“Un triunfo de Piñera sería no sólo un retroceso, sino un riesgo para Chile”
La líder de izquierda critica con dureza al ex presidente conservador, y anunció que votará el domingo 17 por el oficialista Alejandro Guillier.
Beatriz Sánchez se convirtió en la gran figura política de Chile el domingo 19 de noviembre. Esa noche, cuando se conocieron los resultados de la primera vuelta de las elecciones presidenciales, la ex periodista sorprendió con más del 20,2% de los votos, el doble de lo que preveían las encuestas. Y aunque quedó en tercer lugar y, por lo tanto, fuera del balotaje, estuvo muy cerca de quitarle el segundo puesto al oficialista Alejandro Guillier, quien obtuvo el 22,7% y volverá a enfrentarse en las u|rnas con el ex presidente conservador Sebastián Piñera, quien quedó adelante con el 36,6%.
En pocos meses de campaña, esta columnista de medios gráficos, radio y TV, de 46 años, pasó de ser casi una desconocida en la escena política a referente de miles de votantes que mostraron su hastío por los partidos tradicionales. El Frente Amplio (FA) que lidera, un conglomerado de 14 partidos y organizaciones de izquierda, pasó de tener tres diputados en el Congreso, a 20, más un senador, y forma un nuevo bloque parlamentario que se abre camino entre las dos alianzas que se disputaron el poder desde que Chile recuperó la democracia, en 1990.
Esta semana, Sánchez anunció que dará su voto a Guillier, de la alianza de centroizquierda Fuerza de la Mayoría, en la elección del 17 de diciembre. Eso generó cierta tensión y críticas por parte de miembros del FA que manifiestan su rechazo a los dos candidatos del balotaje. “Mi voto no es por las propuestas de Alejandro Guillier. Es un voto contra Piñera”, aclara la líder del Frente en un diálogo telefónico con Clarín. Y remarca que una eventual victoria del ex presidente, que lidera la coalición de centroderecha Chile Vamos, sería “no sólo un retroceso, sino un riesgo para Chile”.
-El Frente Amplio había decidido días atrás dejar en libertad de acción a sus votantes de cara a la segunda vuelta. Ahora usted anunció que votará a Alejandro Guillier. ¿Por qué? -Nosotros habíamos decidido dar libertad de acción a nuestros votantes, porque no nos sentimos dueños de los votos de nadie. Pero sí me parecía importante que yo, como ex candidata y líder del Frente Amplio tenía que decir a quién iba a votar, como lo he hecho en todas las elecciones. Estábamos, como partido, en una etapa de reflexión, para digerir lo que nos pasó en la primera vuelta, entenderlo. Pero esto se quebró esta semana, cuando Piñera puso en cues- tión algo muy valioso, como nuestro sistema electoral, al hacerse eco de denuncias sobre supuesto fraude que no tenían ninguna base. Eso es muy peligroso. Tenemos un sistema que funciona de manera muy transparente, que nunca fue cuestionado. Piñera dijo que antes de la primera vuelta había votos marcados con el nombre de Guillier y con mi nombre. Eso demostró que si gana Piñera sería no sólo un retroceso en materia de derechos, en materia de distribución, sino que además es un riesgo para Chile si es capaz de cuestionar nuestro sistema democrático. Mi voto no es tanto un voto por las propuestas de Guillier, sino que voy a votar contra Piñera.
-¿No la convencen las propuestas de Guillier? -Ya dije que si Guillier quiere acercarse a los votantes del Frente Amplio, tiene que hacer más. Es cierto que ha tomado algunas de nuestras propuestas en su programa de gobierno, pero todavía ha sido ambiguo en muchos temas. Nosotros teníamos propuestas muy concretas en cuanto a la educación gratuita, el impuesto a los super ricos, una justicia tributaria. Yo, de todos modos, no llamo a nadie a votar a Guillier. Dentro del Frente Amplio varios dicen que no van a votar a ninguno de los dos candidatos. Y eso lo respeto.
-Para casi todos en Chile, incluso para usted y su partido, el caudal de votos obtenido el 19 de noviembre fue una sorpresa...
-Sí, estamos muy contentos. Pero no fue un voto solamente a una figura presidencial, no fue para mí. Fue la elección por una idea. Hemos logrado también 20 parlamentarios y un senador. Ni en nuestros mejores cálculos pensamos que tendríamos tantos parlamentarios electos. -¿A qué lo atribuye?
Piñera puso en cuestión algo muy valioso, el sistema electoral, con denuncias de fraude que no tenían ninguna base”.
-Básicamente, quisimos tratar de volver a conectar con las personas. Empezar a escuchar lo que las personas quieren para elaborar las propuestas, y no suponer lo que las personas quieren. ¿Por qué surge el Frente Amplio? ¿Por qué yo soy una candidata presidencial pese a no venir de un riñón político? Yo era de las pocas periodistas que tenía columnas de opinión, hacía editoriales todos los días, me iba con columnas muy duras, en el diario Publimetro, que se distribuye en forma gratuita, y en una radio más pequeñita, La Clave. ¿Cuál era nuestro desafío como Frente Amplio? desde hace harto tiempo veníamos diciendo que hay que volver a tender puentes desde la élite, desde los que están tomando las decisiones, hacia las personas. Esos puentes están rotos. Por eso surge el Frente Amplio y mi candidatura. Para tratar de volver a conectar. Y creo que lo logramos, tratando de hacer política de otra forma.
-¿De qué forma?
-Yo he tratado de mostrar un liderazgo que sea transparente. Me mantuve super estricta con lo que yo soy. Uno tiene que hablar de felicidad, hacer política mirando a los ojos, hablar en un lenguaje sencillo, no subirse a los podios. Nunca cambiamos para hacer la campaña. Se demostró que esa forma de hacer política era algo que se necesitaba. Las propuestas y el modo. Fue un todo. En algún momento yo pensé que éramos demasiado ingenuos, que estábamos haciendo campaña con mucha ingenuidad, y en algún momento pensé que le estaba haciendo mal a la campaña. Pero al mismo tiempo, ví que había un valor en la ingenuidad. A lo mejor le hacía falta a la política chilena no perder la inocencia. Se valora si hay transparencia. Yo creo que eso fue un punto a favor también. Este traspaso de confianza, en un país con una desconfianza total en sus líderes políticos, es una responsabilidad para nosotros.
-¿Por qué la gente confió en ustedes? ¿Qué propuestas fueron más atractivas?
-En general, nosotros estamos planteando un pacto social distinto. Yo no soy crítica total de lo que hizo la Concertación y la Nueva Mayoría (la coalición de centroizquierda que gobierna hoy) desde que recuperamos la democracia. Creo que fueron años donde en Chile se logró una cierta estabilidad, donde efectivamente la gente empezó a vivir mejor, donde se bajó el índice de pobreza. Pero creo que este pacto social que respondió a una época específica se agotó. Hoy día si bien las personas en Chile tienen un estándar de vida que es mejor que en otros paises de América Latina, nosotros tenemos una desigualdad que es estructural. Y una concentración del poder económico y político que es brutal, y ahí es donde estamos apuntando. No queremos borrar todo para atrás. Somos críticos de que a esta altura estemos sosteniendo el mismo pacto. Queremos un pacto social distinto.
-¿Y cómo sería?
-Esto tiene que ver con un sistema de seguridad social, que no sea un negocio la salud, las pensiones, la educación y la vivienda. Pedimos el fin de las AFP (el sistema privado de jubilaciones), educación gratuita para todos y todas, condonar todas las deudas de los estudiantes en Chile. Hay estudiantes en Chile endeudados con los bancos, el costo de un departamento, sólo por haber hecho una carrera universitaria. Eso es brutal. La salud tiene que tener un sistema solidario universal. No puede ser que porque la gente no tenga plata se muera porque no tiene un tratamiento, y eso está pasando todos los días. Hay dimensiones donde decimos “fuera el negocio” y llegó el momento en que el Estado asuma un rol de seguridad social, como ocurre en buena parte del mundo menos en Chile. Y lo segundo, es una profundización democrática, que participemos como ciudadanos de las decisiones que se toman. Hoy día no participamos de ninguna decisión. Sólo nos piden el voto cada cuatro años y por eso cada vez vota menos gente. Hay que participar desde plebiscitos comunales, regionales. Iniciativas populares de ley, que las organizaciones sociales puedan tomar parte del diseño de políticas públicas, tenemos que participar en proyectos productivos. Y tenemos que cambiar la Constitución a través de una asamblea constituyente.
-¿Y cree que esto será posible?
-Creemos que todo esto es absolutamente posible. No en cuatro años. Para la campaña presentamos un proyecto de gobierno de 350 páginas, con todos los detalles. Evidentemente aquí no engañamos a nadie, nadie vende algo que no es. En cuatro años se pueden sentar las bases para los cambios, pero no se hacen los cambios en ese tiempo. Teníamos propuestas de corto, mediano y largo plazo. Sí se pueden hacer las cosas, con sabiduría. En Chile, con la Constitución que hemos heredado de la dictadura, es muy difícil cambiar las cosas.
-Los han comparado con el movimiento Podemos, de España. ¿Se identifican con ellos?
-Hay cierta sintonía. No sólo con Podemos sino con conglomerados políticos o partidos que van surgiendo en el mundo que tienen una mirada más crítica a las élites. Lo mismo pasa en Chile, por distintas razones, que tienen que ver con cada país, pero hay un rechazo a las élites tradicionales, tanto en las formas como en el fondo. La conexión es parecida en el sentido de que en Chile también hay dos conglomerados que han estado siempre en el poder, como en España, y surgió Podemos como una tercera fuerza de manera inesperada, y que hizo un tránsito político parecido al nuestro. No podemos igualar una fórmula con otra, porque pertenecemos a realidades distintas, pero sí hay un cierto concepto de fondo que es parecido, que hace que tengamos una sintonía similar.
-El escenario para la segunda vuelta es más reñido. Antes de la primera se creía que Piñera tendría una ventaja mucho mayor y que su llegada a la presidencia era casi segura. Ahora las encuestas hablan casi de un empate técnico. ¿Cree que Guillier tiene chances de ganar?
-No sólo lo que dijeron las encuestas estaban totalmente equivocadas, sino que los medios también generaron un clima de que esto ya era carrera corrida, se generó un clima de triunfalismo. Pero después de la primera vuelta se dio un clima de depresión pos elecciones. Esta instalación de los medios tradicionales de que ya era un hecho que Piñera era presdiente, también generó la idea de que los chilenos no quieren cambios, que les gusta el país tal como está, que la plata compre cosas y que la gente quiere más plata para tener mejor salud y mejor educación. Es lo que cree Piñera. Lo que mostró la elección, sobre todo con los votos que nosotros captamos, es que los chilenos no están por eso, que creen en una vida distinta. No digo que no tengan libertad de elección, yo creo que es deseable elegir y buscar el consumo para una vida más plena y que se luche por un mejor sueldo. Pero para tener la verdadera libertad de elegir, tenemos que igualar la cancha primero. Hoy día, con una desigualdad estructural tan grande, con la mitad de los chilenos ganando sueldos tan bajos, ¿quién tiene posibilidad de elegir? Para la derecha se fue al tacho la expectativa de un triunfo rápido y seguro. Pero también se afecta lectura que ellos hacían de que los chilenos no quieren cambios ni reformas.
En Chile tenemos una desigualdad estructural. Y una concentración del poder económico y político que es brutal”.