Londres y París dejan solo a Trump con su declaración sobre Jerusalén
También Alemania, Italia y Suecia se opusieron. Son los principales aliados de Washington.
Estados Unidos intentó defender ayer en las Naciones Unidas la controvertida decisión de reconocer a Jerusalén como capital de Israel -una medida que desató el repudio mundial generalizado y una ola de violencia que amenaza con expandirse- pero recibió durísimas críticas y también quedó al desnudo que el gobierno de Donald Trump está más solo que nunca en su posición.
En una sesión convocada de emergencia por el Consejo de Seguridad de la ONU, el órgano que vela por el mantenimiento de la paz y la seguridad en el mundo, Washington debió escuchar fuertes diatribas de los miembros, mientras que ya había misilazos, dos muertos y centenares de heridos en Oriente Medio.
Ningún país salió en defensa de Washington y prácticamente todos le alertaron que su decisión violaba las resoluciones de la ONU. “Cualquier decisión unilateral menoscaba los esfuerzos para la paz. Y tengo que decirlo, estoy preocupado por el riesgo de una escalada violenta”, afirmó el representante del organismo en el proceso de paz, Nicolai Mladenov.
El Reino Unido y Francia ,que junto a EE.UU, son el trio occidental en el Consejo Permanente de Seguridad que completa China y Rusia, se sumaron a Italia, Suecia y Alemania en una declaración conjunta que estimó que la decisión estadounidense “no está en concordancia con resoluciones de Naciones Unidas” y “no es útil para las perspectivas de paz en la región”. “El estatus de Jerusalén debe ser determinado mediante negociaciones entre israelíes y palestinos”, resumió la declaración.
Agregaron que “ha sido una cons- tante posición de los miembros de la Unión Europea que, como parte de ese marco, Jerusalén básicamente debería ser la capital tanto del Estado israelí como del palestino”, sostuvo el texto. “Hasta entonces no reconocemos soberanía sobre Jerusalén”.
El representante francés señaló que EE.UU. debía atenerse a las resoluciones de la ONU. Rusia y China manifestaron su preocupación por el proceso de paz y Londres –tradicional aliado de Washington- dijo que mantendrá su embajada en Tel Aviv.
Previamente, la embajadora estadounidense ante la ONU, Nikki Haley, había intentado defender la medida: “Nuestras acciones deben impulsar el objetivo de la paz”, dijo. Señaló que Trump se sigue sintiendo comprometido con el proceso de paz en Oriente Medio y que creía que podrían “estar más cerca del objetivo que nunca antes”, añadió.
La embajadora intentaba minimizar el impacto que la decisión podría tener en la región: “No es un revés para el proceso, mi país mantiene su compromiso de apoyarlo. Tener la embajada donde está la capital es solo una decisión de sentido común. EE.UU. fue el primero en reconocer a Israel y ahora es el primero en aceptar su capital. Hemos admitido lo ob- vio”, se justificó Haley.
En la misma línea discursiva actuó el canciller, Rex Tillerson, un “moderado” dentro del gabinete de Trump. Desde París, señaló que la decisión de EE.UU. no tiene relación con el estatus de Jerusalén, cuya parte oriental es reivindicada por los palestinos como su capital, y que Washington sigue comprometido con el proceso de paz. En una rueda de prensa junto a su par francés, Jean-Yves Le Drian, sostuvo que la medida “deja a las partes para que negocien y decidan” sobre el destino de Jerusalén.
Además, se refirió al traslado de la embajada estadounidense desde Tel Aviv a la disputada ciudad. Dijo que “necesita tiempo” y podría extenderse más allá del año que viene, ya que hay que construir un edificio nuevo y tener autorizaciones especiales del gobierno israelí, que descuenta que serán obtenidas fácilmente.
Trump tomó la polémica decisión para cumplir una promesa de campaña que apunta en especial a mantener contento al estratégico electorado cristiano evangélico -Jerusalén es un lugar sagrado también para los cristianos-, al sector de los judíos más conservadores y a grandes aportantes de su campaña como el magnate del juego Sheldon Adelson.
Pero la administración de Benjamín Netanyahu es la gran beneficiada porque EE.UU. es el primer país que reconoce a Jerusalén como capital israelí, mientras que el resto se atiene a las resoluciones de la ONU y mantiene las embajadas en Tel Aviv. En el Consejo de Seguridad, el embajador israelí celebró la decisión de Trump como “un hito para Israel, la paz y el mundo”. El diplomático palestino Riyad Mansur la calificó de “extremadamente lamentable”. ■