El Brujo Manuel, la ayuda extra
Mide 1.60 metro, usa un anillo de oro, una pulsera haciendo juego y, pese a su edad, tiene el cabello lacio y largo hasta los hombros. Algunos dicen que lo vieron caminando por los pasillos del Hotel Hilton de Guayaquil. Otros aseguran que viajó directamente hacia Quito, para darse una vuelta por el Estadio Atahualpa. Todos coinciden en que llegó a Ecuador el lunes a la noche y que el presidente de Estudiantes, Juan Sebastián Verón, influyó en el viaje. Algunos se animaron a presentarlo como el arma secreta con la que contó la Selección. Su nombre es Manuel y, aunque no se le conoce el apellido, tampoco interesa: en La Plata, donde funciona su “consultorio” y atiende a sus clientes, todos lo conocen como el Brujo Manuel.
De perfil bajo, cuentan que Manuel al principio dudó. Pero que, futbolero al fin, aceptó con la condición de que los jugadores quedaran al margen de la movida. El último chequeo antes de darle el aval para que pasara por Ezeiza fue de Claudio Tapia. Y Chiqui tampoco dudó: si bien piensa que los jugadores ganan y pierden los partidos, al presidente de la AFA no le pareció mal un apoyo espiritual.
Aunque le otorgan el título de brujo, los seguidores de Manuel siempre aclaran que lo suyo no pasa por artes oscuras y mucho menos mágicas. “Ve muchas cosas que otros no. Y tiene una energía especial”, asegura una mujer que lo visitó en la humilde casilla de Gorina, localidad al noroeste de la capital platense. “Messi fue importante, pero este también”, dijo un eufórico Tapia señalando a Manuel.
Creer o reventar. ■