Fernanda Roveta: “El primer día que llegué me dijeron: 'Esta es tu pelota, traéla y si te la olvidás, hay una multa’”
A los 29 años, la jugadora de beach handball fue cuarta en la Champions europea con Die Brüder Ismaning, el equipo en el que compite en Alemania, donde tuvo problemas con el idioma pero disfruta un deporte que crece.
Hacerse entender en un idioma lejano al de crianza siempre es una tarea exigente. Lo comprobó Fernanda Roveta cuando llegó a Alemania a probar suerte en el beach handball. “En esta región, el agravante es que hablan un dialecto bávaro muy difícil de comprender, por lo que se han dado algunas situaciones muy graciosas o incómodas -explica-. Un día, en un ascensor lleno de gente, inocentemente hice una consulta evidentemente con las palabras equivocadas y todo terminó en una interpretación errónea que hizo que todos se mataran de risa”.
Die Brüder Ismaning, su equipo en Alemania, la recibió con honores en sus redes sociales. Pero eso no quiere decir que no le haya costado la adaptación. “Mi principal dificultad es entender las cosas informales que se hablan durante los entrenamientos, como los horarios o las fechas. O lo que se habla en el grupo de WhatsApp del equipo -cuenta-. No sólo me la paso pidiendo que me repitan, sino que todo el tiempo le estoy preguntando a mi pareja qué quieren decir los mensajes que escriben en el grupo”.
Su pareja es Sebastián Scovenna, también jugador de handball, y con él encaró la deportista de 29 años esta aventura europea hace dos temporadas. “Conseguí un equipo de handball en Roma y ahí jugué durante una temporada. Pero el proyecto se cayó. A nivel
deportivo, fue una experiencia muy enriquecedora, porque si bien el equipo no participaba de la Liga de Italia, disputábamos partidos con rivales top de ligas de Hungría, Noruega y Montenegro. Esto me permitió aumentar mi roce internacional y mejorar mi juego. Al caerse este proyecto, llegué a Alemania, donde estaba jugando Seba”, le relata a Clarín.
“Empecé de cero con el idioma y con lo que vivir acá implica. Buscando equipo de beach, contacté al técnico de Die Brüder Ismaning, algo así como 'Los hermanos de Ismaning', que es una pequeña localidad en las afueras de Munich. Me invitó a entrenarme y al final quedé en el equipo”. Con ese conjunto, Fernanda salió campeona de Alemania y participó de la reciente Champions europea, finalizando en el cuarto puesto.
-¿Qué lugar ocupa el beach handball en el plano deportivo de Alemania?
-Aquí no tiene la importancia que tiene en España o Brasil, pero está creciendo y la perspectiva de que quizás sea olímpico en el futuro hace que de a poco gane la atención de la Federación Alemana, cuyo presidente estuvo presente en el torneo nacional que se disputó en Berlín y donde salimos campeonas y logramos la clasificación al Europa Champions Cup en Gran Canaria como representantes de Alemania. -¿Qué ventajas y diferencias encontrás con el beach handball en Argentina?
-Principalmente, a nivel infraestructura la diferencia es muy grande. En el club tenemos instalaciones de primer nivel, con dos canchas a disposición, material y arena de muy buena calidad. Eso no sucedía en Argentina ni siquiera a nivel Selección. Cada una tiene su pelota. El primer día que llegué me dijeron: “Esta es tu pelota, traéla y si te la olvidás, hay una multa”. A nivel económico, el deporte es amateur como en Argentina y si bien tenemos sponsors para la indumentaria y algunos viajes, la mayor parte de los gastos los pagamos de nuestro bolsillo. El deporte en sí aun no goza de total apoyo porque las jugadoras de 1° y 2° de la Bundesliga (indoor), al ser profesionales no tienen autorización de los clubes para practicar este deporte.
-¿Qué otros choques tuviste con la adaptación a la vida alemana?
-La adaptación a la ciudad y al idioma fue muy difícil. A través de cursos intensivos y con la ayuda de mis compañeras de equipo, fui ganando confianza y hoy ya me desenvuelvo bien. En cuanto a las costumbres, es un poco difícil adaptarse al nivel de organización que hay acá. Planifican todo con antelación y no dan lugar a la improvisación. Esto se traslada también al juego, en el cual cada uno tiene un rol definido y debe cumplir con lo que se le exige, tanto dentro como fuera de la cancha. -En Alemania te bautizaron “la Messi del beach handball”. ¿Qué pensás de esa comparación?
-Esto surgió como una broma interna del equipo y al ser Messi el deportista argentino más conocido, la comparación salió de manera automática. Pero no pasa de ahí, ja, ja. -Los hermanos Simonet -Sebastián, Diego y Pablo- son emblemáticos a nivel internacional y tienen paso por el handball europeo. ¿En Alemania también son reconocidos? -En Argentina, el apellido Simonet es sinónimo de handball, pero en Alemania, si bien los cono- cen porque son parte de la Selección desde hace muchos años y disputan Mundiales y competencias internacionales, su nivel de popularidad no llega a ser tan alto como en otros países. Alemania tiene la liga más fuerte del mundo y por lo tanto vienen los mejores jugadores y la competencia es enorme.
Roveta, nacida en San Antonio de Padua, tuvo sus comienzos en handball y luego se pasó al beach. “Juan Gregorio de Arma era mi profesor en la escuela y me llevó a jugar a Vélez -recuerda-. Ahí comencé en Juveniles, me formé como deportista y como persona, haciendo amigas que conservo hasta hoy y que son como mi familia. En Vélez conocí también a mi 'papá' del handball, como yo le digo, Salvador 'Tano' Comparone, quien me introdujo en el beach handball, convocándome para la Selección argentina y teniéndome en cuenta desde la primera hora. -En la Selección de beach tuviste un alto nivel. ¿Qué resaltás de esa experiencia?
-En la Selección estuve desde el principio, cuando el beach handball no era conocido en Argentina, y crecí junto al deporte. El proceso de aprendizaje fue largo. El país no tenía una cultura ni tradición en el deporte y por lo tanto tuvimos que aprender y crecer a medida que participábamos en los torneos internacionales, teniendo siempre como referencia a Brasil e intentando emular sus formas de juego, de entrenarse y de prepararse. Muchas compañeras que formaron parte de este proceso aún están en la Selección y cosechan los frutos de todos esos años de siembra, lo cual me alegra mucho y me enorgullece.