Conversaciones a distancia
El músico argentino radicado en Berlín mostró su talento como compositor y director. Brilló Filipcic Holm.
Orquesta Estable del Teatro Argentino Director Oscar Strasnoy Solistas Carla Filipcic Holm (soprano) y Nicolás Favero (violín) Sala Alberto Ginastera, domingo 8
El músico argentino Oscar Strasnoy viajó especialmente de Berlín -donde reside actualmente- para dirigir la Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata en un programa bastante fuera de lo común, que combinó el estreno local de dos obras propias, Y e Ittingen Concerto, con las Cuatro últimas canciones de Richard Strauss y la Sinfonía en tres movimientos de Igor Stravinski.
La selección concebida por Strasnoy revela afinidades o parece establecer conversaciones a distancia. En Y, que está basada en una pieza de Schumann – Warum? ( ¿Por qué?), del ciclo de Piezas de fantasía op. 12, hay una conexión con el mundo romántico que también evoca Strauss en esas bellísimas canciones tardías sobre textos de Hesse y Eichendorff.
Pero si la evocación de Strauss es abierta y expansiva, el núcleo romántico de Strasnoy es cifrado y fragmentario. La pieza de Strasnoy está completamente basada en un motivo de Schumann, pero éste no se oye excepto sobre el final, y tampoco se lo oye de una manera literal. Sería como un tema con variaciones, sólo que al revés y de una manera radicalmente fantasiosa: el tema no aparece antes sino después, y las variaciones transcurren en el aire, a miles de metros del original, en una forma huidiza y de rara belleza.
Strasnoy condujo la Orquesta con mucha sutileza -en rigor, la condujo admirablemente de una punta a otra del programa, exhibiendo un inusual y amplísimo talento-. Las Cuatro últimas canciones de Strauss tuvieron una intérprete superlativa en la soprano Carla Filipcic Holm, impecable y conmovedora, y el corno solista aportó su cuota de brillo.
Si Y conversaba a distancia con Schumann y con Strauss, podría de- cirse que el Ittingen Concerto mantiene sus lazos con Stravinski y con Bach. A Stravinski parece ligarlo cierto espíritu socarronamente neoclásico, tanto en el estilo como en la tradicional forma en tres movimientos rápido-lento-rápido; a Bach lo liga la forma orquestal: el concierto de Strasnoy fue especialmente escrito para la Akademie für Alte Musik de Berlín en el modelo instrumental de los conciertos de Brandeburgo de Bach, y esta es la primera vez se toca con instrumentos modernos, con Nicolás Favero como un notable concertino solista.
Las notas del programa de mano no dicen una sola palabra acerca esto ni de las obras de Strasnoy en general, mientras que abundan en generalidades sobre Strauss y Stravinski. Ni siquiera están los títulos de los tres movimientos del Ittingen Concerto; títulos que, además de formar parte de la obra en tanto nombres propios, dan una interesante clave de audición: el primer movimiento se llama “Brandeburgo-Ittingen (En tren)”; el segundo, “Resplandor”; el tercero, “Canones” (este último es otra conversación a distancia con Conlon Nancarrow). La omisión es sencillamente inexplicable (tampoco habrían estado demás los significativos textos de las Cuatro últimas canciones de Strauss). ■