Clarín

“Hoy tenemos el riesgo de que llegue al Parlamento alemán un partido en cuyas filas hay nazis” C

- BERLÍN. ESPECIAL Araceli Viceconte elmundo@clarin.com

em Ozdemir llevó al museo de Mercedes Benz a sus familiares argentinos, de visita en Alemania, y les mostró que en la entrada no hay un auto, sino un caballo. “El emperador Guillermo II decía que el automóvil nunca iba a superar al caballo porque no iban a alcanzar los choferes”, explica el líder y candidato de Los Verdes. “Ahora hay que evitar que el motor a combustión sea el próximo caballo, que los autos alemanes terminen en el museo, porque los autos del mañana van a tener emisiones cero”, advierte en una entrevista con

Clarín a una semana de las elecciones en Alemania.

Casado con una argentina, con dos hijos, Ozdemir es hoy uno de los cuatro políticos con mayor nivel de aprobación de Alemania. En 1994, a los 29 años, fue el primer diputado de padres turcos en el Bundestag, la Cámara Baja. En 2017, a los 51, quiere llevar a Los Verdes al gobierno para impulsar una agenda de inclusión, integració­n europea y desarrollo sustentabl­e. Imagina una alianza de países que quieran modernizar el futuro “sin declararle la guerra al planeta”. Y una Alemania que se acerque a América Latina “con comercio justo, con reglas claras e intercambi­o de tecnología eficiente”.

Lo dice quien podría convertirs­e en el ministro de Relaciones Exteriores en un eventual gobierno de coalición entre la Unión Cristiano Demócrata (CDU) de la canciller Angela Merkel y Los Verdes, siempre y cuando la aritmética electoral lo permita.

Las encuestas dan alrededor del 37 por ciento de los votos a la CDU y un 8 por ciento a Los Verdes. Por eso se especula con un “trío” gubernamen­tal con los liberales del FDP (9% en los sondeos), un matrimonio que parece conflictiv­o por el distinto perfil de las dos partidos minoritari­os.

Cem Ozdemir habló con Clarín en su casa en el barrio berlinés de Kreuzberg, uno de los más multicultu­rales y abiertos de la capital alemana, y manifestó su preocupaci­ón porque por primera vez desde 1945, un partido de extrema derecha podría obtener alrededor del 10% de los votos y entrar al parlamento federal. -¿Por qué la Alternativ­a para Alemania (AfD, neonazis) echa la culpa de todos los problemas sociales y eco-

nómicos a Los Verdes?

Para la AfD somos sinónimo de feminismo, de matrimonio igualitari­o, de multicultu­ralismo y de todo lo que ellos odian. Aunque Los Verdes solo gobernamos en Alemania durante siete años, todas las políticas en estas áreas son verdes para la AfD, como si nosotros controlára­mos al Estado. Lo grave es que hasta ahora solo había partidos extremista­s en los parlamento­s regionales alemanes, y hoy existe el peligro de que tengamos en la Cámara Baja federal un partido en cuyas filas hay nazis. A medida que se acercan las elecciones se va viendo el verdadero rostro de los dirigentes de la AfD, su inspiració­n étnico-nacionalis­ta que va en contra de todos los fundamento­s de este país. -¿Cómo debería combatirse?

-Creo que no alcanza con desenmasca­rarlos o demostrar lo burdo de sus argumentos, porque la gente que vota a la AfD no la elige porque es genial, sino para mandar un mensaje a los otros partidos, es un instrument­o. Junto al electorado de derecha que siempre hubo en Alemania, la AfD aglutina el voto de protesta y a los que antes no iban a votar. Eso la hace fuerte. Tiene mucho que ver con los refugiados, los problemas de seguridad y la globalizac­ión. Mucha gente se ve superada por la dinámica de transforma­ción

de la sociedad. Se nos vienen cambios drásticos para nuestro modelo económico, desde la electromov­ilidad hasta la digitaliza­ción. La única forma de doblegar a la AfD es demostrarl­e a la gente que tenemos bajo control temas como los refugiados, la amenaza terrorista o el futuro de las jubilacion­es. Todos los partidos democrátic­os se enfrentan a la enorme tarea de lograr que no haya perdedores ante estos cambios que son inevitable­s, porque no se puede poner un muro alrededor de Alemania ni impedir la globalizac­ión ni la digitaliza­ción. -¿Por qué cree que se le echa la culpa a los más débiles, a los refugiados?

-Antes de la llegada de los refugiados en Alemania ya había suba de alquileres o desempleo de largo plazo. Los refugiados son un catalizado­r de los problemas, una lupa que los agranda y los expone. Hay que ocuparse de estos temas para impedir que se haga rivalizar a un grupo contra otro. Y también llamar las cosas por su nombre. No se puede integrar a un millón de personas de la noche a la mañana. Y no recibimos sólo “madres teresas”, entre quienes llegaron también habrá ultraislam­istas o delincuent­es. En Alemania tenemos que aprender de la experienci­a de otros países y tomar medidas como el aprendizaj­e

del idioma, el acceso al mercado de trabajo y el respeto a la Constituci­ón, explicar que no hay ninguna ley sagrada por encima de la Constituci­ón. No hay que olvidar que muchas personas llegan de países corruptos, o donde la mujer no tiene los mismos derechos que el hombre. No podemos esperar que se adapten automática­mente. -Después de la elección de Donald Trump se dijo que Angela Merkel era la líder del mundo libre. ¿Qué le parece esta afirmación?

-Para nosotros, los alemanes, es como un veneno dulce y peligroso, porque no es el papel que la historia ha previsto para nosotros. Alemania, con sus 80 millones de habitantes, no puede ser líder del mundo libre. No podemos serlo, nos supera, y también es una tentación peligrosa. Para nosotros la única respuesta posible puede ser más unidad europea, más cooperació­n francoalem­ana. Pero la estrategia no puede ser esperar que llegue una reencarnac­ión de Obama y todo vuelva a estar bien. Europa debe aprender a ocuparse sola de la protección del clima, de la lucha contra el terrorismo, de las causas de la migración masiva. -Como dijo Merkel, Europa debe emancipars­e...

-No creo que Europa sea capaz de resolver sola conflictos como el de Corea del Norte. Pero por lo menos tenemos que hacer nuestros deberes, ocuparnos de nuestros vecinos, del norte de África, los Balcanes, el este de Europa. Los estadounid­enses ya no lo harán, esa época terminó. Ese es otro de los desafíos de la campaña electoral. Hay que explicarle a la gente que gobierne quien gobierne habrá que ocuparse más de que Europa esté bien. No se puede continuar con el “no damos nada”, como dicen los suabos, en la región de donde viene también el ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble, no dar nada cuando los españoles o los griegos golpeen a la puerta. -Todos quieren que Alemania aporte más, no solo en Europa sino también Estados Unidos, por ejemplo en misiones internacio­nales.

-Y vamos a tener que pagar más, con más inversione­s en Europa, porque nadie quiere que fracase (el presidente de Francia) Emmanuel Macron. También nos tendremos que ocupar de África, de la lucha contra el cambio climático. Con la ultraderec­hista AfD en el Parlamento no va a ser fácil decir que Alemania invierte más en Europa. Ellos dirán que primero estamos nosotros. -¿Tendría que terminarse la austeridad en Europa?

-Hay que diferencia­r las cosas. Una empresa mediana que está en crisis miraría en qué pierde dinero y en qué gana, cerraría algún departamen­to y otro lo reformaría para que sea más eficiente. Pero siempre invirtiend­o. Hay que empezar a hacerlo así: no solo ahorrar, también invertir. Pero como soy alemán además de verde, creo que los problemas del Mezzogiorn­o los tiene que solucionar Italia, no Alemania. Nuestro trabajo es que en Europa haya inversione­s. La verdad está en el camino intermedio. Hay que ayudar, queremos solidarida­d, pero necesitamo­s reformas. El mercado común solo va a funcionar si cada uno cumple con lo suyo.

 ?? EFE ?? Feliz. Cem Ozdemir, el candidato de Los Verdes, a la salida de una conferenci­a en Berlín. Podría ser ministro de Relaciones Exteriores de Merkel.
EFE Feliz. Cem Ozdemir, el candidato de Los Verdes, a la salida de una conferenci­a en Berlín. Podría ser ministro de Relaciones Exteriores de Merkel.

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