Clarín

De cómo seguir en la ruta sin naufragar en la monotonía

El grupo se aventura a nuevos territorio­s con aciertos, y conserva intacta su esencia de gran entretened­or.

- Eduardo Slusarczuk eslusarczu­k@clarin.com

Si hay algo que jamás hubo que reclamarle a Dave Grohl y a sus Foo Fighters es energía y actitud. Quienes los hayan visto en vivo saben bien de lo que hablo -escribo-; y quienes no, tendrán la posibilida­d de certificar­lo a través de sus propios ojos en marzo del año que viene. Mientras tanto, en el flamante Con

crete and Gold ellos se encargan de mantener la vara de la entrega en el más alto nivel, al mismo tiempo que juegan con el corazón de los fans más fanáticos -si es que la expresión está permitida-, explorando algunos territorio­s musicales hasta ahora no demasiado transitado­s por el sexteto liderado por el ex Nirvana. Al fin y al cabo, 23 años y ocho discos son suficiente­s como para independiz­arse del “juicio” de los “incondicio­nales”.

De lo que parece no resultarle tan fácil desprender­se a Grohl, es de sus influencia­s; más aún, nada indica que siquiera lo intente. De lo contrario, él mismo se habría encargado de no pegar Happy Ever After (Zero Hour), una balada que bien podría haber firmado el McCartney en sus tiempos de ob- sesión por emular el glorioso Pet

Sounds de los Beach Boys, a Sunday Rain, en la que el beatle marca el tempo desde la batería. Nada mal, teniendo en cuenta el aire lennoniano que destila el tema, en la recta final del álbum.

¿Y qué hay antes? Si se trata de resaltar los grandes logros de Concrete and Gold, The Sky is a Neighborho­od saca ventaja del resto con facilidad. Paradójica­mente, con su tempo lentificad­o, no es de lo más FF de la lista, pero de solo pensar su estribillo coreado por unas cuantas decenas de miles en un estadio -aqui lo hace Alison Mosshart, de The Kills-, con el fondo de cuerdas que lo soporta, estremece. Y si la secuencia del vivo respeta el orden del disco, La dee da se encargaría de terminar con los pulmones de la mayoría. Y también con los oídos.

Si es que algo queda de ellos después de escuchar Run, que tras un comienzo reposado que oficia casi como una continuaci­ón de la inaugural T-Shirt, estalla en una especie de catarsis punk modelo siglo XXI, sin por eso afectar ni un poco la esencia de una banda que parece haber nacido para tocar en locaciones de no menos de 20 mil espectador­es.

¿Que las mismas canciones podrían funcionar en un pequeño club? Segurament­e sí; pero algo cambiaría en una de las armas fundamenta­les con que cuenta Foo Fighters: su capacidad de entretener como una buena -muy buena- película “pochoclera”. Y en ese sentido, Grohl administra a la perfección su rol de maestro de ceremonias, lejos de falsas épicas y heroicidad­es impostadas.

A su alrededor, la solvencia de Taylor Hawkins -otro que escala varios casilleros cuando sale a escenaen la batería, y Nate Mendel en el bajo; la complicida­d de Chris Shiflett y su viejo compañero de ruta Pat Smear; y el auxilio de Rami Jaffee, desde los teclados, más la voz de Justin Timberlake y la mano de Greg Kurstin (Adele, Kendrick Lamar) en la producción, completan el combo.

De las aún no nombradas, el pulgar apunta al cielo en Make it Right, con su contundent­e y constante riff, se excusa de apuntar en Arrows -apenas si no desentona con el resto-, y decididame­nte marca al piso cuando suenan The Line -si cambiamos un Grohl por un Bono, tranquilam­ente podría ser un tema de relleno en un disco de U2- y Concrete and Gold; un final algo desdibujad­o para tanto despliegue sónico. Aunque el resultado ya estuviera asegurado desde un buen rato antes. w

 ??  ?? Sin ornamentos. El lenguaje de FF es directo como su estética visual.
Sin ornamentos. El lenguaje de FF es directo como su estética visual.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina