Clarín

La oleada de refugiados, un eje del debate electoral en Alemania

Polémica. Casi 1,5 millón de inmigrante­s arribaron desde 2015 y pidieron asilo en el país. La extrema derecha creció en los sondeos para las legislativ­as del domingo.

- BERLIN. CORRESPONS­AL Araceli Viceconte elmundo@clarin.com

“¿Colombia es …?”, pregunta Jaime Beck. “Chévere”, responden sus alumnos entre risas. Jóvenes, mujeres con velo y chicos de países tan distintos como Siria, Eritrea o Kosovo aprenden alemán con este profesor voluntario, un colombiano que hace 48 años llegó a Berlín desde su Barranquil­la natal. Como muchos otros extranjero­s residentes en Alemania, Jaime comenzó a colaborar cuando la oleada migratoria tuvo su punto álgido en 2015. Los refugiados son uno de los principale­s temas de preocupaci­ón del electorado alemán, al punto que la discusión sobre cómo tratarlos dominó de principio a fin la campaña para las elecciones del próximo domingo y permitió el ascenso de un partido de extrema derecha, la Alternativ­a para Alemania o AfD, en sus siglas en alemán.

“Lo más difícil es mantenerle­s la motivación alta”, explica Jaime al salir de clases en un edificio de la municipali­dad del barrio de Wilmersdor­f donde funciona uno de los albergues para refugiados en Berlín. “Están con angustia por sus familiares que quedaron en Siria en medio de las bombas. Por eso intento entrarlos con humor; el humor nuestro tiene puntos de contacto”, dice convencido a Cla

rín. “Pero no existen “los” refugiados”, aclara. “Son personas individual­es, está el patriarca que ni te habla y está también la mujer analfabeta”.

En el centro de refugiados de Wilmersdor­f, custodiado por una empresa de seguridad, hay ciudadanos de 30 países distintos. “Con algunos hay siglos de diferencia”, confiesa Jaime, que además de alemán trata de ense- ñar “cultura, disciplina, puntualida­d”, saca a sus alumnos a conciertos y pugna por conseguir algo de flexibilid­ad en las rígidas estructura­s burocrátic­as alemanas.

Casi un millón y medio de personas llegaron a Alemania en los últimos dos años en busca de asilo, sobre todo de Siria, Afganistán e Irak. Alrededor de medio millón obtuvo el derecho a quedarse para protegerse de los conflictos armados en su país de origen. Al resto se les denegó ese derecho o están a la espera de los trámites. En la justicia hay más de 200 mil apelacione­s.

La presencia masiva de refugiados ha sido uno de los temas que alimenta el discurso extremista de la AfD. Este partido tiene chances de lograr escaños en el Parlamento federal por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial.

“Los refugiados son gente que durante meses tuvo que tomar decisiones vitales día tras día, como escapar de la policía o esconderse, seguir viaje o quedarse. Y acá llegan y están en la pasividad total, esperando un papel”, explica el profesor Jaime Beck, rodeado de chiquitos que lo abrazan, le hacen los cuernos, le patean la pelota. Algunos son alumnos de primaria que llegan con sus mochilas de las “clases de bienvenida” que se formaron rápidament­e en todos los colegios alemanes para recibir a los niños refugiados. Otros son adolescent­es que, después de la escuela, se preparan para ir al club de fútbol. “Mi hija y mi mujer están en Irán, me comunico por Whatsapp”, comenta un treintañer­o que vive en el asilo desde hace casi dos años. Cuando se le pregunta cómo está, se queja de la comida: “Fideos, papa, fideos, papa”, dice.

En Wilmersdor­f, los refugiados están en habitacion­es y comen en la cafetería. Cuando ya tienen papeles y todo está listo, los trasladan a departamen­tos o viviendas móviles. En la mayoría de los casos pueden trabajar, según en qué etapa se encuentre su trámite. Pero el plan subsidiado por el Estado para ocuparlos en tareas comunitari­as fracasó por el escaso interés de los refugiados y de las municipali­dades.

Después de la llegada masiva de migrantes en 2015 (cuando el gobierno de Merkel decidió abrir las fronteras a cientos de miles de personas varadas en Hungría), Alemania comenzó a restringir el derecho de asilo y suspendió la reunificac­ión familiar hasta marzo de 2018, medida que probableme­nte renueve dentro de unos meses. La mayoría de los inmigrante­s que llegaron en los últimos dos años al país son hombres solos, una especie de avanzadill­a cuyo objetivo es traer al resto de la familia. Pero el objetivo del gobierno de Berlín es bajar el número de ingresos de forma permanente. “No se va a volver a repetir una situación como la del 2015”, repite la canciller Angela Merkel durante la campaña.

“Son gente que vino a buscar una vida mejor. Los dejaron entrar pero después les dicen todo que no. Están muy frustrados”, cuenta Mara Schmidt-Burkhardt, una estudiante alemana de psicología que vivió en Córdoba y tiene contacto con Argentina. Mara ocupa sus vacaciones en ayudar a los menores del centro de refugiados. Los ayuda con los deberes o los lleva al cine junto a otras profesoras del centro. “Cuando vamos en el subte a veces la gente nos mira mal. Pero nosotras tratamos de que no tengan experienci­as de rechazo, de racismo”, dice Mara a Clarín. “También hay mucha gente amable y que ayuda”, explica con acento cordobés, mientras un grupito de nenas revolotea a su alrededor. “Alemania necesita gente joven”, concluye.

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A.V. Maestro. El colombiano Jaime Beck enseña alemán a refugiados sirios en un centro visitado por Clarín.

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