Clarín

No es ficción: afirman que en el país aún existen las adopciones ilegales

El bebé es inscripto como hijo del hombre de la pareja adoptante. Y luego se suma su verdadera mujer.

- Mariana Iglesias miglesias@clarin.com

“La avidez por el hijo va en contra de la adopción. El que tiene derecho a una familia es el niño”.

Después de manejar 800 kilómetros desde Buenos Aires, Malena llega a Misiones para acariciarl­e la panza a Marcela, una joven-mamá-pobre que ya tiene tres hijos y no puede más. Enseguida queda claro que Malena, médica-porteña-clase media, se llevará a ese bebé que está por nacer. Hay un pacto: será una entrega directa, y el bebé será anotado con otra identidad. Pero todo se complica. Y Malena está desesperad­a por ser madre... ¿Hasta dónde será capaz de llegar para concretar su deseo de tener un bebé? Es lo que plantea Diego Ler- man en su última película, “Una especie de familia”, en la que aborda varias aristas de un tema por demás complejo: la adopción, o mejor dicho en este caso, la no adopción.

“Había escuchado un montón de relatos de este tipo de viajes. Y Misiones era marcada como la zona más caliente. Fui varias veces, hablé con muchas personas. Hay una gran investigac­ión por detrás -explica Lerman a Clarín-. Un sistema de adopción aún complicado, el aborto ilegal y la pobreza forman el caldo de cultivo para que ocurran estas cosas”.

Hay una escena que condensa casi todo: el bebé ya nació, Malena y su pareja están ansiosos por llevárselo, pero una abogada les explica que el bebé tiene que salir del hospital a upa de su madre biológica. Marcela no quiere alzarlo, no quiere verle la carita, no quiere olerlo: “No puedo hacerlo, no puedo tocarlo, es muy injusto agarrar a ese bebé”, dice llorando. Al final acepta, como todo lo que le van pidiendo. Inscriben al bebé a nombre de ella y de la pareja de Malena. La idea es que en un tiempo prudencial Malena pida adoptar legalmente al hijo de su pareja (adopción de integració­n, artículo 620 del nuevo Código Civil).

“Anotarlo a nombre del varón y después pedir la adopción de la pareja es la nueva moda, porque no se puede evitar anotar al bebé a nombre de la madre biológica: en la sala de parto se imprime la huella del bebé y de la mamá. Pero es un delito y puede salir muy mal”, explica Yael Bendel, asesora General Tutelar. “Si la mamá biológica se arrepiente dice que el que figura en el DNI no es el padre, se pide el ADN y al comprobar que no lo es el juez manda al bebé a un hogar, donde puede estar años esperando otra adopción, porque si su madre lo vendió tampoco vuelve con ella”.

“La película cuenta cosas muy reales: una mamá que no puede con su alma, un Estado ausente que permite que se pasen hijos de pobres a ricos en entregas directas, que es un delito penal”, dice Marisa Herrera, abo- gada e investigad­ora del Conicet que participó en la redacción del nuevo Código Civil, y plantea un dilema judicial: cuando la mujer pide la adopción por integració­n del hijo de su pareja y el juez advierte el delito, ¿qué hace si ese chico hace años que viven con esa familia? “Sí, aún hay entregas directas. Si yo presumo un delito ordeno la separación preventiva de ese niño. No se puede pretender tener un hijo de cualquier modo”, asegura Mariela González Vicel, jueza que abordó el tema adopción en el II Congreso de Familia de Thompson Reuters, y una de las autoras del nuevo Código Civil. “Hay que trabajar mucho con los adoptantes. La avidez por el hijo va en contra de la adopción. El que tiene derecho a tener una familia es el niño, y no al revés”.

Según María Lucila Argüello, oficial de Protección de Unicef: “Los principios en los que se basa la adopción son en el derecho del niño a tener una familia y no en el deseo de los padres a tener un hijo, y en el derecho a la identidad. En la adopción legal quedan los registros, en la ilegal hay sustitució­n de identidad, y es un delito. Hoy la entrega directa es ilegal aunque la madre y el padre lo hayan consentido. Se entiende que pudieron haber sido coaccionad­os”.

Hay una escena de la película en la que el doctor Costas le dice a Malena, para justificar el delito del que es parte: “¿Vos pensás que yo hago todo esto por dinero? Acá los chicos se nos mueren en el hospital... la miseria es el enemigo”.

“Los niños son sujetos de derechos, y de ninguna manera pueden ser objetos de una transacció­n. Rige la Convención sobre los Derechos de Niños, Niñas y Adolescent­es, y la Ley 26.061 de Protección Integral de los Derechos de los Niños, Niñas y Adolescent­es. Ningún niño puede ser separado de su familia por cuestiones económicas, explica Héctor Vito, del área Adopciones de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescenc­ia y Familia.

“Claramente todavía hay venta de niños, es una construcci­ón difícil de desarmar. La idea del Registro es que no haya más situacione­s irregulare­s, pero bueno, también está tipificado el robo en el Código Penal y no por eso no hay robos... -razona Graciela Fescina, directora del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos del Ministerio de Justicia-. La manera legal es la más sana para los adultos y para los niños. Cuando un niño pregunta por sus orígenes, el relato de sus padres es reparatori­o. ¿Qué reparación puede haber si todo comenzó con un delito?”.

 ??  ?? Doctor Costas. El personaje que interpreta en la ficción Daniel Aráoz le dice a la mujer adoptante: “¿Vos pensás que hago todo esto por dinero?”
Doctor Costas. El personaje que interpreta en la ficción Daniel Aráoz le dice a la mujer adoptante: “¿Vos pensás que hago todo esto por dinero?”

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina