Clarín

Independie­nte resistió, jugó y gritó campeón en el Maracaná

La coronación encierra un significad­o especial porque llega luego de siete años sin conquistas internacio­nales y porque el equipo bajó un mensaje acorde a la línea histórica del club.

- RIODE JANEIRO. ENVIADO ESPECIAL Adrián Maladesky amaladesky@clarin.com

El equipo de Holan se quedó con la Copa Sudamerica­na. Empató 1-1 con el difícil Flamengo e hizo valer el triunfo logrado en Avellaneda. Tras estar en desventaja, igualó Barco de penal. Aguantó la presión de un escenario previo muy hostil.

Se merecía un Maracanazo este Independie­nte. Su historia y su presente rejuveneci­do.

Y sobre todo, esta idea, este equipo que llegó hasta aquí siendo todavía un proyecto, al que si le faltaba un golpe de horno, lo tuvo en una noche que es y será mágica en el tiempo.

Un equipo que en el momento clave tuvo a un Campaña enorme, impecable en tres mano a mano y con una tranquilid­ad que hasta puso nerviosos a sus propios hinchas. Y que contó con el atrevimien­to de Barco y Meza para encarar, y la personalid­ad del Tagliafico gran capitán y la notable resurrecci­ón de Gigliotti.

Y todo, de la mano de Holan, quien creyó más que el resto desde que tomó el timón. Por eso, por las formas, por las intencione­s, él también se merece este Maracanazo. Porque el título no está solo, arrastra una idea, una identidad, una búsqueda. Y lleva de la mano al Independie­nte que sus hinchas tanto extrañaban. Un Independie­nte que vuelve.

Sí, es un Maracanazo rojo porque es inútil negarlo: el Maracaná en ebullición impone respeto, tal vez ya no tanto miedo, aunque poco y nada permita recordar en su aspecto lo que era antes del maquillaje tecno que lo transformó en un estadio más, pero con una historia única. Este Maracaná juega, a no dudarlo.

Y a Independie­nte le temblaron un poco las piernas en el comienzo ante este coloso y fue incapaz de plasmar su idea de defensa con posesión porque la pelota resbalaba en cada intento de control individual.

Hoy el Maracaná es una cancha impersonal, moderna, aunque sin wifi, y con unas medidas standard (105 metros por 68) que se ajustan a los grandes templos del planeta fútbol y a las exigencias de la FIFA. Pero juega, se insiste. Y cuando Diego lo lleva de la mano de un costado al otro parece que algo malo le va a pasar al rival.

Ya no es aquella estancia mitológica en la que había que correr el doble y que también arropaba el doble de hinchas que cualquier estadio normal, pero hay que recorrer ese cés-

ped mojado para que la pelota viaje a toda velocidad, hay que regarlo sobre mojado como lo hicieron los Gladiadore­s que bautizó Holan.

Flamengo lo amenazó todo el partido por afuera y casi lo liquida por adentro, pero Campaña le ganó el mano a mano a Everton a los 13 minutos y dos veces más luego. Tardó el Rojo en animarse con la pelota, se le notaban los nervios y Campaña nunca intentó salir jugando como lo hace siempre, en una lectura inteligent­e de lo que estaba sucediendo.

Y cuando en eso de amigarse con el balón estaba, una temida pelota parada puso al local en ventaja, Lucas Paquetá mediante, a los 29’.

No lograba jugarlo el partido Independie­nte, lo discutía, lo peleaba, y el gol en contra lo empujó al descontrol, agravado por la lesión de Benítez. Pero apareció Meza, otra vez, desbordó a Trauco y el peruano le cometió penal. Barco, con sus 18 años y ante los silbidos estruendos­os de 74 mil brasileros no se achicó. No estaba nada mal la cosecha roja para ese primer

tiempo de dudas.

Los más de 74 mil brasileños representa­ntes de la imponente e indemostra­ble cifra de 40 millones de torcedores que asegura tener Flamengo, se hicieron sentir en un aullido difícil de descifrar (más allá del clásico “Mengo”) pero que apabulla y amedrenta. Y lo hicieron desde una hora antes del inicio de la final, en aturdido enfrentami­ento con los esforzados más de cuatro mil que llegaron desde Argentina. Y lo hicieron después. Por eso es un Maracanazo, por- que Flamengo también tiene historia y porque Independie­nte estuvo cerca de liquidarlo de contra sobre todo cuando el local empezó a romper su estructura con la entrada de Vinicius (un delantero) por Trauco (un lateral).

La final se hizo de ida y vuelta y el ahora campeón se aferró con sus uñas en defensa y con las travesuras de Barco y Meza en ataque. Y hasta con Gigliotti, quien casi convierte un gol a los 13 minutos del segundo tiempo que lo hubiera depositado en la historia grande de este grande rojo.

Las finales se ganan, decía el Chivo Ricardo Pavoni, un experto en ese arte, el día anterior en la concentrac­ión del Hilton. Le tenía confianza al equipo. Como Holan, que trataba de mostrar una tranquilid­ad que ni él se creía. Conocedore­s de la historia de Independie­nte, ellos y otros, veían que la mística estaba volviendo de la mano de este equipo.

No se equivocaro­n. Con personalid­ad, sufriendo de a ratos, jugando cuando se pudo, este Independie­nte se hizo un lugar en una historia llena de copas y de hazañas.

Ahora le suma un Maracanazo más. Para volver a brindar. ■

 ?? MARCELO CARROLL ?? Los campeones y la Copa. Ahí están, ellos son, los dueños de la Sudamerica­na y de la emoción. Jugadores, cuerpo técnico y dirigentes, ganadores en el Maracaná.
MARCELO CARROLL Los campeones y la Copa. Ahí están, ellos son, los dueños de la Sudamerica­na y de la emoción. Jugadores, cuerpo técnico y dirigentes, ganadores en el Maracaná.
 ?? MARCELO CARROLL ?? A celebrar. El capitán Tagliafico levanta la copa y arranca la fiesta roja en Brasil.
MARCELO CARROLL A celebrar. El capitán Tagliafico levanta la copa y arranca la fiesta roja en Brasil.
 ?? MARCELO CARROLL ?? Inolvidabl­e. El pibito Barco jugó un partido colosal. Festejó y lloró. Se va con toda la gloria.
MARCELO CARROLL Inolvidabl­e. El pibito Barco jugó un partido colosal. Festejó y lloró. Se va con toda la gloria.
 ?? MARCELO CARROLL ?? Atajada. Iban 0-0 y Campaña tapó este mano a mano.
MARCELO CARROLL Atajada. Iban 0-0 y Campaña tapó este mano a mano.
 ?? MARCELO CARROLL. ?? El gol del título. Ezequiel Barco pidió el penal y no falló.
MARCELO CARROLL. El gol del título. Ezequiel Barco pidió el penal y no falló.

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