Adiós a un ícono del menemismo
Tenía 74 años y pasó muy enferma los últimos meses. Por su desempeño en los 90 -en la privatización de Entel y en Medio Ambiente- afrontó ocho juicios.
Tenía 74 años y sufría cáncer de páncreas. En los 90 fue clave en las privatizaciones y símbolo de la alianza liberal con el peronismo. Condenada por corrupción, estuvo presa y debió devolver dinero al Estado.
Víctima de un cáncer de páncreas María Julia Alsogaray murió ayer a la madrugada, a los 74 años. Había permanecido internada desde hacía varias semanas en el sanatorio Los Arcos, pero en los últimos días regresó a su casa, donde fue acompañada por familiares y amigos.
Surgida a la política desde las filas liberales -su padre, Alvaro Alsogaray, fue el símbolo de ese sector- María Julia Alsogaray ocupó sus principales cargos durante el menemismo: interventora en Entel para el proceso de privatización y secretaria de Medio Ambiente. Pero al término de ese gobierno, se vio envuelta en numerosas causas por corrupción.
Como si fuera una epifanía, María Julia Alsogaray anticipó cuál sería su legado para la posteridad desde la cúspide del poder, hace 26 años: “Yo no tengo proyecto político. Mi proyecot es el de Menem y si fracasa... bueno, habrá dos o tres generaciones perdidas. Se lo aseguro”, sentencó en una entrevista con la revista Gente. En efecto, Alsoraray no tuvo otro proyecto que su lealtad al ex Presidente, aunque esto le costó la prisión.
Había nacido el 8 de octubre de 1942 en Buenos Aires. Debió superar el “trauma de ser la hija de su padre”, pero logró trascenderlo. Si Alvaro, su padre, el ingeniero, hizo que durante décadas su apellido de estirpe se convirtiera en símbolo del liberalismo y la ortodoxia económica en la Argentina, María Julia logró que el apellido quedara emparentado a un lastre más pesado: la corrupción. Su pará- bola sirve para iluminar las razones del descreimiento generealizado sobre la política.
Cuando se sumó al gobierno de Menem en 1989 tenía un patrimonio acotado pero cuando dejó el poder ya contaba con dos departamentos y un petit hotel en Recoleta, otro en Flores y uno más en Nueva York frente al Central Park, además de autos, cuentas en Uruguay y Argentina.
María Julia Alsogaray fue intocable para el poder Judicial durante el menemismo y un blanco “fácil” en el llano posterior y solitario. Sumó 8 juicios y condenas por 11 años. La primera llegó en 2004. Fue sentenciada a tres años por enriquecimiento ilícito y obligada a devolver $ 3 millones. En 2013 fue condenada a 4 años por fraude en la contratación de pasantes para la secretaría de Medio Am- biente. La última llegó en abril de 2014, por un fraude en la privatización de Entel. Una rareza: cumplió 22 meses de cárcel y un año y 7 meses de prisión domiciliaria. Debió cambiar los lujos de su petit hotel, que después sería subastado, por una celda de 4x4.
Su suerte quedó atada a la de Menem un día de 1989, cuando recibió un llamado telefónico del designado ministro de Obras Públicas, Roberto Dromi. “Estoy buscando una primera espada para que maneje Entel y pienso que sos la persona indicada”, le dijo. Ella, hija del fundador de la Ucedé -que supo formar a dirigentes influyentes de la política posterior como Boudou, Massa o Monzó- aceptó. El padre hizo lo mismo con el ofrecimiento como asesor presidencial de deuda.
Ingeniera de profesión (recibida en la UCA), ya había probado un cargo como agregada comercial en Uruguay durante la dictadura, una diputación en 1985 (por la Ucedé), fracasado en su intento por ser senadora en 1989 y sufrido un motín de su rival interna en el partido, Adelina de viola. “Estoy enamorada de la privatización”, sostuvo luego de incrementar las tarifas un 400%. Junto a su padre y a Néstor Rapanelli, de Bunge y Born, echaron a andar la fantasía del movimiento “liberal popular” que, se suponía, venía a encarnar Menem.
Este la hizo secretaria de Medio Ambiente. La Fundación Vida Silvestre protestó, porque “Julita” no tenía pergaminos. Ella prometió limpiar el riachuelo en 1.000 días. Pasado el lapso y 35 millones de dólares después, la Cuenca Matanza-Riachuelo estaba peor. El único antecedente que podía exhibir en la materia era su matrimonio con Francisco Erize, el empresario ecologista con el que tuvo dos hijos, Francisco y Alvarito (posteriormente se separaron).
Tuvo enemigos poderosos también en los 90. Dentro del menemismo, la resistía del grupo de los “celestes” de José Luis Manzano, Eduardo Menem, Eduardo Bauzá, Erman González. Y también el luego ministro de Economía, Domingo Cavallo, a quien Alvaro Alsogaray llamaba “aprendiz de brujo”. Ella lo consolaba: “A mí, directamente, me dicen bruja”. Fue leal a Menem casi hasta el final y expuso en soledad los sobresueldos que cobraban los funcionarios. Atinó a calificar como “titubeantes y contradictorias”, las declaraciones del ex Presidente frente a los jueces. Creía que la política tradicional (peronistas y radicales) se cubrían entre sí.