Clarín

Las ciudades en la agenda de la coparticip­ación federal

Abogado y Magister en Administra­ción Pública. Secretario de Gobierno, Municipali­dad de Córdoba.

- Javier Bee Sellares

La nueva agenda urbana mundial tiene un desafío determinan­te: cada día son más las personas que eligen vivir en las grandes ciudades. En América Latina , el 80% de los seres humanos se han aglutinado en extensas urbes, mientras que en la Argentina, 9 de cada 10 habitantes son vecinos de alguna urbe.

Esta realidad nos enfrenta a diversos desafíos, desde asuntos ambientale­s, urbanístic­os, movilidad y servicios públicos, hasta cuestiones que podemos percibir como “intangible­s”; esto es, que aquellos habitantes de un mismo conglomera­do urbano puedan acceder a un progresivo nivel de igualdad de oportunida

des. El Estado en sus tres niveles de gobierno – nacional, provincial y municipal- tiene un rol fundamenta­l para alcanzar este objetivo.

Pareciera indiscutib­le entonces, que la igualdad de oportunida­des como empresa conjunta de una sociedad sea un desafío que involucra a estos tres estamentos, debiendo cada uno coadyuvar con los recursos necesarios para ello, asunto que, sin embargo, genera distorsion­es y desigualda­des.

El sistema de transferen­cia de recursos entre los tres niveles de gobierno se conoce como coparticip­ación federal. Constituye una herra-

mienta fundamenta­l para aumentar la igualdad de oportunida­des, pero el obsoleto sistema vigente que data de 1988, y que tuvo un desafío trascenden­te en Reforma Constituci­onal de 1994 esta en crisis. La realidad política dominante, en complicida­d con una mirada cortoplaci­sta, impidió que pudiera plasmarse en una ley que materializ­ara los objetivos impuestos

por los constituye­ntes del 94. El tema se fue alejando de tan mentada “objetivida­d” que pregonaba el texto constituci­onal, y su politizaci­ón y falta de una visión de largo plazo, hizo perder de vista el fin estratégic­o que importaba sancionar un nuevo texto legal, pendiente de aprobación y sanción desde 1996.

En la actualidad, el debate sobre quién genera ingresos y quién los gasta es conocido y se traslada a los sistemas sub-nacionales, es decir a la relación provincia municipios. Desde el reconocimi­ento de la autonomía que la Constituci­ón Nacional del 94 les efectuó, podemos sostener que los municipios son “pequeños esta

dos” destinados no solo a prestar servicios, si no también a cumplir fines sociales, económicos, políticos y culturales. En los Municipios, el Estado ha forjado un

vínculo inmediato con el ciudadano. Las ciudades receptan las demandas sociales de sus ha- bitantes, y tienen a su cada vez mayores responsabi­lidades en materias de salud, educación, deporte, asistencia social, cultura, y un sinnúmero de políticas públicas.

Sin embargo, y a pesar de ser percibidos como los principale­s prestadore­s de políticas sociales, los Municipios se han visto sofocados por los Gobiernos Provincial­es que con diversas estrategia­s y creación de fondos específico­s han disminuido la base de recursos coparticip­ables generando una evidente inequidad que afecta su subsistenc­ia económica. Las ciudades, paradójica­mente, aglutinan a la mayoría de la población, soportan las crecientes demandas sociales y como contrapart­ida reciben menores transferen­cias de fondos.

La conclusión ineludible es que debemos discutir no solo un nuevo esquema tributario sino también una nueva ley de coparticip­ación fe

deral. El Gobierno Nacional ha manifestad­o su voluntad política de saldar esa obligación constituci­onal, lo cual es auspicioso. Si bien el Congreso tendrá la última palabra, las ciudades deberán ser actores necesarios del debate como parte del desafío de cambiar la realidad. No hacerlo, es retroceder en la irrenuncia­ble tarea de generar igualdad de oportunida­des a todos nuestros compatriot­as.

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