Clarín

Los sonidos de la guerra siria, en una muestra en el subte porteño

La exposición muestra cómo suenan las bombas en una escuela. Está en la galería que cruza bajo la 9 de Julio.

- Silvia Gómez sgomez@clarin.com

Junto a los lustrabota­s, frente a una pequeña cerrajería y a metros de un local de deportes, un espacio de la Galería Sur del subte porteño fue acondicion­ado como si se tratara de un aula. Podría ser la de una escuela porteña o de cualquiera en el mundo. En este caso, a través de una experienci­a sonora, Amnistía Internacio­nal propone imaginar cuáles son los sonidos en una escuela de un país en el que no existen los conflictos bélicos, y otra en la que las guerras y la barbarie se apoderaron de todo. Por un lado, las voces de niños y maestros en armonía; por el otro los sonidos del horror, bombas, ametrallad­oras

y gritos en una escuela de Siria.

La instalació­n, en el pasaje que cruza bajo la 9 de Julio, nació a partir de la historia verdadera de la familia Alftih: Mohammed y Randa vivían en Aleppo, junto a sus cuatro hijos, Sham, Ghaith, Omar y Kareem. Según cuentan desde Amnistía, cuando en 2011 estalló la guerra en Siria, su empresa fue confiscada (tenía una industria de estampado de telas). Cerca de la casa de los Alftih un bombardeo destruyó una escuela, mientras los chicos participab­an de una muestra de dibujos; murieron 20 personas y fue el momento en el que la familia decidió emigrar. Huyeron primero a Damasco, y de ahí cruzaron hacia Líbano. Luego una sobrina de Mohammed residente en Canadá los ayudó a llegar allí. Viven en Peterborou­gh (Ontario), donde tienen un restorán.

Pero no todas las familias logran insertarse. Aunque Argentina posee un programa de ayuda a refugiados sirios, los resultados no serían los esperados: "Se puso en marcha en 2015, durante el gobierno anterior, y con el cambio de administra­ción se ratificó. Pero de las miles de familias que se esperaban recibir, sólo llegaron 300. Es necesario que el Estado ayude en la reinserció­n de los niños en las escuelas y de los adultos a nivel laboral. Si no reciben contención terminan imposibili­tados de adaptarse", explicaron en Amnistía.

En el primer día de esta muestra interactiv­a -que permanecer­á hasta el 24 de noviembre- estuvo presente la mujer que grabó las voces del audio en árabe: Dalal Khadour, nacida en Tartus, frente al mar Mediterrán­eo, hace 53 años. Vive en Buenos Aires desde hace 29 y está casada con un argentino descendien­te de sirios. Tienen una hija y es maestra en la escuela Omar Bin Al Jattab, del Centro Islámico de la República Argentina. "Mi marido viajó a Siria en 2010 y volvió encantado. Se sintió como en el paraíso. Lamentable­mente un año después todo cambió. Yo no viví la guerra en mi país, pero de alguna manera todos estamos afectados, porque algún familiar o algún vecino ha muerto o ha sido herido", contó a Clarín. Al poner la voz en esta instalació­n, Dalal sintió toda la tristeza por lo que sucede en su país: "Todo fue muy emotivo. Sentí que estaba otra vez en Siria", dijo.

La instalació­n tiene dos partes: en la primera se puede escuchar el audio de risas y voces en español, y en la segunda, las voces en árabe y luego todo el horror que genera el sonido de las detonacion­es.

Para Dalal es importante dar a conocer el mensaje. También para Amnistía Internacio­nal: "Hay 22,5 millones de refugiados en el mundo, la mitad son niños. Después de la Segunda Guerra Mundial, es la peor tragedia humanitari­a", expresaron. ■

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EMILIANA MIGUELEZ Refugiados. La instalació­n se basa en la experienci­a de una familia que se escapó a Canadá.

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