Por el caso del “pastor justiciero” echan a 3 policías
Los vinculan con un secuestro. Uno atendía en la Municipalidad.
“No soy policía, pero conozco a todos los comisarios de la zona”. Mario Mauricio Puñales (44), el llamado “pastor justiciero” de La Matanza, todavía se jacta de sus contactos en la Policía. Está preso junto a seis agentes de la fuerza de seguridad local, todos acusados de cometer un secues- tro extorsivo en febrero último. Asegura que el Municipio no desconocía para nada su accionar, sino que hasta recibía vales de combustible para cargar en un auto de alta gama en el que “patrullaba” el distrito gobernado por la kirchnerista Verónica María Magario (48). Y que hasta se reunía en una oficina de la Comuna con el secretario de Seguridad, Carlos Rubén Orsingher (53), y su número dos, el comisario mayor Roberto Natalio Zalazar (45), quien se hacía llamar “Nico”, por el personaje encarnado en el cine por el actor Steven Seagal (ver “Nico” Zalazar...).
El escándalo, publicado por Clarín hace 15 días, provocó en las últimas horas el desplazamiento de tres jefes policiales de La Matanza. El mismo destino que Zalazar corrieron el responsable de la Departamental, Enri- que Daniel Sobrero (48), y el jefe de la Unidad de Prevención de la Policía Local, José Daniel Barraza (47).
Fuentes oficiales dijeron a este diario que la medida fue dispuesta por Asuntos Internos, a raíz de una investigación iniciada en febrero tras el secuestro extorsivo de Ismael Báez Peralta, en Virrey del Pino. El hombre fue subido a la fuerza en un patrullero de la Policía Local de La Matanza, con otro móvil de apoyo. Lo llevaron hasta un descampado, adonde le dispararon dos veces a su lado para amedrentarlo, y le exigieron a un amigo 60.000 pesos de rescate que, no obstante, nunca cobrarían.
Los seis policías implicados hasta crearon un grupo de WhatsApp para planificar el hecho y llevarlo a cabo, con un nombre particular: “Ponela tío”. Todos terminaron presos y, al igual que Puñales, se encaminan al juicio oral en la causa cuya instrucción estuvo a cargo del fiscal federal N° 2 de Morón, Carlos Hernán García, y de su par de la Unidad Fiscal Especializada en Secuestros Extorsivos (Ufese), Santiago Marquevich.
El falso pastor -su iglesia no está registrada en el Registro Nacional de Cultos- habló con el programa “Periodismo para Todos”, por Canal 13, desde el Complejo Penitenciario II de Marcos Paz, adonde está recluido desde su detención, el 1 de marzo. “Siempre fui pastor. Yo trabajaba ad honorem para el Municipio. Percibía vales de combustible. Me cargaban en la estación de servicio de Polledo y Carlos Casares”.
El imputado dio detalles que sal- pican a la intendencia de Magario y a la de su antecesor, Fernando Espinoza. Sobre “Nico” Zalazar, contó que tenía su oficina en la Comuna, junto a Orsingher. A ambos les atribuye haber comenzar a cumplir esta tarea de “pastor justiciero” en la que salía a “patrullar” las calles y detenía a ladrones y vendedores de drogas.
“He hecho reuniones (en esa oficina) con víctimas de la inseguridad montones de veces, porque yo los ayudaba”, contó Puñales, un dato que además fue corroborado por Rubén Carballo, padre de una víctima de la inseguridad que ahora encabeza una ONG en La Matanza. “Se manejaba con un vehículo de alta gama, con una chapa falsa, muchos comisarios le tenían terror”, describió.
Según cuentan, Zalazar había sido jefe de custodia de Alberto Balestrini, el histórico intendente matancero fallecido en abril último, y hasta de Espinoza. También dicen que tiene su propia oficina en la Comuna.
Al cierre de esta edición, el Municipio señaló que Puñales “no tenía vínculo laboral ni cargo alguno en la Comuna”. Y deslizó que la medida contra los jefes policiales se tomó “a 30 días de la realización de las elecciones legislativas generales”, cuando ya pasaron siete meses del hecho.
Los investigadores detectaron que hubo cruces de llamadas telefónicas entre Puñales, Barraza, Sobrero y Orsingher. Y además con “Nico” Zalazar. El falso pastor pasa hoy sus días en la cárcel. Y mientras Orsingher se mantiene, rodaron las cabezas de los tres jefes policiales.