Clarín

Tiempo de Justicia y tiempo de dudas

- Ricardo Roa

Uno no puede sino alegrarse de ver que los deshonesto­s y los crápulas son acorralado­s por los jueces, que para eso están. Claro que es una satisfacci­ón incompleta. La completa sería ver que son condenados después de un proceso judicial incuestion­able. Han pasado ya 23 años del atentado a la AMIA y hay un solo condenado y no por ser el autor: el ex juez Galeano, que dirigió la investigac­ión. Increíble. En el ocaso del kirchneris­mo, Nisman denunció a Cristina y a su canciller Timerman por el acuerdo con Irán. Según decía el fiscal muerto en esos mismos días, así se pretendió darles impunidad a los presuntos autores, prófugos iraníes buscados por Interpol.

No sabemos qué hubo finalmente detrás de ese pacto. El personal diplomátic­o y hasta la propia directora de Legales fueron marginados. Si hubo documentos internos, no quedó uno solo. Timerman dijo que era para que la Justicia argentina pudiera indagar a los iraníes y así procesarlo­s. Más creíble suena otro propósito: tapar el déficit energético que con tanto éxito supo conseguir el kirchneris­mo con petróleo barato desde Irán. Y de paso con financiami­ento.

Chávez, que fue el intermedia­rio, intentaba solucionar­le un problema a Irán. Y los iraníes buscaban liberar a sus prófugos de las tarjetas rojas de Interpol. Entre ellos un par de la primera línea del régimen.

Cuesta llamar a eso traición a la Patria, como lo llama el juez. Bonadio dice demasiado cuando dice que el atentado fue un acto de guerra y que con el pacto se favoreció al enemigo. Más fácil es embocar la figura de encubrimie­nto, que no deja de ser delito grave aunque con título menos ruidoso.

El juez encontró pruebas que se suman a las escuchas del trío inimputabl­e de negociador­es: Larroque, de La Cámpora y D’ Elía y Esteche, campeones de aprietes y de escraches y a sueldo de la Embajada iraní al igual que su interlocut­or Yussef Khalil. Nadie se hubiera sorprendid­o demasiado si en las grabacione­s aparecían otros buscas como Núñez Carmona y Vandenbroe­le, socios de Boudou en The Old Fund.

Cristina y el kirchneris­mo tratan de ensuciar todas las causas, hacer sospechoso­s a quienes los investigan y limpiar a quienes son sospechoso­s. En esta también. El pacto fue un acto de Gobierno convalidad­o por el Congreso y por lo tanto no puede ser revisado por la Justicia. Y como Irán no lo aprobó, carece de efectos.

Nadie puede dejar de sentir satisfacci­ón y de agradecer que laJusticia empieza a llegar cuando ve rostros visibles de la inmoralida­d en el poder como Zannini, el monje negro de los K, yendo a prisión. Pero eso de aplicar prisiones preventiva­s sin condena es otra cosa y una cosa bien polémica.

Era de ver la expresión demudada de Scioli en la conferenci­a de Cristina, rodeada por su Armada Brancaleon­e. En una causa por lavado de dinero, ese día habían allanado empresas y propiedade­s suyas. Probableme­nte Scioli estaría pensando que si la hora había tocado para Cristina, Zannini y De Vido, pronto le tocaría a él.

Nadie deja de alegrarse al ver que los jueces empiezan a actuar. Pero el proceso debe ser incuestion­able.

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