Gerardo Otero, el jefe de los gendarmes, con el que almorzó alguna vez para acordar cuestiones puntuales.

Macri coincide con las afirmacion­es que Elisa Carrió le hizo a Clarín hace diez días. Piensa que hay sectores del narco que trabajan para desplazar a Patricia Bullrich del ministerio de Seguridad por la cantidad de cargamento­s de drogas que se están decomisand­o y que la oposición se sube al tema porque busca sacar ventaja. A veces se envalenton­a y dice que su administra­ción, directamen­te, ha puesto en jaque al narcotráfi­co. Parece un exceso, pero es lo que dice y si alguien relativiza la frase puede ir en busca de los números del decomiso de estos diecinueve meses.

Quienes hablan con el conductor de Cambiemos aseguran haberlo oído decir que el kirchneris­mo y los organismos de derechos humanos “quieren que linche a la Gendarmerí­a” y, luego, a Bulrrich. ¿Y si aparecen pruebas contundent­es de que algún efectivo actuó en la desaparici­ón?

Bullrich seguirá en su puesto. Habrá, para el caso de que aparezcan gendarmes implicados, una demostraci­ón pública de que la Casa Rosada no pro-

tegerá a quien infrinja la ley.

En el oficialism­o reconocen que no saben qué pudo haber pasado con Maldonado. Y el propio Macri pide no prejuzgar. Cada tanto lamenta en voz alta que a gendarmes que no superan los 30 años se los quiera culpar por cosas que pasaron en los setenta. “Lo que Mauricio dice es que cuando matan a una víctima en un asalto las agrupacion­es de derechos humanos salen a decir que los sospechoso­s son inocentes hasta que se demuestre lo culpable y que en el caso Maldonado siempre se apuntó a los gendarmes sin

pruebas fehaciente­s”, dice uno de sus principale­s colaborado­res.

La mira presidenci­al también se posa en el rol de los periodista­s. La mayoría, para el macrismo, forma parte del círculo rojo que también conforman empresario­s, pensadores y políticos. Ese círculo rojo, confía el Presidente, va en una dirección y una gran parte de la sociedad en otra, totalmente opuesta.

A Macri le llama la atención, por ejemplo, el interés que ocasionó la entrevista de Cristina Kirchner con Luis Novaresio. El no le prestó atención. Las únicas imágenes que vio del reportaje -que se hizo el jueves- fueron recién el domingo a la noche, pero con la TV sin volumen. En su casa estaba puesto el programa de Lanata. Macri sólo levantó la vista para ver el tramo en el que la ex presidenta parecía llorar. Pero en seguida se concentró en lo que verdaderam­ente lo tenía ocupado: la partida de bridge con sus amigos, un ritual que mantiene desde hace más de dos décadas.

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Rastrillaj­e. Efectivos de la Policía Federal ingresaron ayer al territorio “sagrado” de los mapuches.

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