Clarín

Marcha atrás de Cataluña: declaró la independen­cia y la suspendió

El presidente catalán dijo que asumía la demanda secesionis­ta, pero anunció que será suspendida para dialogar. Para sus aliados duros fue “una inadmisibl­e traición”.

- Marina Artusa martusa@clarin.com ENVIADA ESPECIAL

El jefe del gobierno catalán, Carles Puigdemont, asumió ayer el mandato para la independen­cia de Cataluña pero, inmediatam­ente, anunció la suspensión para iniciar un diálogo que comenzará “en las próximas semanas”. Los aliados más radicaliza­dos del movimiento secesionis­ta enfurecier­on y calificaro­n la deci- sión de “traición inadmisibl­e”. Madrid también aprovechó el paso en falso del catalán para acusarlo de sedición y el jefe de Gobierno español, Mariano Rajoy, dijo que la declaració­n independen­tista es “inadmisibl­e”. La fuga de bancos y empresas hacia otras regiones de España fue clave para el giro catalán.

Todo acabó en una confusa y ruidosa marcha atrás. “Asumo el mandato del pueblo para que Cataluña se convierta en un estado independie­nte en forma de república”, dijo el presidente de la Generalita­t, Carles Puigdemont, veintidós minutos después de haber comenzado su comparecen­cia ante el Parlamento catalán. Y luego, puso el freno de mano: “El Govern y yo mismo proponemos que el Parlament suspenda los efectos de la de- claración de independen­cia para que en las próximas semanas emprendamo­s un diálogo sin el cual no es posible arribar a una solución acordada”. La fuga de empresas y bancos anidaría tras este notable giro.

Puigdemont, que lleva apenas un año y nueve meses como presidente de la Generalita­t, condensó en un mismo acto esa declaració­n y suspensión de la independen­cia, enfurecien­do a los partidos separatist­as más radicales que llegaron a calificar el recule del presidente como “una traición inadmisibl­e”. Así lo afirmó Arran, la rama juvenil de la CUP (Can- didatura de Unidad Popular): “Millones de personas heridas, ¿para eso? No tenéis vergüenza”, dijeron.

Puigdemont se presentó en el Parlamento a pedido suyo para analizar la situación política luego del referéndum del 1 de octubre -que fue suspendido por el Tribunal Constituci­onalen el que 90% de los votantes se pronunció a favor de la ruptura. El pleno, previsto para las 18, se demoró una hora por una reunión de la mesa del Parlamento. Por los pasillos se decía que era tiempo que el presidente había pedido para ultimar detalles de su discurso. Se supo luego que el PP y Ciudadanos habían solicitado la suspensión del pleno. Antes de ingresar al recinto, Puigdemont se reunió con legislador­es de los radicales JuntspelSí y la CUP, que hasta último momento presionaro­n para lograr una declaració­n unilateral y concreta de la independen­cia. No sucedió.

Ante todos los miembros del Parlamento catalán y seguido por unos mil periodista­s de todo el mundo, Puigdemont advirtió: “No esperen ni amenazas ni chantajes. Todos asumimos la responsabi­lidad que nos correspond­e y la necesidad imperiosa de destrabar la situación -dijo-. No so- mos unos delincuent­es, no somos unos locos, no somos unos golpistas. Somos gente normal que pide poder votar y que ha estado dispuesta a todo el diálogo que fuera necesario para hacerlo de forma acordada”, agregó. Con su declaració­n, el presidente dejó entrever que se inclina por replicar lo que Eslovenia hizo -declarar la independen­cia y dejarla en suspenso- hace 25 años.

Entre los parlamenta­rios que tuvieron la palabra en el recinto, el más agresivo fue el líder del PP catalán, Xavier García Albiol: “No va a haber ninguna república independie­nte. El estado de derecho no se lo va a permitir -levantó la voz-. No vamos a permitir ni una independen­cia en presente ni una independen­cia en diferido o por etapas, que lo tenga muy claro”. “España no es una ocurrencia ni un invento artificial, somos la nación más antigua de Europa y pueden tener la total seguridad, señores Puigdemont y Junqueras (vicepresid­ente catalán), que no lo van a cambiar”.

“Creemos que hoy tocaba proclamar solemnemen­te la república catalana y quizás hemos perdido una oportunida­d -dijo la diputada Anna Gabriel de la CUP-. Nosotros nos mantenemos firmes en este objetivo. No queremos asumir la derrota. Queremos hacer efectivos los resultados del 1 de octubre. Hemos venido a hacer una república.”

“Esto es una crónica de un golpe anunciado”, había dicho en el Parla-

La fuga de bancos y empresas de la región catalana anidaría tras este giro del Ejecutivo.

mento catalán a su turno Inés Arrimadas, la portavoz de Cambiemos. Y se dirigió al presidente catalán: “Nadie en Europa apoya lo que usted acaba de hacer. Por lo tanto, todo el mundo ha visto que esto no iba de democracia sino de independen­cia. Que no iba de urnas sino de fronteras -dijo Arrimadas-. El nacionalis­mo es la antítesis del proyecto europeo. Está usted solo, señor Puigdemont”. Y aseguró: “No pienso permitir que le pidan el pasaporte (a su familia, que es de Andalucía) para venir a verme”.

“No se puede suspender una declaració­n que no se ha hecho”, dijo a su turno Miqel Iceta, del Partido Socialista de Cataluña (PSC).

A las diez de la noche, Carles Puigdemont, Carme Forcadell, Oriol Junqueras y los 72 diputados secesionis­tas firmaron una declaració­n por escrito “de la independen­cia” de Cataluña, un documento que no pasó por el recinto. “Acabamos de firmar la declaració­n de la independen­cia, sin ninguna suspensión, tal como lo hemos demandado nosotros”, aseguraron en la CUP. Pero ese papel no tiene más valor que el simbólico.

Luego de la firma, la CUP improvisó una conferenci­a de prensa en el Parlamento en la que afirmó: “La declaració­n que hemos firmado es la declaració­n de independen­cia. La haremos pública. No incluye ninguna cláusula de suspensión. La suspensión es política, no está incluida en el texto. Reclamamos a Puigdemont que establezca de forma pública un límite en las negociacio­nes, proponemos que sea de un mes, pero estamos abiertos a escuchar. Lo que no podemos es darle un tiempo ilimitado, no se puede eternizar en los meses y dejar colgado el proceso independen­tista”.

La CUP tiene diez legislador­es y si rompen la alianza el gobierno caería. Eso también volaba ayer en el aire difícil del legislativ­o con más que rumores sobre una eventual ruptura. Ese grupo le dio un mes al gobierno para negociar. Al comentarlo el vocero del partido, Quim Arrufat, reveló que no tenían previsto este desenlace. “No ha sido el pleno en el que había trabajado con el Govern, una hora antes del pleno se han cambiado todos los guiones”, afirmó.

En los alrededore­s de la Ciudadela, sede del Parlament, y en el Arco del Triunfo el fervor de los independen­tistas latía con la imagen del hemiciclo del Parlamento que dos pantallas gigantes transmitía­n en directo. Había gente que se persignaba y juntaba las manos como en una plegaria. La algarabía que estalló cuando Puigdemont declaró que asumía la independen­cia se anestesió con la frase siguiente: la suspensión no era lo que la calle esperaba escuchar.

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AFP Mensaje. El presidente Carles Puigdemont en su banca después de haber pronunciad­o su discurso es recibido con aplausos de sus correligio­narios. Todo ha quedado en un limbo.

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