Un circuito ilegal que tiene lógica
El contrabando de celulares emergió en 2014 y no paró de crecer. Desde entonces se duplicó la cantidad de unidades estimada por la industria sobre datos certeros. Pero esa precisión derrapa cuando se habla del tema con una terminología culposa que intenta tapar el sol con las manos. Así, el contrabando no sería tal: se lo conoce como “mercado informal o gris”. Ni siquiera negro o ilegal. A la “lista blanca” con que se busca frenarlo aquí se la llama “lista negra enriquecida”, como si usar otras palabras cambiara algo. El ingenio argentino no tiene límites, casi como el contrabando.
El circuito ilegal de smartphones tiene su lógica. Arrancó recién en 2014, en paralelo con la ampliación de la brecha de precios entre el mercado local y el internacional. Esa diferencia quedó clara con el regreso oficial del iPhone al país en abril, cuyos precios justificaban viajar a Miami a comprarlo, con vuelo y hotel por tres días. Otro caso reciente: el Galaxy S8 Plus (modelo top de Samsung), cuesta liberado $ 24.000 y en el circuito ilegal, $ 18.000. Esos $ 6.000 es la rentabilidad objetiva del contrabando, un delito pero negocio al fin. Proclamar la inmoralidad no resuelve nada.
Marcas y fabricantes tienen un GPS para detectar el volumen de la mercadería ilegal. Cada celular posee un IMEI, un documento de identidad con la marca, modelo, procedencia, lugar de fabricación y destino. La “lista negra enriquecida” está basada en el bloqueo de los IMEI irregulares, tal como se implementó en varios países de la región, más recientemente en Chile. Es un sistema efectivo, pero no invulnerable. Desde una marca multinacional confiaron que allí, a poco de funcionar, detectaron más de 20 celulares con el mismo IMEI. En Honduras se llegaron a bloquear casi 500.000 códigos clonados en tres años.
Combatir el delito requiere de una mirada más completa, como ocurrió en otras industrias, como la de la música. El auge del streaming (Spotify, iTunes o Deezer) desarmó la piratería casi por completo: es más caro un CD trucho que pagar una tarifa módica (entre US$3 y US$5) para descargar cientos de miles de álbumes en forma legal, segura y tranquila. ■