El basquetbol universitario y la corrupción que salpica a muchos
El negocio era tener a los mejores proyectos para que llegaran a determinados equipos de la NCAA.
Así como James Gartner llevó a la ficción en “Camino a la Gloria” la historia de un entrenador de la Universidad de Texas en la que formó el primer equipo con jugadores afroamericanos y rompió así con una discriminación racial imperante, el caso también es para que algún director de Hollywood tome el guión y comience a rodar la película; pero con otros tintes, claro.
Según informó la fiscalía de Nueva York, el FBI arrestó a diez personas por un caso de corrupción que gira alrededor del mundo del basquetbol universitario estadounidense. Entre los detenidos figuran cuatro entrenadores e importantes representantes de la firma Adidas.
En la denuncia aparecen pagos de representantes de la marca deportiva a colegios secundarios para asegurarse que los mejores basquetbolistas jueguen en las universidades que la propia empresa patrocina. Los “sobornos”, como explicó en una rueda de prensa el fiscal interino, llegaron hasta las familias de esos jugadores que sueñan con llegar a la NBA.
Un caso concreto es el del directivo Jim Gatto, que fue detenido por pagar 100 mil dólares para asegurar que las futuras estrellas lleguen a la liga más importante del mundo en un corto tiempo.
La fiscalía acusó a cuatro entrenadores, todos asistentes, de la NCAA, el órgano que rige el deporte universitario en ese país. Ellos son Chuck Person (ex NBA), de Auburn; Lamont Evans, de Oklahoma State; Book Richardson, de Arizona; y Tony Bland, de USC (California del Sur). La denuncia que los involucra está relacionada con el dinero que recibieron para recomendar a los jugadores.
Según la consultora Kantar Media, la propia NCAA tiene un ingreso anual por la retransmisión de la fase final del torneo que se juega en marzo de 770 millones de dólares y se estima que la cifra llegue a los 1.100 millones a partir de 2025. Los que tienen esos derechos son CBS y Turner y el ingreso por la venta de los espacios
publicitarios es de 1.240 millones de dólares. Además, otro dato singular es que los entrenadores de las Universidades de Kentucky y Louisville cobran más de 7 millones de dólares por temporada.
En síntesis, el negocio que vuela alrededor del basquetbol universitario se convirtió en el eje de la cuestión y en un mundo en el que, paradójicamente, los protagonistas no pueden percibir ningún tipo de ingreso.
La historia impacta pero no sorprende. Escándalos de corrupción como el de la Universidad de Michigan en la que cuatro jugadores recibieron 600 mil dólares en concepto de premios marcó un precedente.
Será hora de que el foco vuelva a su lugar, ese que marcaba que el basquetbol universitario era un juego formativo. ■