El habitual maltrato que sufre el hincha en el fútbol argentino

Es en estos acontecimientos, donde se espera que el hincha juegue a lo Messi ( que ayude a ganar), cuando se visualiza con mayor claridad el maltrato que impera en el fútbol argentino hacia su único sponsor irreemplazable.

Desde el precio de las entradas, que del partido con Venezuela a este de Perú sufrió una brutal hiperinflación (las populares pasaron de 350 a $ 550, las plateas más económicas de 780 a 1.500 y las más caras de 3.000 a 4.800, sin hablar de la infame reventa) hasta la siempre oscura manera de conseguirlas para una minoría afortunada (por ponerle un nombre) y de quedarse afuera para una mayoría acostrumbrada.

Sobran las sospechas porque siempre hay dirigentes y barras bravas en el medio (aún no se aclaró la estafa con la venta de entradas en la final del Mundial 2014) y porque el sistema electrónico elegido no es transparente y no es el mejor, como queda demostrado una vez más.

Nadie piensa en los derechos a la hora de pagar para ver un espectáculo de primer nivel, que es lo que debería ser un partido de Argentina. Cualquiera que haya ido a ver a la Selección en un encuentro por Eliminatorias podrá confirmar que aún ha- biendo pagado un precio caro por una platea (en general en una sola cuota) al llegar a su ubicación no hay acomodador que le permita hacer respetar el asiento correspondiente, que por supuesto está ocupado. Y ni hablar de los trapitos-barras que te cuidan el auto de ellos mismos o del precio exorbitante de una simple agua mineral sin gas o del estado impresentable de los baños.

Lo insólito es que seguimos insistiendo, naturalizamos el mal trato y hacemos lo imposible para ver, en este caso, el primer partido oficial de Messi en la Bombonera, o para ser parte de esa épica que recupere las posibilidades de la Selección de ser candidata en el Mundial de Rusia. Eso que se espera que suceda el jueves 5 en La Boca, con los hinchas como protagonistas. Pese a todo.