Cielo mágico, repleto de estrellas VIP

En el Cielo hay un sitio VIP, donde van los elegidos, no es mejor ni peor que el resto, pero charlan de cosas VIP. Y ahí estaban Gardel y Marilyn, conversando en “Celestial”, el idioma de los ángeles. Gardel afirmaba: “El secreto es morirse joven”. “Tal vez pero a nosotros dos nos ayudó la tragedia”, respondía Marilyn.

John Lennon, que escuchaba, agregó: “Lo importante es palmar en plena fama”. “Cierto”, acotó Freddy Mercury: “Yo me morí de una enfermedad, como millones, y me siguen recordando. El asunto es la pasión que uno le ponga”.

“Es verdad, pero una muerte aparatosa ayuda a que te recuerden”, dijo Kennedy, que manejaba bien el tema, mientras de lejos Juana de Arco asentía con la mirada. Y ahí estaban Olmedo, Labruna, Belgrano, Gandhi, Karadajian, Luca Prodan, Sandro, Spinetta, Muhamad Alí, Locche, Modigliani, Goyeneche, Pepe Eliaschev, Van Gogh, Gaudí, Madame Curie, Daniel Rabinovich… todos famosos, todos talentosos, todos buenas personas, que no com- prendían por qué si ya habían dejado “la pilcha en el guardarropa” (así dicen los ángeles a dejar el cuerpo en la tierra) los seguían recordando.

Ninguno sabía por qué a unos los recordaran y a otros, no. Entonces entró Jesús, apurado como siempre, llegando del Cielo normal, juntando firmas para alguna causa noble, saludó, arengó y siguió de largo.

Ahí, Gardel miró a Marilyn, que con toga blanca y vientito de abajo estaba hermosa, le sonrió gardelianamente y dijo: “¿Sabés, muñeca? Me parece que la posta está en la resurrección”.