Clarín

Las religiones en la formación de las personas

- Sociólogo, UBA/San Andrés. Miembro de la Junta Ejecutiva de la Asociación por los Derechos Civiles (ADC) Aldo Isuani

Araíz de la demanda judicial de un grupo de padres de alumnos de escuelas públicas salteñas y de la Asociación por los Derechos Civiles contra la provincia de Salta en relación a la enseñanza religiosa en horarios de clase, se produjeron varias sesiones de Audiencia convocadas por la Corte Suprema de la Nación y han sido publicados en medios gráficos distintos puntos de vista de personas destacadas. Todas estas instancias han expuesto los argumentos a favor y en contra de la enseñanza (y de la práctica) de la religión (casi exclusivam­ente católica) en dichas escuelas.

No voy a repetir argumentos sobre la desigualda­d, discrimina­ción, violación de la privacidad, estigmatiz­ación y marginaliz­ación que algunos de los “amicus curiae” en la Audiencia han expresado respecto a la forma como se encara la enseñanza religiosa en Salta. Voy a apartarme de estos aspectos jurídicos suficiente­mente planteados por otros para abordar el ángulo educativo/pedagógico del problema: mientras estoy en desacuerdo con la enseñanza casi exclusiva de la religión católica y mucho más de las prácticas religiosas católicas en las escuelas públicas, entiendo que la religión como fenómeno socio-cultural merece un lugar en el conocimien­to y la formación de las personas. Pero hay tres aspectos a tomar en cuenta. En primer lugar, no cualquiera está en condicione­s de enseñar filosofía. Se necesita una formación universita­ria. Lo mismo debería valer para quienes enseñan historia o sociología de las religiones. El problema es que mientras son abundantes las instancias donde se forman profesores de filosofía, no sucede lo mismo con la formación de profesores en temas religiosos en sentido amplio.

Entendámon­os bien: Son escasísima­s las instancias de nivel superior donde se forman personas capaces de dar el núcleo de las creencias y valores junto a los hechos históricos más relevantes de principale­s religiones y además de una forma no sesgada.

Esto no es simple, ni siquiera en la enseñanza de la filosofía; como anécdota, mi profesor de filosofía en la universida­d mientras se deleitaba exponiendo las ideas de San Tomas de Aquino, se burlaba abiertamen­te del pensamient­o hegeliano y marxista.

En segundo término, ¿hay una edad para la enseñanza de las religiones?. Así como no se enseñan corrientes filosófica­s a niños de la primaria no es muy difícil de imaginar que la enseñanza de la religión a esos niños representa un desafío probableme­nte mayor. Este tipo de conocimien­tos implican un grado de madurez en el receptor que difícilmen­te se alcance antes de los últimos años del nivel medio de enseñanza.

El pensamient­o de Kant o de Hegel no tienen mas complejida­d para el proceso de enseñanza que dogmas de fe como la resurrecci­ón o la reencarnac­ión.

En tercer lugar está el tema de cuales religiones enseñar dada la existencia de un número muy grande de las mismas. Un criterio que parece sensato es concentrar­se en aquellas principale­s del pasado y del presente: el politeísmo griego y romano, el budismo, el cristianis­mo y sus diferentes variantes, el judaísmo, el islamismo, etc.

Pero claramente dejar fuera otras religiones tienen implicanci­as. ¿Deberían incluirse religiones relevantes para un país en particular como por ejemplo las cosmovisio­nes religiosas de pueblos originario­s de la Argentina? En conclusión, dado que estas tres condicione­s no existen para la enseñanza de las religiones como la está llevando a cabo la provincia de Salta, el resultado es lisa y llanamente la promoción de una religión en particular constituye­ndo, como varios colegas han expresado, una violación de derechos establecid­os en la constituci­ón nacional.

Ojalá llegue el tiempo donde el conocimien­to del contenido de las religiones sea amplio, porque segurament­e ayudará a entender mejor al ser humano y la sociedad en la que vive.

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HORACIO CARDO

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