Pedido oficial a Estados Unidos para que reponga “preferencias” a las exportaciones
Una comitiva viajó a Washington para negociar la rebaja de aranceles. Persisten dudas por las patentes.
La presentación duró 80 minutos, con tono "profesional", entre exposiciones, preguntas y respuestas, en un edificio de la US Trade Representative de los Estados Unidos, en el centro de Washington. Fue el tiempo que tuvieron funcionarios y empresarios argentinos para pedir la vuelta del país al Sistema General de Preferencias (SGP) norteamericano, que permite la exportación de productos a ese país con aranceles rebajados. El beneficio, que incluía más de 300 productos, fue cortado a mediados de 2012, segundo gobierno de Cristina Kirchner, entre otras cosas por no pagar en el CIADI sentencias millonarias contra el Estado argentino.
En el último año en que rigió el SGP, se habían exportado unos 400 millones de dólares a través de este sistema. Una porción pequeña para un comercio bilateral que supera los 24.000 millones de dólares, según datos de la Cámara de Comercio de Estados Unidos en la Argentina (Amcham), una de las expositoras. La resolución sobre el tema, sin fecha, depende del informe técnico de la USTR, pero, remarcan aquí, son decisiones que pasan sí o sí el filtro del presidente Donald Trump. Los productos incluidos en este sistema, en promedio, pagan aranceles de 4 a 8 puntos, contra el resto que puede abonar entre 23 y 28.
Si bien el clima en la reunión fue sin mayores tensiones, las preguntas de los representantes del gobierno de Estados Unidos (había funcionarios del Departamento de Estado, Salud, Agricultura y Trabajo, entre otros) reflejaron la preocupación de la administración de Trump por un reclamo histórico norteamericano: las patentes y la propiedad intelectual. La mayoría de los cuestionamientos estuvieron relacionados con estos rubros.
Es un tema sensible para empresas norteamericanas radicadas en Argentina, como Monsanto (biotecnología vinculada básicamente al agro) o Pfizer (medicamentos). Y está incluido entre los requisitos-filtro que prevé el SGP. Además, acaso haya sido, según pudo reconstruir Clarín, el punto en el que la representante del Gobierno argentino (Miriam Chaves, de Cancillería) dejó más dudas sobre el trabajo y la voluntad de nuestro país en resolverlo. También el CEO de Amcham, Alejandro Díaz, reconoció en su discurso la falta de avances en este sentido en los últimos años.
Sí el Gobierno parece haber avanzado en los otros puntos que EE.UU. requiere para estar dentro del programa. Además de haber pagado los juicios del CIADI, ser un país en vías de desarrollo, luchar contra el terrorismo y correr las barreras para exportar e importar productos.
La resolución de Trump sobre el SGP no tiene fecha. Funcionarios y empresas argentinas esperan que sea este año. Y a favor, claro. A fines de 2016, había esperanza del Gobierno argentino en volver a tener los beneficios arancelarios y, sin embargo, el cambio de color político hizo que Barack Obama, a punto de dejar el poder, suspendiera decisiones de este tipo y las dejara para su sucesor.
La relación bilateral pasa por un momento particular. Por un lado, hay un apoyo público y verbal del gobierno norteamericano, en boca del propio Trump o el vicepresidente Mike Pence, que visitó la Argentina. Hablan a favor de Macri y de las transformaciones económicas que le reconocen. Pero, por otro lado, se sumaron trabas comerciales. La más emblemática e importante, la del biodiésel: el principal producto que exportaba Argentina a EE.UU., un negocio de 1.200 millones de dólares que quedó congelado desde que el gobierno de Trump decidió imponer aranceles de más de 50% por presión de sus productores locales.
En Washington hay dudas de la relación comercial de EE.UU. con casi todos los países, sobre todo por las promesas proteccionistas que hizo el presidente en campaña. Se resumen con el eslogan "American First", priorizando a sus empresas, como un modo de promover el empleo en las zonas más castigadas de este país.
Según explican los expertos, Trump se olvidó de la multilateralidad y pasó a una relación "transaccional", bilateral, donde en cada negociación busca un beneficio directo. Un buen ejemplo de esa lógica, agregan los especialistas, fue cuan- do logró ampliar la exportación de cerdos de EE.UU. a la Argentina y a cambio decidió abrir la puerta a los limones de nuestro país.
Se cree que en el caso del biodiésel (se espera una respuesta estos días al pedido argentino) y el SGP podría operar esa lógica. El gobierno de Trump destrabará el negocio en tan- to consiga algún beneficio. En la exposición, además de firmas argentinas como Molinos y Arcor, también fue importante la exposición de representantes de empresas norteamericanas que importaban productos desde Argentina a través del SGP y se vieron perjudicados por el corte del beneficio. ■