Clarín

El cura que renunció por amor hizo un año de “tratamient­o” antes de irse

Michael Belmont tuvo una crisis confesiona­l y pidió ayuda. Designan a su sucesor en la villa del Campo Papa.

- Roxana Badaloni mendoza@clarin.com

Michael Belmont (42) pasó su infancia domando caballos entre pastizales en Mendoza. Su mamá, profesora de inglés, viajó de joven a Estados Unidos para perfeccion­arse. Quedó embarazada y a los tres meses de nacer Michael, se volvió con el bebé a la Argentina. Se instalaron cerca del parque Chachingo, una zona de viñedos y olivos del Gran Mendoza.

Allí pasó su infancia y su adolescenc­ia, quien después sería considerad­o un referente en la lucha contra el consumo de drogas y el narcotráfi­co. Un documental registró su obra en la villa del Campo Papa. Pero la mayor exposición mediática de Michael ocurrió este mes con su sorpresiva decisión de dejar los hábitos para formar una familia. La Iglesia Católica ya designó a otro sacerdote: el nuevo párroco es Sebastián Flores.

Ahora se conocieron detalles sobre los meses previos a la decisión de Michael de dejar los hábitos. Según trascendió, el sacerdote vivió durante el último año una crisis confesiona­l profunda que lo llevó a realizar un "tratamient­o" dentro de la iglesia. Si bien no se conocieron los detalles de este proceso, ni si tuvo asesoramie­nto psicológic­o, pidió ayuda a sus consejeros para resolver la situación. Finalmente, decidió elegir el amor.

Los vecinos de Michael en el parque Chachingo lo recuerdan “noble, solidario y afectuoso”. “Este paisano rubio de ojos verdes”, como lo añoran sus amigos de la infancia, marcó la vida de muchas personas que llegaron a considerar­lo un mesías por su trabajo social en la villa del Campo Papa, en Godoy Cruz.

Pero Michael, más conocido como el padre Maicol, se enamoró, abandonó los hábitos y dejó su comunidad, a principios de octubre. El sacerdote que cumplía su misión en uno de los barrios más humildes del Gran Mendoza, anunció su relación con una mujer y renunció a su puesto de párroco en la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe y San Juan Diego, que había ayudado a levantar ladrillo por ladrillo. También dejó su tarea en el centro comunitari­o “Hogar de Cristo”, donde asistió durante cinco años a jóvenes adictos a las drogas.

Sólo se sabe que dejó una carta y se fue a vivir a otra provincia. Desde entonces, no fue posible ubicarlo en su teléfono. “Primero deseo expresarle­s que mi corazón está lleno de agradecimi­ento a cada uno de ustedes y por todo lo vivido juntos. He sido muy feliz con ustedes y los llevaré siempre en mi corazón. He tomado la decisión de armar un proyecto de vida de familia, seguir juntos con ella a Jesús y, desde la familia seguir ayudando a los más pobres”, revela el ex cura en el mensaje a sus fieles.

Y continúa: “Quiero agradecerl­es profundame­nte la mirada comprensiv­a y misericord­iosa que han tenido conmigo estos días. También les pido perdón por el dolor y en algunos, el enojo, que puedo haber causado por mi decisión”, escribió.

La sociedad mendocina se dividió entre los que cuestionar­on su salida de incógnito y los que celebraron que haya encontrado el amor y emprenda una vida nueva. ■

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Un referente. Michael ayudó a jóvenes adictos en el Gran Mendoza.

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