Clarín

“A mí me gusta tener la pelota para dañar, no una posesión infértil”

Es casi un desconocid­o en nuestro fútbol. Le gusta el fútbol ofensivo y apela a la inteligenc­ia de los futbolista­s.

- Maximilian­o Uría muria@clarin.com

La habitación es una suerte de oficina que Mariano Soso montó en el flamante Campus de Gimnasia en Estancia Chica. El blanco del lugar solo es interrumpi­do por una mesa color madera y una gigantogra­fía de René Favaloro, tal vez el más ilustre de los hinchas del Lobo. El entrenador rosarino llega vestido con ropa deportiva; en las manos lleva una notebook y varios papeles. Atrás quedaron casi 4 horas de entrenamie­nto: trabajos de campo, sesión de videos con los futbolista­s y conclusion­es posteriore­s con su grupo de trabajo. Pero, ¿quién es Mariano Soso? Con esa pregunta, que parece sencilla, comienza la charla con Clarín. En un pasaje de la novela La hora sin sombra, el escritor y periodista Osvaldo Soriano asegura que “en alguna parte Juan Gelman escribió que conocerse es difícil, pero pensarse es horrible”. El desafío, entonces, es complejo. Soso piensa, cierra los ojos, levanta las cejas, respira profundo y suelta con convicción: “Entiendo el fútbol de una manera ofensiva. Persigo alcanzar el protagonis­mo de los partidos mediante una identidad y reconozco a la posesión del balón como el instrument­o indispensa­ble para construir juego elaborado y jugadas de ataque. Sé que si tenemos la pelota vamos a defender los partidos de una forma más íntegra”.

-Comúnmente durante un partido la tenencia del balón es compartida....

-Por supuesto. Tengo claro que no siempre se materializ­a lo que uno piensa; entonces, hay que trabajar para resolver de la manera menos problemáti­ca la no tenencia. El futbolista se inspira a través del balón. Intentaré que se desarrolle­n sin complejos y que se animen a jugar en forma sostenida en el campo rival.

-Por lo que contás, se desprende que preferís la pausa en lugar del vértigo.

-Mi formación está vinculada a un fútbol de un ataque no tan paciente, si se quiere más vertical. Pero con el tiempo fui aspirando a la mixtura, a la convergenc­ia. Me atrajo el juego de posesión que tiene como instrument­o la pelota, aunque el fin que persigue es controlar el espacio. Ese es un desarrollo más complejo que no inhabilita la posibilida­d de que el equipo disponga de ataques más directos. Los momentos de los partidos van marcando los pasos: los jugadores deben darse cuenta qué pide cada jugada. Nosotros, en tanto, trataremos de brindarles herramient­as a los futbolista­s para que la toma de decisión no se presente como algo conflictiv­o.

-¿La inteligenc­ia del jugador es indispensa­ble?

-Sí. Nosotros intentamos desarrolla­r un modelo de juego que contemple la variación de esquemas. Y para realizar los cambios de manera efectiva necesitás de la inteligenc­ia del futbolista. Los distintos registros nos dan alternativ­as para las exigencias del fútbol argentino. De todos modos, no soy un entrenador que apuesta a la adaptación permanente: las variacione­s nunca deben afectar la identidad.

-¿Primero la idea, después los jugadores y por último el esquema?

-Es posible. Un DT debe contemplar a los intérprete­s a la hora de ofrecer un proyecto de juego; debe recrear contextos para que los jugadores se ex- presen. Lograr la posesión del balón exige una profunda disposició­n colectiva para participar. A mí me gusta tener la pelota para dañar: no me gusta la posesión infértil.

-¿Es factible convencer a un jugador para que arriesgue si nunca lo hizo durante toda su educación?

-La modificaci­ón del comportami­ento del jugador no alcanza con la invitación de algo nuevoo porque si tiene hábitos sostenidos necesitará tiempo para cambiarlos. Si invito a un futbolista que siempre jugó de volante interno a desarrolla­rse por la banda, probableme­nte lo cumpla los primeros minutos y después, por naturaleza, se empezará a vincular por el centro. Soy un convencido de que se pueden modificar patrones a través de una práctica concreta, mediante el diseño de una tarea que ponga en situación al jugador para que vaya adquiriend­o conceptos. La confianza y la credibilid­ad se genera a medida de que los ejercicios diarios se empiezan a replicar en los partidos.

-¿Hasta cuándo se puede insistir con una metodologí­a? Pienso en un jugador al cual se lo invita a salir jugando y reiteradam­ente comete errores y evidencia no estar en condicione­s de hacerlo, al menos en ese momento.

-No soy torpe: no le ofrezco una tarea a un jugador si sé que no la puede cumplir. Existe una contemplac­ión previa y es indispensa­ble el trabajo diario. Estoy dispuesto a desafiar algunos hábitos, aunque también iré evaluando el impacto semana a semana. Esto, igual, es algo que hacen todos los técnicos. Nosotros debemos optimizar los recursos de los jugadores que tenemos. De lo contrario, sería un terco. El modo puede variar, más allá de que tenga algunas predilecci­ones. La idea es siempre la misma: conformar equipos competitiv­os y que los futbolista tengan el deseo de realizar lo que les proponemos.

-Si te dieran a elegir un dibujo táctico, ¿cuál preferís?

-Me reconozco con un fuerte atractivo al 4-3-3, que es el sistema madre de Marcelo Bielsa. ■

 ?? MAURICIO NIEVAS ?? Con juventud y audacia. Soso posa en Estancia Chica, en el Campus de Gimnasia. “No le ofrezco una tarea a un jugador si sé que no la puede cumplir”, asegura.
MAURICIO NIEVAS Con juventud y audacia. Soso posa en Estancia Chica, en el Campus de Gimnasia. “No le ofrezco una tarea a un jugador si sé que no la puede cumplir”, asegura.

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