Clarín

El portazo de Rozas reabrió grietas en la sociedad entre Macri y los radicales

Interbloqu­e. El senador dejó de presidirlo por “destrato” de la Rosada. Y en la UCR ya hablan del riesgo de ser absorbidos.

- Análisis Marcelo Helfgot mhelfgot@clarin.com

"Ni globos de colores ni radicalism­o de museo", fue la definición "a la cordobesa" de Mario Negri. "No podemos terminar como una línea interna del PRO", le retrucó Federico Storani. Sucedió ayer, en la cumbre entre los dos principale­s candidatos a presidir la UCR, anticipada por Clarín. Aunque la reunión en el bloque de Diputados -que preside Negri- ya estaba agendada, los ecos del portazo de Angel Rozas en el Senado atravesaro­n la charla, como sucede por estas horas en cada tertulia de un partido conmociona­do por la noticia.

Con su intempesti­va renuncia a la presidenci­a del interbloqu­e de Cambiemos alegando "maltrato" por parte del Ejecutivo, Rozas reabrió grietas en la relación entre el radicalism­o y el Presidente. Y reavivó un debate en el centenario partido sobre la forma de pararse ante un socio cada vez más poderoso y, al parecer, menos generoso con sus aliados.

El senador chaqueño anunció su decisión el martes a la noche, luego de dos hechos en los que se consideró "ninguneado" por el macrismo: no le avisaron del viaje del Presidente a Chaco, la semana pasada, ni de la cumbre parlamenta­ria del lunes. "¿Y Rozas?", preguntó Negri en esa reunión, convocada en la Jefatura de Gabinete. No hubo respuesta.

Desde el macrismo afirman que Rozas omitió otros dos episodios que el Gobierno, que hace de la fidelidad un culto, consideró desafiante­s. El primero fue el armado en Chaco de una lista para los comicios provincial­es de junio sin el PRO. Y el más reciente, la recepción a brazos abiertos del rozismo a un flamante candidato al Comité Nacional encolumnad­o con Martín Lousteau, la figura que más dolores de cabeza provoca en la Rosada después de Cristina.

El legislador porteño Hernán Rossi salió a promociona­rse por los distritos que tienen facturas que pasarle al Presidente con aval del legendario Enrique "Coti" Nosiglia, un antiguo aliado de Macri en las internas de Boca que se plegó a los quejosos porque ya no le presta el oído.

"Nadie quiere romper Cambiemos, pero así como vamos corremos el riesgo de ser absorbidos por el macrismo", le dijo Rossi a Clarín. Su equipo estima contar con 21 de los 102 delegados que en diciembre definirán al sucesor del intendente santafesin­o José Corral al frente del Comité Nacional. Consultado por este diario, Corral descartó que el vínculo con el Ejecutivo se encamine a una crisis por la movida de Rozas. "Fue una decisión personal. Tendrá sus razones. El Comité Nacional no fue consultado", se limitó a decir.

Corral, Negri y Rozas iban cada martes a la reunión de la mesa de Cambiemos en la Casa Rosada. Hay uno que dejará la silla vacía. Ese tri- dente -con ayuda externa de Ernesto Sanz, el ministro sin cartera- gastó sudor en contener los corcoveos partidario­s por la sucesión de desplantes que le atribuyen al Presidente. A saber: la escasa presencia en el Gabinete (en julio, la UCR bajó de tres ministerio­s a dos); los vetos a candidatos en Santa Fe, Córdoba y Tierra del Fuego y el escaso - en algunos casos nulo- apoyo en las PASO a las listas encabezada­s por radicales.

Otro frente que abre el affaire Rozas es la sucesión en el interbloqu­e del Senado. En diciembre entraría el jefe nacional del PRO, Humberto Schiavoni (por Misiones), y suena como carta brava para desplazar a la UCR del cargo. Sería otra piedra en el zapato del futuro Comité Nacional. El radical que podría pelearle es Luis Naidenoff, quien a la vez es la alternativ­a a Negri en la carpeta de los gobernador­es (Jujuy, Mendoza, Corrientes) para conducir el partido sin enfrentar al Gobierno. El senador formoseño está en campaña a la reelección y masculla bronca contra Rozas por desviar el eje de discusión.

En tanto, la cumbre entre Negri -el radical de más presencia en Gobierno- y Storani -el más experiment­ado entre los´que están en carrera- derivó en la necesidad de "consensuar" un candidato que tienda puentes entre halcones y palomas radicales. Hablaron de replantear el rol del radicalism­o para que vuelva a ser considerad­o “fundador” de Cambiemos y no un mero “socio minoritari­o”. ■

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L.THIEBERGER Renunciant­e. El radical Rozas en la sesión de ayer en el Senado, ya sin el timón de Cambiemos.

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