La residencia que fue testigo de la vida de varios presidentes
La donación de Carlos Villate Olaguer, descendiente de la familia Azcuénaga, tuvo como condición que la residencia fuera la casa de los presidentes. Una cláusula aclaraba que, de no usarse con esos fines, las tierras debían volver a manos de los dueños originales para destinarlas a la construcción de un parque público. Aunque el proceso de traspaso se terminó de concretar en 1920, ni Hipólito Yrigoyen ni su sucesor, Marcelo Torcuato de Alvear, habitaron la residencia.
Fue Juan Domingo Perón, durante su primera presidencia, quien comenzó a vivir allí con regularidad. Es más, Perón murió en Olivos cuando ejercía su tercer mandato, en 1974.
Además del chalet presidencial, en el interior del predio hay canchas de tenis, fútbol y golf. También cuenta con un microcine, una capilla, una residencia para huéspedes y un espacio para la custodia militar. En el interior trabajan 112 personas que dependen de la Secretaría General de la Presidencia.
Quien hizo las mayores reformas fue Carlos Menem durante sus dos presidencias. Y una vez que asumió Macri, en diciembre de 2015, tardó unos meses en mudarse a Olivos, donde su esposa, Juliana Awada, se puso al frente de algunas obras para remodelar determinados sectores tras la partida de Cristina Kirchner.