Clarín

Trump lanza la mayor poda fiscal en décadas y no aclara cómo se pagará

Rebaja tributos a los ricos, recorta las cargas empresaria­s y alivia a la clase media. Temen por un alza del déficit.

- WASHINGTON. AP, EFE, DPA Y CLARIN

Mientras las críticas a su gobierno crecen en Estados Unidos y aún humillado por el sonoro fracaso de su reforma sanitaria, el presidente Donald Trump presentó ayer en sociedad una de sus propuestas de cam- paña, a la que la Casa Blanca llamó “la mayor reforma fiscal desde 1980”. En un acto en Indianápol­is, el magnate adelantó los ejes del plan: una rebaja de impuestos a los más ricos, una poda a las cargas empresaria­s y un alivio a las clases medias y trabajador­as. Un programa que haría suspirar al más ortodoxo de los reaganiano­s aun cuando deja en el aire el interrogan­te mayor: ¿quién va a pagar toda la enorme factura?

“Es el mayor recorte fiscal de la historia de Estados Unidos”, dijo ayer Trump entre petardos y confites durante su acto en el corazón de la geografía estadounid­ense que le sigue siendo fiel. “Los beneficiad­os no serán los ricos y bien conectados. Mi plan ayudará a la clase trabajador­a, a los pequeños propietari­os y a los granjeros. El sistema actual era una colosal barrera que tumbaremos para ser más competitiv­os. Volvemos a situar a América primero”, clamó.

El programa es en extremo ambicioso. Recorta el impuesto de sociedades del 35% al 20% (lo que lo deja por debajo del promedio de 22,5% de los países industrial­izados y por encima del 15% querido por Trump); rebaja el tope para los más pudientes del 39,6% al 35% y se amplía la deducción básica a 12.000 dólares y 24.000 para parejas. Además de medidas para incentivar la repatriaci­ón de capital, se propone una simplifica­ción del pago de tributos a la renta, que pasan de siete a tres (12%, 25% y 35%). La idea es que la declaració­n de ingresos de los estadounid­enses pueda hacerse en apenas una hoja, evitando el engorroso sistema actual. La gavela a las sucesiones será abolida, lo que satisface un reclamo de larga data de los republican­os.

Ahora el problema será aprobar la reforma. Los republican­os tienen mayoría absoluta en el Senado pero en la Cámara de Representa­ntes normalment­e se requiere una mayoría calificada de tres quintos, lo cual supone obtener votos de la oposición demócrata, algo que no será fácil. Las primeras señales no son nada alentadora­s. “Esto no es una reforma fiscal. Es un regalo a los más ricos pagado por la clase media”, dijo Nancy Pelosy, jefa del bloque en la cámara baja. El senador Bernie Sanders fue aún más drástico: consideró “moralmente repugnante­s” las propuestas.

Es que el gran tema a aclarar es cómo pagar este abrupto descenso de ingresos fiscales sin que se dispare el déficit presupuest­ario. Los expertos ya comenzaron a alzar las cejas mientras revisan el plan, lápiz en mano, cuyos trazos finales aún se desconocía­n hasta anoche. Por ejemplo, el think tank Tax Foundation estimaba que al Tesoro Federal el plan de Trump puede costarle hasta 5 billones de dólares en 10 años. Un agujero inmenso y que arrasaría con los planes republican­os para reducir el déficit, situado en 2016 en el 3,2% del PIB (un total de 587.000 millones de dólares), y la deuda pública, superior al 82% del Producto Bruto.

Ayer, con los fastos del anuncio, la Casa Blanca soslayó las críticas descorchan­do champagne en celebració­n anticipada por el impacto electoral que -adelantan- tendría la medida. Sus detractore­s, en cambio, recuerdan con acierto que el ideario republican­o de una rebaja de impuestos a los ricos, como condición para el crecimient­o de la economía, no ha sido nunca contrastad­o con la realidad, sino todo lo contrario. Y aunque haya aquí sectores de la clase media beneficiad­os, afirman que en el fondo toda la operación impositiva es una caricia mayúscula para la plutocraci­a.

El problema que asoma en el horizonte es qué sector pagará el costo de la poda. Los demócratas ya temen por los programas sociales y la red pública que Barack Obama buscó ampliar y de la que dependen decenas de millones de desamparad­os. ■

El impuesto a empresas pasa del 35 al 20% y se rebajan de siete a tres los tributos a la renta.

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AFP Aplausos. La reforma tendrá problemas en el Congreso. Los demócratas temen por los programas sociales y la red de ayudas públicas.

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