Pobreza en la niñez: medir bien para actuar mejor
La pobreza ocupa actualmente un importante espacio en los debates políticos, económicos y sociales del país, y su eliminación se ha hecho una de las prioridades del Gobierno y de la comunidad internacional, ocupando el primer lugar en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible. Dentro de la lucha contra la pobreza, la situación de la niñez y la adolescencia requiere un énfasis especial, en cuanto la pobreza afecta desproporcionadamente a los más pequeños y vulnerables de la sociedad. Además, los niños carecen de medios para resolver la situación de privación que enfrentan, buena parte de la cual tiene un carácter hereditario.
En Tucumán, en el mes de septiembre, se reunieron especialistas de Argentina, de la región y de diversos centros de investigación y universidades del mundo, para intercambiar experiencias acerca de las mejores formas de medir el bienestar de los chicos y chicas. Entre ellos había algunos de los expertos mundiales que más han aportado al debate sobre medición multidimensional de la pobreza.
Hubo allí un consenso generalizado de que pobreza significa algo más que solamente “falta de ingresos”, por ser el bienestar una resultante de dimensiones más amplias que aquella puramente monetaria. Aunque la po- breza quede invariablemente relacionada a falta de ingreso económico, hay otras variables no monetarias que impactan, como por ejemplo la discriminación por género, el acceso a servicios básicos, o el mismo nivel de cohesión social que afecta el individuo.
Por esta razón en los últimos años ha cobrado relevancia la medición de la pobreza multidimensional, la que adecuadamente combinada con la medición de la pobreza por escasez de ingresos, constituye una poderosa herramienta para analizar en detalle diferentes niveles de privaciones que sufren los chicos y que son las causantes de la desigualdad.
Se recuerda también que la medición multidimensional de la pobreza representa un indicador clave para medir la primera meta de los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Hubo consenso también en la necesidad de que las mediciones sean oficiales, permanentes y públicas, en este sentido países como México representan un ejemplo notable.
La evidencia disponible, todavía insuficiente, muestra que la pobreza monetaria afecta a más de 5 millones y medio de niñas y niños en la Argentina y que la pobreza multidimensional a más de 4,5 millones. También se sabe que existen desigualdades significativas entre diversos grupos de población: niños en hogares con padres con diferente nivel educati- vo, inserción laboral, sexo, edad, y hasta región de residencia dentro del mismo país. Las niñas y niños que residen en hogares más vulnerables tienen seis veces más probabilidad (o más) de experimentar pobreza que otras y otros con idénticos derechos y que residen en hogares no vulnerables.
El avance en la medición oficial de la pobreza multidimensional requiere, necesariamente, de acuerdos de largo plazo que involucren a todos los actores políticos, acompañados de una sociedad civil movilizada y de un compromiso por parte de las máximas autoridades del Poder Ejecutivo. Desde hace décadas se sostiene que la pobreza infantil es una deuda pendiente o un motivo de preocupación. Esta medición consensuada permitirá no solamente conocer la magnitud del fenómeno sino establecer metas precisas de reducción, procesos de rendición de cuentas y presupuestos sensibles a la infancia.
El Seminario de Tucumán ha representado un importante paso hacia adelante para fortalecer un debate nacional sobre la medición multidimensional de la pobreza a partir de la infancia y UNICEF se pone al servicio de todos los actores nacionales para ampliar la discusión y alcanzar una medición institucional y rutinaria hacia el pleno cumplimiento de Objetivos de Desarrollo Sostenible. ■