La mentira como espectáculo
En la entrevista que le hizo Luis Novaresio, Cristina Fernández afirmó que en su gobierno no hubo víctimas que cayeran bajo las fuerzas represivas : “Haber terminado tres períodos de gobierno sin haber tenido que lamentar una víctima por la represión, lo vivo con mucho orgullo y tranquilidad. No descansaría bien si tuviera que lamentar que por reprimir un piquete murió una persona”. Un solo ejemplo basta para desmentirla. El 10 de diciembre de 2013 en las celebraciones por el 30° aniversario de la Democracia, Cristina bailó extática entre tamboriles, ovaciones y la compañía de Moria Casán y su hija Sofía Gala, entre otros, en un escenario festivo frente a la Casa Rosada. Fue una danza inolvidable y sangrienta. Habían asesinado a 13 personas al menos tras los saqueos desatados en varias provincias en simultáneo con una huelga policial que culminó en tiroteos y decesos entre manifestantes y distintas fuerzas de seguridad. Cristina ignora su propia historia en el poder, y hace de esas omisiones un show. Entre los asombros del fenómeno sobresale la evidencia de que la mentira sigue generando audiencia y credulidad entre tantos que prefieren olvidar a ver.