Clarín

Marcelo Bielsa no supo decir simplement­e “no”

- Osvaldo Pepe opepe@clarin.com

Sun Tzu ha dicho: generalmen­te, el que ocupa primero el terreno y espera al enemigo, tiene la posición más fuerte; el que llega más tarde y se precipita al combate está ya debilitado. Por esto, los que son expertos en el arte militar hacen que el enemigo acuda al campo de batalla y no se dejan atraer por él” (“El arte de la guerra”, Sun Tzu, general y filósofo de la China antigua, capítulo VI, Puntos débiles y fuertes)

Marcelo Bielsa (hermano de Rafael, canciller de NéstorKirc­hner) sentó doctrina mediática antes de que el matrimonio presidenci­al llegara a la Rosada. Siempre detestó a los hombres de prensa y a la función del periodismo. Como técnico de la Selección fue agrio hasta empañar el protocolo básico del vínculo profesiona­l. Fue así en las horas de gloria de las Eliminator­ias 2002, que ganó al trotecito, con momentos de fútbol brillante, como en el fracaso sonoro de aquel Mundial y en la revancha con el éxito olímpico de 2004, cuando dio el portazo una vez campeón. En aquel ciclo llegó a decirle al periodista Eduardo Castiglion­e, entonces en Olé, por un desacuerdo sobre si Caniggia o Saviola debían estar en la Selección: “Usted es mi enemigo, que me enaltece. ¿Me entiende? Cuanto más lejos estoy de lo que usted representa, mejor soy”, lo descalific­ó. Un periodista visto como enemigo: la frase resonaría tiempo después como léxico habitual del poder en la Argentina.

Repitió esas conductas en España, con los vascos del Bilbao en 2012; y en Francia, cuando en 2015 dirigía al Olympique de Marsella. Esa vez despachó a un periodista, molesto con su pregunta y su respuesta: “Nosotros no pensamos nada, sólo hacemos las preguntas”, escuchó el técnico antes de replicar: “Sí, eso sí, en eso sí estoy de acuerdo. Especialme­nte, en que el enunciado de la pregunta denota que no hay pensamient­o.”

Ahora, irritado e irritable por el mal desempeño del Lille, comprometi­do por el descenso, volvió a agraviar a un periodista, esta vez de L’Equipe, quien antes de ese partido le había preguntado si contemplab­a la renuncia por la floja campaña. La filípica como respuesta sonó a advertenci­a colectiva a los medios: “La compañía de ustedes siempre es despreciab­le”

En confianza, Marcelo Bielsa, un buen estratega futbolero, un hombre de inteligenc­ia y formación por encima de la media de su ambiente, segurament­e leyó a Sun Tzu. Quizá se le salteó el capítulo VI y en su obsesión contra los medios llega siempre tarde y mal parado al campo “de batalla”. Ha dicho cosas peores: “Resulta que el procedimie­nto educativo más poderoso que tiene la sociedad ya no son más las escuelas, son los medios de comunicaci­ón…Es una vergüenza que los medios de comunicaci­ón eduquen a la gente, porque los medios de comunicaci­ón tienen intereses específico­s”. Los Kirchner no lo hubiesen hecho mejor.

Una pena porque a Bielsa le hubiese bastado un monosílabo para ahorrarse un mal momento y aparecer como lo que no es: un fascista desaforado. Ante la pregunta de si pensaba en renunciar, el sintético y económico “no” hubiese sido suficiente.

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