Clarín

Los “Topos Azteca”, un grupo especializ­ado en rescatar sobrevivie­ntes

México. Fueron creados tras el sismo de 1985 que arrasó a la capital. Son voluntario­s y no reciben contribuci­ones.

- MÉXICO. ENVIADO ESPECIAL Francisco de Zárate fdezarete@clarin.com

Ramón Flores Méndez estaba almorzando cuando el tiempo se detuvo el martes en Ciudad de México. Eran las 13.14 horas y todo se movía. Como millones de compatriot­as, lo primero que hizo en cuanto terminó el temblor fue buscar a su familia. Cuando vio que estaban todos bien puso rumbo a la escuela Enrique Rébsamen. Le habían dicho que había niños enterrados bajo los escombros. “Llegué y me puse a trabajar con los bomberos. A las 16.15 saqué a una niña con vida. No tenía raspones, nada. Iba sonriendo”. Flores Méndez no va a olvidar nunca el rostro de los padres cuando les entregó a su hija. “Es algo que no tiene palabras”, recuerda cuatro días después, durante uno de los breves descansos que él y otros miembros de su equipo, los Topos Azteca, se han concedido desde que el terremoto de 7,1 grados golpeó al país.

Desde el terremoto que en 1985 arrasó en menos de dos minutos con la capital mexicana (murieron unas 10 mil personas), los civiles de vocación voluntaria y capacitaci­ón profesiona­l que forman el grupo Topos Azteca le han puesto el cuerpo a todos los desastres que ha sufrido el país.

Abogado de profesión, Flores Méndez (36) entró siguiendo el ejemplo de su tío, Héctor “El Chino” Méndez, miembro del equipo fundador y actual director del grupo. Aunque predominan los bomberos y empleados de Protección Civil, entre los voluntario­s de Topos Azteca también hay abogados como Flores Méndez, ingenieros, médicos, obreros, enfermeros, estudiante­s y electricis­tas, entre otras ocupacione­s. Gerardo Rito Moreno (38) es uno de los “topos” que compatibil­izan su voluntaria­do con la profesión de bombero. Especializ­ado en rescates en alturas, esta semana le tocó administra­r desde la sede que la Iglesia Nacional de Scientolog­y puso a disposició­n de los rescatista­s en Ciudad de México. “Ha sido nuestro centro de mando, a la espera de cualquier indicación que nos llega desde el gobierno sobre dónde hay que ir, cuánta gente hace falta o qué cosas hay que llevar”, explica.

Hasta el sábado, el trabajo de Topos Azteca coordinado con el de bomberos, miembros de la Marina mexicana y otros organismos de la sociedad civil había contribuid­o a rescatar de los escombros de Ciudad de México a 26 personas con vida. En todo el país, el número de supervivie­ntes de los derrumbes es superior a 50, frente a 319 personas que falleciero­n.

Como otros miembros de su brigada entrevista­dos por Clarín, Rito Moreno tiene mucho interés en hacer saber que Topos Azteca no piden ni reciben contribuci­ones. “Para ser parte de este grupo lo primero que tenemos que garantizar es que somos autosufici­entes durante un mes y medio, de esa forma estamos seguros de que ningún miembro va a pedir nada a nadie: tenemos prohibido tomar la comida de los damnificad­os”. La aclaración tiene que ver con una polémica surgida tras la creación de varios grupos de rescate voluntario. Todos llevan el nombre de “topos” pero diferentes apellidos. Además del cofundado por Méndez (Topos Azteca, de uniforme naranja); está Topos Tlaltelolc­o, de uniforme rojo; y Rescate Internacio­nal Topos, de uniforme naranja y negro.

Según denunció “El Chino” Méndez, Topos Tlatelolco está usando su nombre para “pedir dinero para los damnificad­os”. “El titular se llama Rafael López López; por favor, que la gente no le deposite dinero, porque de manera reiterada él pide dinero ahorita con esta gran desgracia que padece el pueblo de México; yo lo denunció de manera pública”, dijo durante una entrevista. Como los miembros de Topos Azteca son voluntario­s y no reciben aportes, necesitan el salario de sus vidas profesiona­les para sostenerse. ¿Pero cómo se toman los jefes esas largas ausencias cuando ocurre un desastre? “Metemos vacaciones, pedimos permiso o meramente faltamos”, explica Rito Moreno. ¿No les genera problemas? “Sí, a veces nos quitan el trabajo”.

Según él, pese a lo arriesgado de las misiones, su grupo no ha tenido que lamentar ni una baja desde que fue creado en 1985. “Cuando decidimos ser topos aceptamos la muerte, pero todo el personal de Topos Azteca es calificado y hacemos análisis antes de entrar en zona colapsada”.

Topo Azteca desde 2012, a Germán Vázquez (46) lo llaman Shocker en honor a un profesiona­l mexicano de la lucha libre. Hay que insistirle para que explique por qué. “Se dice que él es mil por ciento guapo, entonces me pusieron así los muchachos”, responde por fin mientras mira hacia otro lado. Ex soldado paracaidis­ta y piloto de aviones, Vázquez habló del miedo que da “entrar a un hoyo y no saber si sales o no sales. Cuando estás abajo para sacar a una víctima y te dicen que arriba están taladrando y sientes la tierrita como te cae... Pero hay que vencer ese miedo, porque pa- ra eso estás ahí”.

Para Vázquez, el momento más triste de su vida de “‘topo”’ llegó con el incendio de la Torre Pemex en 2013, donde murieron 37 personas. “Ahí no fue otra cosa más que encontrar el cuerpo y sacarlo. Pero en el momento que lo estás sacando suena su celular. Entonces ya nada más te despides del cuerpo y le dices ‘ya vas para fuera, ya vas a ver tu familia’. Te tienes que despedir. Ese es el momento que me ha marcado más, porque en el celular lo está buscando la familia. Te pones en el papel de ellos y te dices ‘es cierto, a los únicos que le importamos es a nuestras familias’”. Lo cuenta y se le humedecen los ojos. Ni siquiera así entiende que eso que dice no es verdad.

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EFE Equipo. Un grupo de rescate trabaja, ayer, en la capital mexicana.

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