Clarín

En el Gobierno esperan que “apunte” al ex vice y a los otros cerebros de la banda

- Daniel Santoro dsantoro@clarin.com

La Justicia y el Gobierno esperan que Alejandro Vandenbroe­le declare ante al fiscal Jorge Di Lello y “apunte para arriba” en la organizaci­ón que presuntame­nte comandaba Amado Boudou para la compra de la imprenta Ciccone.

En la indagatori­a que dará en los próximos días antes Di Lello, Vandenbroe­le deberá dar datos o documentos que incriminen a los cerebros de la asociación ilícita que hizo la maniobra, tanto con Ciccone como con un asesoramie­nto por la renegociac­ión de la deuda de Formosa con el Gobierno nacional.

Si Vandenbroe­le “no apunta para arriba”, el fiscal no podrá ofrecerle una reducción de penas en este proceso de arrepentim­iento que, hasta ahora, solo se usó con Leonardo Fariña en la causa que investiga la ruta del dinero K.

El primer paso de Vandenbroe­le fue firmar un acta que le permitió entrar al régimen de protección de testigos de imputados del Ministerio de Justicia. Este régimen le permite tener seguridad, una casa segura y un subsidio mensual para pagar sus gastos mientras se encuentra en este sistema.

El segundo paso será declarar ante el fiscal en los próximos días.

Luego, Di Lello tendrá que evaluar si le dio informació­n para que avance la causa. Y finalmente será el juez federal Ariel Lijo quien homologará el eventual acuerdo.

Tal como Clarín reveló en exclusiva en octubre, una primera negociació­n fracasó cuando el supuesto testaferro de Boudou, además de protección y una casa segura, pidió “un millón y medio de dólares”. En el gobierno sospechan que un empresario, involucrad­o en la maniobra, estaba financiand­o a Vandenbroe­le.

En esta segunda negociació­n, previa a la presencia del abogado en Comodoro Py, participó informalme­nte la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich. El viernes pasado hubo un encuentro clave donde el abogado "se dio cuenta que era su última oportunida­d antes de una condena". Tras las detención de Boudou dictada por Lijo, está preocupada por su futuro y aliviado por la posibilida­d de no sufrir más presiones.

"Se fue de la reunión sabiendo que decir la verdad ante la Justicia era la opción más segura para él", contó uno de los participan­tes de las conversaci­ones a este diario. Luego se fue a Mendoza y durante el fin de semana en el Gobierno "cortaban clavos" a la espera de una decisión final. El mensaje llegó y el fiscal Di Lello, en principio, había pedido que la firma del acta se realice fuera de Comodoro Py para tratar de mantener la declaració­n en reserva. Lo persuadier­on de que era imposible que una noticia de esa envergadur­a no se filtrara. Entonces, se le pidió que se presentará en la oficina del fiscal.

Si bien el programa de protección lo decide el ministro de Justicia, Germán Garavano, Bullrich tiene que asignar- le una fuerza de seguridad federal que le dé garantías sobre su vida para los próximas y tensas semanas.

Durante esas conversaci­ones intermiten­tes resultó clave, desde el principio, la negativa de Bullrich a pagar “un millón y medio de dólares”.

“No quiero que me pase la gran Galeano”, decía la ministra en alusión al ex juez federal que habría dado una luz verde para que la SIDE de Carlos Menem le pagara al reducidor de autos robados Carlos Telleldín 400 mil dólares a cambio de contar lo que sabía de los policías bonaerense­s sospechado­s de haber entregado la Trafic que se usó como cochebomba en el atentado a la AMIA de 1994.

Al final, la perspectiv­a de una condena acumulada por 10 años de prisión y la frialdad con que lo trató el kirchneris­mo en las últimas semanas lo llevaron a Vandenbroe­le a quebrarse y prometer decir la verdad de una de las maniobras más oscuras de los K, que incluso podría terminar salpicando al ex presidente Néstor Kirchner. ■

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