Clarín

El ex espía tras la sombra del jerarca nazi

- Héctor Gambini hgambini@clarin.com

¿Cómo es un espía del Mossad?

Ahora mismo, acá, en este bar de una esquina de San Telmo, es un hombre semicalvo, de cejas anchas y sonrisa despareja. Con barba de dos días, una remera verde escote en V de cuyo cuello cuelgan lentes de aumento, estatura media, pantalón gris, panza respetable y zapatos marrones.

Lleva un reloj discreto en la muñeca izquierda que mira dos o tres veces y acata con curiosidad cada una de las indicacion­es del fotógrafo que lo retrata en la calle. Un poco más a la derecha. Mire hacia adelante. Así. ¿It’s ok?, pregunta él. Y vuelve a girar hacia donde le dicen, como si fuera un nene de la primaria obediente en la foto individual del patio del colegio.

Si el espía perfecto tiene la apariencia de cualquiera, de nadie en especial, del tipo a quien nadie recordaría especialme­nte aunque baile el carnaval carioca en una fiesta, ése es Avner Avraham. Aunque sólo tiene 52 años, está jubilado del servicio secreto israelí -uno de los más eficaces y prestigios­os del mundo-, donde estuvo activo durante más de 20 años.

¿Jubilado? ¿Ya? El Mossad reconoce dos años de antigüedad por cada uno pasado en el exterior, explica. Avraham fue agente de inteligenc­ia en 40 países. Acumuló años y se retiró, aunque nunca se sabe. Por eso se sienta en la mesa del bar sólo del lado de donde se ve la puerta de entrada. Nunca le daría la espalda. Es un hombre entrenado para evitar sorpresas.

Lo trae por aquí la sombra de una obsesión que, como esos relámpagos fulminante­s de casualidad inesperada, le cambió la vida.

Avraham acaba de darle un par de indicacion­es a Ben Kingsley (el maravillos­o actor que ganó el Oscar por Gandhi), quien está en Buenos Aires haciendo de Adolf Eichmann, el jerarca nazi condenado a muerte en Israel por ser ejecutor de la solución final, el brazo más rígido de Hitler en el plan sistemátic­o para el asesinato de los judíos en Europa durante el Holocausto.

Eichmann vivió en la Argentina hasta 1960, cuando fue secuestrad­o por un comando del Mossad y llevado a Israel, donde terminó ahorcado al año siguiente. La Operación Garibaldi fue clandestin­a y llevó a un entredicho diplomátic­o con el gobierno de Arturo Frondizi. Garibaldi es el nombre de la calle de San Fernando donde vivía Eichmann, con un pasaporte a nombre de Ricardo Klement.

Avraham ni había nacido cuando eso ocurrió, pero 50 años después del episodio reparó en unas viejas cajas que acumulaban polvo en uno de los archivos de su oficina en Tel Aviv. Cuando las abrió, también abrió la puerta de una historia fascinante en la que se metió de cuerpo y alma. Allí estaban el DNI falso de Eichmann, la patente falsa del auto que los agentes del Mossad le pusieron al coche con el que se llevaron al nazi de la puerta de su casa, objetos personales de Eichmann, y decenas de fotos de quien vivía en el conurbano bonaerense como un humilde padre de familia, obrero de la Mercedes Benz.

Un poco más allá, a pasos de la oficina del primer hallazgo, Avraham encontró unos paneles de cristal blindado. Ellos formaban el cubo de protección antibalas que rodeaba al banquillo del acusado, en cada sesión del juicio a Eichmann donde el hombre sólo aceptaba haber cumplido órdenes superiores del na- zismo. Hacer lo que le decían.

Su testimonio sencillo y desprovist­o de culpa, su justificac­ión de apariencia ingenua acerca de aquellas órdenes que él no podía evitar sólo porque se la daban sus superiores fue el que llevó a Hannah Arendt a escribir Eichmann en Jerusalén, el nombre de un libro que terminó superado por uno de sus subtítulos: La banalidad del mal. Arendt cubrió el juicio a Eichmann para la revista estadounid­ense The New Yorker.

Apasionado por la historia del escondite y del operativo en la Argentina -que involucró a más de 100 personas durante varios meses de investigac­ión minuciosa- Avraham desempolvó cada objeto, lo catalogó y lo organizó como una muestra de museo para los propios agentes del Mossad.

La exhibición llegó a oídos del primer ministro Benjamín Netanyahu, que fue a verla con sus propios ojos y sugirió: “Llevémosla al Parlamento”. Allí se exhibió al público y en un par de años había llegado a Estados Unidos.

La curiosidad que se volvió obsesión ya está en las grandes ligas. La muestra se expone ahora en un museo de Manhattan donde ya la vieron 50.000 personas.

Avraham participa como asesor en la película que contará la historia de la Operación Garibaldi -”mi trabajo es acercar la ficción lo más posible a la realidad”, define- pero sigue la sombra de Eichmann a cada paso.

Esta semana fue a darse una vuelta por aquella cuadra mítica de la calle Garibaldi, en el GBA, pero la casa de los Eichmann ya no está. Fue demolida por orden de sus hijos, que no podían alquilarla porque nadie quería vivir en un sitio donde día por medio llegaban contingent­es de turistas extranjero­s a tocar timbre y sacar fotos. Ahora hay un baldío con un muro y un portón donde muchos de los vecinos estacionan sus autos. Para Avraham, el agente, el terreno sigue siendo de los Eichmann, que ahora viven en Alemania.

“No me moleste más. El era un buen vecino”, le dijo una anciana cuando nuestro espía vio que ella tenía la edad suficiente como para haber conocido al jerarca nazi. Así fue.

Avraham rebobina en el pasado y busca más y más datos. Por eso escucha atento, con los ojos vivaces que se mueven ansiosos o se clavan en un punto fijo, la más argentina de las historias sobre Eichmann.

La que cuenta que, dos días antes de su ejecución en Israel, fue secuestrad­a en Buenos Aires una adolescent­e llamada Norma Penjerek. Que su cuerpo fue hallado casi 50 días después en un descampado de Llavallol, al sur del Gran Buenos Aires, y que por su crimen fue detenido un hombre sobre el que se montó un huracán mediático -cuando aún no existía esa palabra- que terminó en la impunidad.

Algunos pequeños detalles: Norma medía 1,52 y tenía 16 años y el cadáver hallado medía 1,62 y pertenecía a una mujer “de unos 25 años” según los peritos. Los cadáveres pueden encogerse, pero jamás crecen. ¿Y entonces?

Entonces un primo de Norma le cuenta a Clarín, 50 años después, que en su familia siempre llamó la atención que su tío Enrique, el papá de la chica desapareci­da y presuntame­nte asesinada, viajara solo, a España, tres veces a fines de los 50, cuando Eichmann aún vivía en la clandestin­idad. Viajes a Europa en aquellos años imposibles, siendo Enrique Penjerek un sencillo empleado municipal de ingresos y vivir modestos.

¿Fue este hombre el contacto con el Mossad que “marcó” a Eichmann en la Argentina? ¿Norma Penjerek fue, en realidad, sacada del país por los servicios israelíes para protegerla ante la inminente ejecución de Eichmann, ocurrida en las afueras de Tel Aviv dos días después? ¿Fue, por el contrario, secuestrad­a por grupos de simpatías pronazis que quisieron tenerla como rehén para torcer la decisión del tribunal israelí sobre el jerarca alemán?

Avraham asegura no haber conocido estas versiones, aunque acepta que la primera identifica­ción de Eichmann en la Argentina puede tener más de una posibilida­d. Promete investigar. Buscar más. Llegar al último Penjerek dispuesto a hablar, que vive en Hurlingham.

El agente habla poco en inglés y mucho en hebreo -la entrevista no se podría haber hecho sin la ayuda invalorabl­e de la periodista Paula Galinsky-, y está atento a todo lo que pasa alrededor. Habla, pero también mide.

Lleva una credencial colgando sobre la remera que dice su nombre, el de la película que están filmando -” Finale”, por Operación Finaly su extraño cargo en el set: Chief Mossad Consultant. Algo así como Asesor Jefe del Mossad.

Saluda y se va. Sube la escalera lustrada del bar hacia los baños, sale en un minuto y vuelve a caminar por Bolívar entre un ciclista que lo pasa como una tromba, un policía que lee la pantalla del celular y un colectivo que acelera hacia el Sur porteño. El espía que sigue la sombra del jerarca nazi se pierde en Buenos Aires y le sienta bien. Es eso.

Es, otra vez, nadie. ■

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DIEGO WALDMAN El Mossad en San Telmo. Avner Avraham es asesor de una película sobre Eichmann que se filma en Buenos Aires.
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Adolf Eichmann. El jerarca nazi, que vivió en la Argentina, fue ejecutado en Israel.
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