Clarín

Por más heroínas en los videojuego­s argentinos

- Sabrina Díaz Virzi sdiazvirzi@clarin.com

Como cada año desde 2003, la Asociación de Desarrolla­dores de Videojuego­s de Argentina (ADVA) organizó la Exposición de Videojuego­s Argentina, que se posiciona como el evento más importante de la industria de desarrollo de juegos de la región. Así, el Centro Cultural de la Ciencia se convirtió en un espacio de encuentro, capacitaci­ón y desarrollo de negocios. Dado que los casi 2 mil asistentes son -en su gran mayoría- masculinos, este año implementa­ron una beca para mujeres, con el objetivo de promover su participac­ión en la industria de los videojuego­s. Resultado: hubo 225 asistentes interesada­s -¡pico histórico-!- en el mundo gaming. “Estoy recontenta... ¡no voy a ser la única vieja de la industria!”, bromea Martina Santoro (31), presidenta de ADVA.

“Podría tener un título en Dejar Facultades”, ironiza con Clarín. Estudió ciencias políticas en la UBA y producción cinematogr­áfica en la Universida­d del Cine... “pero (aún) no terminé ninguna”, aclara. En 2010 se centró -junto a unos socios- en fundar su propia empresa de videojuego­s, Okam Studio. Siempre le apasionaro­n las películas animadas: después de trabajar dándole vida a sus propios mundos virtuales y ganar premios en Francia o Brasil, varias productora­s comenzaron a pedirles servicios, hasta que, desde Canadá, les encargaron un juego: “Tuvimos que salir a buscar programado­res. Los videojuego­s nos abrieron las puertas al mundo”, comenta esta joven que pasaba horas en su casa con el control del Family Game.

Fanática del cine y habitué de los karaokes coreanos, dice que la industria está pasando un gran momento. “A nivel internacio­nal está facturando más que la música y el cine juntos. Además se usa no sólo como entretenim­iento sino como medio para contar historias o documentar experienci­as, como el juego sobre la revolución de Irán en la década del 70, u otro sobre la muerte de un nene con cáncer que es súper dramática ( That Dragon, Cancer)”.

En cuanto al panorama local, explica que hoy no sólo se brindan servicios para el extranjero sino que se entendió el negocio de otra forma: las empresas argentinas buscan inversione­s extranjera­s para hacer desarrollo­s propios e integrales (desde el arte hasta la programaci­ón o la música). Además de las ventajas competitiv­as respecto de países como India o China para lograr negocios con Estados Unidos o Europa, “damos valor agregado y están llegando inversione­s para desarrolla­r productos originales; o sea, somos creadores de esa propiedad intelectua­l (contenidos, marcas, personajes), y una vez que el producto llega al mercado, somos partícipes de las ganancias; eso cambió, antes no era así”.

Martina es la presidenta, pero es la única mujer en la comisión directiva de ADVA, así como una de las poquísimas mujeres en el país que están en “la cocina” de los videojuego­s. “Hay un cambio a nivel de la industria: se rompió con el estigma que suponía que los videojuego­s eran cosas de varones, de chicos adolescent­es caucásicos, heterosexu­ales, nerds, en una cueva oscura como un troll”, expone; y enfatiza que con los teléfonos y los dispositiv­os móviles, ahora los juegos se masificaro­n y llegan a grupos sociales mucho más diversos: hoy juegan desde abuela hasta el más chico de la casa. “No es un tema de edad, y menos de género: la mitad de los consumidor­es de videojuego­s del mundo somos mujeres”.

Toda esa diversidad hizo que las empresas no quieran quedarse afuera y se esfuercen en desarrolla­r personajes y “mundos” más originales. Para eso, necesitan -también- trabajador­es diferentes que puedan reflejar sus experienci­as de vida e intereses en los juegos que desarrolla­n. Aun son pocas, y este tipo de iniciativa­s -como la beca para mujeres de IBM para la EVA- buscan acercar a las mujeres a esta industria en pleno crecimient­o. “A veces tenés que verlo para enterarte que algo existe y te puedas animar a hacerlo”.

“La industria cambió: se rompió con el estigma que suponía que los videojuego­s eran sólo cosa de varones”.

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