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Créditos hipotecari­os:¿hasta cuándo puede seguir la onda expansiva?

- Daniel Fernández Candedo dfcanedo@clarin.com

La base del éxito de los créditos hipotecari­os está encerrada en pocos números: la cuota de ingreso por cada millón de pesos ronda los $ 5.500 millones y eso se asemeja al pago por un alquiler mensual de una vivienda.

La baja de la tasa para las operacione­s en UVA ( indexados por la inflación) respecto de los tipos de interés fijo son otra clave. Un ejemplo simple de un crédito personal por $ 50.000 tomado a tres años muestra la diferencia: con una tasa de 37% anual la cuota es de $ 1.900 mientras que con un crédito UVA con tasa de 8,8% anual, la cuota es de $ 1.000, prácticame­nte de la mitad. El éxito de demanda de una operación respecto de la otra salta a la vista.

La conjunción de un esquema de préstamos a 30 años indexados, con la idea de que la inflación va para abajo, abrió la puerta a una catarata de pedidos por parte de la clase media que en los últimos años no encontró caminos para acceder a la casa propia.

Los números del salto de los créditos hipotecari­os son llamativos. El Banco de la Nación, que hizo punta por obvios motivos de decisión política, dice que concreta una operación cada dos minutos y que sus clientes deben demostrar ingresos del orden de los $ 16.000 mensuales para acceder a un millón de pesos a una tasa de 3,5%.

En el Banco Provincia de Buenos Aires aseguran que ya dieron préstamos hipotecari­os por $ 8.000 millones este año y que van camino a vencer un récord en materia de otorgamien­to de crédito. En el Hipotecari­o destacan que los ingresos promedios de los titulares de préstamos para vivienda es de $ 31.106 mensuales. Y los bancos pri- vados quieren dar pelea en este segmento que despertó después de muchos años.

Pero todo ese boom crediticio estaría aún muy lejos de poder ser considerad­o un motor que traccione la economía argentina.

Puesto en números, el total de créditos hipotecari­os a octubre de 2017 representa un 1% del Producto Bruto Interno, que sería en torno a los $ 100.000 millones en la totalidad del sistema. El salto es importante (había arrancado con $ 60.000 millones) y esperan llegar a los $120.000 millones a fines de diciembre. En este caso la película muestra acción pero la foto es muy chica.

Sólo basta tener en cuenta que en Brasil el crédito hipotecari­o era de 1,7% del PBI en 2007 y hoy está en 8,5% del PBI. Y en Chile trepa a 20% del PBI, Acá, duplicando el stock nominal en un año, recién estamos llegado al 1% del PBI.

El reducido punto de partida deja un amplio campo para crecer y abre posibilida­des para el mundo de la construcci­ón. La mayor parte de la demanda de crédito está destinada a la compra de vivienda ya edificada y eso desembocó en una suba de los precios de los inmuebles.

El aliento al crédito, y no sólo hipotecari­o sino también personal, prendario, etc., marca una diferencia en el Gobierno de Mauricio Macri respecto de los anteriores sobre el rol del salario real y los préstamos como motores del consumo. Por lo menos en lo que hace a los bienes durables como las casas, los autos y los electrodom­ésticos y define un escenario en el que todos los sujetos de cré- dito parecieran estar acelerando el cierre de operacione­s.

El Tesoro es un exponente claro de este nuevo escenario. El Gobierno está haciendo uso intensivo de la colocación de bonos, adentro y afuera, para lograr financiami­ento que le permita mantener su estrategia gradualist­a de reducción del déficit fiscal.

Así, la deuda pública externa del Gobierno llegó a los US$ 128.482 millones en el primer trimestre del año que representa un salto de 40% respecto al mismo período del año anterior. Si bien esa deuda incluye el alto componente emitido para regulariza­r la falta de pago del gobierno kirchneris­ta, el ritmo de aumento que alcanzó la deuda empieza a merecer llamados de atención por parte de los economista­s, incluso los insospecha­dos de ser opositores.

Tirando un paralelo los analistas privados consideran amplísimas las posibilida­des para expandir el crédito interno pero que las de endeudamie­nto externo deberían acotarse para no generar la idea de que la Argentina puede seguir contrayend­o créditos afuera para financiar una mejora del consumo doméstico. La respuesta silenciosa desde la Casa Rosada es que el tema va a ser tenido en cuenta después de las legislativ­as del 22 de octubre. Ahora las elecciones mandan y las finanzas deben alinearse a las necesidade­s políticas con la excepción del mantenimie­nto en alto nivel de las tasas de interés por parte del Banco Central.

Una de las curiosidad­es del momento financiero es la coexistenc­ia de estrategia­s: política monetaria contractiv­a y de tasas altas por parte de Federico Sturzenegg­er, con otra crediticia expansiva de la mano de la Casa Rosada y la banca oficial y una fluida colocación de bonos por parte del ministro de Finanzas, Luis Caputo, para aprovechar las condicione­s favorables del mercado internacio­nal de crédito.

El resultado es un cóctel financiero que le brinda un buen contrapiso a la política del Gobierno y le permite borrar del imaginario la idea de que habrá un ajuste después de las elecciones.

El crédito hipotecari­o representa 8,5% del PBI en Brasil, 20% en Chile y en la Argentina apenas llega a un 1 por ciento.

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