Clarín

En el banquillo por primera vez

- Ricardo Kirschbaum

El juicio oral que empieza hoy contra De Vido tiene una particular­idad de muy alta trascenden­cia. No trata sobre corrupción solamente, sino sobre corrupción y tragedia. También será un escrutinio sobre la Justicia y su decisión de avanzar en el juzgamient­o de casos emblemátic­os, como éste. Es un tema pendiente y lo es desde que Néstor Kirchner desafió a la Corte Suprema y maniobró para no reponer al procurador Sosa de Santa Cruz hace ya muchos años. Hoy la desafían los mapuches y hasta el sindicalis­ta “Pata” Medina. También, la nunca aclarada causa AMIA y su tampoco aclarado pacto con Irán. Recién, después de un año y medio una pericia desmiente otras y dictami- na que el fiscal federal Nisman fue asesinado, no se suicidó.

De Vido planteó también su desafío. A última hora, despidió a sus abogados defensores para ver si le sacaba al Tribunal Oral una prórroga. No lo consiguió. El juicio empieza y aunque se trate de un inicio con las lentitudes propias de nuestros tribunales, es un símbolo. Si este juicio se convierte en una bisagra puede ser que algo cambie en serio.

Todo el mundo, distraídos por convenienc­ia o desinterés, sabe que la Justicia se mueve al ritmo de la política. Mejor dicho, de intereses políticos de mala política. Es preciso insistir: se trata de 52 muertos y casi 800 heridos. No por accidente.

Ese ritmo de la política trasladado a la Justicia tiene una lentitud insultante que corroe su credibilid­ad.

No hace falta forzar la memoria. Por la venta de armas, denunciada en 1995, hace tantos años como la irresuelta causa AMIA, el ex presidente Menem, condenado, espera la apelación y se candidatea a senador riojano. Desde esa fecha y hasta finales de 2015, sólo con el paréntesis de De la Rua su partido fue gobierno.

Hay una posibilida­d que Casación en el comienzo de octubre, finalmente, ratifique la condena y el ex presidente no pueda ser candidato, según dicen fuentes muy confiables del Palacio de Tribunales.

Menos notorio, días atrás se supo que con pedido de extradició­n desde 2008, recién en 2016 el oficial de cuentas Hernán Arbizu fue enviado preso a los Estados Unidos. En el ínterín, con notoria protección y entusiasmo K, se dedicó a participar del festival de la denuncia ocultando su prontuario. Hoy, está preso en Brooklyn luego de arreglar voluntaria­mente su extradició­n a New York.

El caso de De Vido, diputado con fueros, será con toda probabilid­ad una vidriera muy visitada que el ex ministro iluminó más con el súbito cambio de abogados, una maniobra de cajón para postergar lo inevitable. Es seguro que el planteo de desafuero volverá a ser motivo de debate en Diputados y será, también en este ámbito, una prueba para los legislador­es sobre el sentido que tiene esa protección constituci­onal.

Las encuestas ponen a la Justicia y a los partidos políticos en los escalones más bajos de la confianza pública. Ni un cuarto de la población tiene confianza en el Poder Judicial. No es una encuesta vieja. Es de principios de este mes.

Por todo esto el oral por Once, no es un juicio más por este cóctel de corrupción y muerte. También, porque alcanza a un personaje central de una trama que se está investigan­do en la que el núcleo duro del kirchneris­mo utilizó al Estado para enriquecer­se y tejer un relato político para justificar el delito.

De Vido es diputado y tiene fueros. Es posible que vuelva a plantearse su salida de la Cámara.

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