Un golpe mortal al corazón K, cargado de efectos y sorpresas

Pocas cosas serán más potentes que la imagen que esta mañana ofrecerá el ex poderoso ministro de Planificación del kirchnerismo, Julio De Vido, sentado en el banquillo de los acusados ante un tribunal oral que comenzará a juzgarlo por su responsabilidad política en el descuido mortal del sistema ferroviario que hace cinco años y medio creó las condiciones para que cincuenta y dos personas murieran en la tragedia de Once. De Vido, dice la justicia, fue un actor clave para que miles de millones de pesos destinados a mantener operati- vos a los trenes y subsidiar a la empresa TBA, que manejaba la línea Sarmiento, terminaran en otros destinos mientras todo se derrumbaba hasta poner en riesgo la vida de los usuarios. Un detalle revela cuál era la política de infraestructura ferroviaria de la Argentina durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner: otro expediente judicial está a punto de juzgar la compra a España y Portugal de inservible chatarra ferroviaria por 102 millones de euros. En esa causa está procesado Julio De Vido. Y su juicio oral comenzará en los próximos meses.

Pero el desarrollo de las audiencias podría causar más efectos y hasta traer alguna sorpresa: ¿cuál será el argumento de la defensa del ex minis-- tro, agotados sus intentos de desentenderse de su responsabilidad primero y de posponer el juicio después? ¿Cargará solo con la cruz de una eventual condena? ¿O con el correr de los meses se apartará de la habitual omertá que hasta ahora cierra la boca de los ex funcionarios kirchneristas para contarle al país quién ordenaba desviar esos fondos, hacia dónde y bajo qué cobertura? La justicia también deberá mirarse en un espejo incómodo: ¿cuántas denuncias y causas judiciales buscaron alertar e impedir el saqueo del presupuesto destinado a la infraestructura ferroviaria? ¿Qué pasó con esos expedientes? ¿Quiénes fueron sus responsables? Cincuenta y dos familias esperan esas respuestas.