“Para mí bailar es como una limpieza”
Martina baila. En la calle, sobre el escenario, entre el público, al aire libre, con amigos o sola. “Pensar con ganas es bailar”. La convicción se le adivina en el cuerpo: “Si estoy quieta, me duermo”. Es capaz de motorizar cinco proyectos a la vez: “Todos atravesados por mis ganas de contagiar las ganas de bailar. Se ponen demasiados requisitos, y es simple: la música en vivo es poderosa, la sentís adentro y después, sin que pase por el intelecto, la podés bailar”.
Integra el grupo King Coya y Queen Cholas junto a las bailarinas Iara Nardi, Laura Friedman y el músico Gaby Kerpel (pionero en la fusión de ritmos folclóricos ancestrales con los electrónicos): él es King Coya. Cuenta que el armado del espectáculo fue mutando. Antes, Kerpel producía la música y las bailarinas armaban la coreografía. Últimamente las creaciones son producto de la improvisación en conjunto. “Gaby propone la música y nosotras le ponemos el cuerpo, o viceversa. A veces cambiamos roles, él baila y nosotras tocamos o cantamos”.
Con máscaras de llamas iluminadas sobre las cabezas, las Cholas hacen su entrada a través de los espectadores, bailando, hasta alcanzar el escenario. “Como salir a la cancha, la incertidumbre es total porque dependemos, en gran medida, de la reacción de la gente”. Mientras se van haciendo lugar, escuchan: “¡Una llama! O ¿están re locos! ¿qué les pasa?”. “Es hacer espacio, ganar espacio y dar espacio. Las Cholas no pretenden admiración, bailan con y para la gente”. Casi al final se invita al público a bailar como único protagonista: “Ahí ves si se generó la complicidad buscada”.
Termina el show. Se cambia de ropa para ir a la fiesta de algún amigo DJ: “Necesito volver a la pista. Para mí bailar es como una limpieza. Es también meditar”.
En Fecha 5, el espectáculo creado junto a Lucía Disalvo, se da el gusto de bailar el relato de un gol de Víctor Hugo Morales, el memorable Boca 4-Independiente 5 del 2012. “El relato es música: hay tiempos, pausas, silencio, ritmo”. Sobre el escenario va dejando que el sonido la articule por partes. Se moviliza hasta que entrega el cuerpo entero. “Como si el escenario fuese agua y yo me sumergiera; la sensación es que el sonido me inunda, igual que en la cancha. Elegí a Víctor Hugo porque él desborda la pasión con palabras”.
-¿Por qué bailar un gol?
-Los hinchas gritan, se abrazan, cantan, llo-
ran, les sale de adentro. Es contagioso. Quise llevar al escenario la pasión compartida.
No fue fácil. “Es un sentimiento muy personal, difícil exhibir la pasión en escena”. Pudo gracias al trabajo en conjunto con la directora Lucía Disalvo: “Con ella me siento cómoda. Bus- ca que la expresión sea real, da lugar a las dificultades. Esto hace genuina la puesta”. -¿Cómo es posible seguir los pasos de la coreografía y expresarse, a la vez?
-Es todo un proceso: uno entrena para poder elegir qué recursos usar. Con el tiempo va aprendiendo a incorporarlos como lenguaje propio, va ganando confianza y, además, está convencido de lo que quiere decir: sé qué voy a hacer pero, una vez que el movimiento arranca, suelto la mente y me entrego. No es no pensar, sino elegir qué pensar. Difícil nombrar estas sensaciones; a la danza hay que experimentarla.
-¿Tu cuerpo es como qué?
-Un canal de expresión y de recepción. Recuerdo que ví una comedia musical; salí y pensé: “Estoy como para ir corriendo a casa”. -¿Qué saca de adentro el cuerpo que baila? -Deseo y poder. Me gusta la frase: bailar como uno puede. También, enseño, en mis clases digo que la intención es dar herramientas al cuerpo para que se comunique.
Recién llegada de una gira por Europa con King Coya y Queen Cholas, mientras aterrizaba, filmó un videíto: el amanecer, un avión estacionando, el camión que pasaba cargando valijas, los chicos haciendo señas con carteles. Capturadas las imágenes las editó a gran velocidad. “Una coreografía perfecta, la vi y me dieron ganas de bailar. Me gustaría habilitar a la gente a que sintiera lo mismo. Expresarnos con libertad nos salva”. ■
A veces es como si el escenario fuera agua y yo me sumergiera. La sensación es que el sonido me inunda, igual que en la cancha”.