Ñoquis y ravioles: la dieta para adelgazar el gasto político
Ni se compara con lo que van a serrucharle a los jubilados con la reforma previsional que está por ser votada en el Congreso. Pero al menos en la imagen pública el Gobierno busca una compensación, un consuelo escaso pero consuelo al fin, con el ajuste en el gasto político. De paso se avanza en una demanda de los que votaron a Macri, que no será prioritaria pero reclama hacer menos pesado y más eficiente al Estado y suturar el derroche obsceno de la política. Así que tenemos recorte para todos y todas. Como si todos y todas fueran iguales.
Del mismo modo que pasó ya con otras iniciativas apuntadas a sanear la administración, Macri orienta, propone y planifica, pero María Eugenia Vidal sintoniza la misma onda y lo hace primero. Sucederá esto por la diferencia de tamaño de las administraciones y los problemas a abordar, porque hay menos sectores e intereses que se cruzan y entran en juego, o porque el sistema operativo de Vidal encontró la manera de caminar derecho hacia el objetivo. Por lo que fuera, pero sucede.
Esta semana se anunció que el Gobierno está definiendo un plan para recortar el 20% de los cargos políticos. Hay 3.128 puestos jerárquicos en la administración nacional, desde ministros a coordinadores en la Presidencia y los 20 ministerios actuales. El achicamiento podría así alcanzar a más de 600 funcionarios políticos durante 2018.
A cargo de la tarea está el ministro de Modernización, Andrés Ibarra, bajo supervisión directa del vicejefe de Gabinete, Mario Quintana. Aseguran que la cortadora del gasto político pasará por los directorios de Aerolíneas Argentinas, YPF y otras empresas del Estado. Las cuchillas ya empezaron a hacer su trabajo en el Correo Argentino.
En la Provincia, mientras tanto, Vidal mandó a la Legislatura un proyecto de ley de ministerios que fusiona organismos eliminando puestos políticos. Junto a+ eso, remitió un paquete de leyes que suponen un ajuste en el gasto y la derogación de ciertas jubilaciones de privilegio: pretende que quienes fueron gobernadores y legisladores se jubilen con el mismo régimen que los trabajadores estatales.
Un estudio de la Jefatura de Gabinete provincial, que conduce Federico Salvai, indica que la Provincia tiene 990 cargos políticos, de los cuales se eliminarán 221. Es un ajuste del 22%.
Todos los futuros cesanteados -por llamarlo de algún modo- llegaron con la actual administración bonaerense. Muchos de esos nombramientos supusieron el pago político por la adhesión a la coalición de gobierno y el esfuerzo puesto en las campañas. También se recompensó, en el caso de dirigentes opositores, la voluntad de acompañar proyectos del oficialismo en la Legislatura. Nada que no se haya hecho antes. Pero ésta es la gente que se llama Cambiemos. Es tiempo que empiecen a cambiar.
A nivel nacional y provincial -también se replica en la gestión porteña de Rodríguez Larreta- se apunta a reducir estructuras de un Estado engordado artificialmente por ineptitud o conveniencia política. En este caso lo que se suprimen son “ravioles”, esos cuadraditos de capacidad reproductiva interminable que desbordan los organigramas de la administración. Aparecen así nuevas y creativas dependencias, que a veces no se sabe para qué están ni a qué se dedican.
En la Provincia explican que junto con los funcionarios que se van porque su “raviol” desaparece, también se dan de baja asesores, gastos de funcionamiento y facilidades varias. Muchos patalean porque se quedan sin la chapa de director, subsecretario o lo que fuera, que siempre abre puertas y lubrica relaciones.
El propósito oficial apunta también a la eliminación de “ñoquis”. Empleados y contratados fantasma, que figuran en la nómina de funcionarios pero sobre todo de legisladores, a los que no se les conoce trabajo realizado y que aparecen solamente el día de cobro. Ese dinero suele quedar un poco para ellos y bastante para el que hace beneficencia con plata de todos.
Los “ñoquis” son una vieja -y mala- costumbre que ahora está combatiendo la Cámara de Diputados que preside Emilio Monzó. Aplican el simple recurso del control biomé- trico de ingreso: hay que poner el dedito en el sensor y dejar la huella para entrar. El que no no va, no cobra. Que vaya y trabaje ya es otro precio. Pero cuentan en el Congreso que así consiguieron que aparezcan con regularidad diaria unos 400 fantasmas. Habría una cifra similar que todavía sigue extraviada.
Con el plan en ejecución Vidal piensa ahorrar 3.000 millones de pesos por año. Son 600 millones por la eliminación de “ravioles” y 2.500 millones que ya aceptó recortarse por ley la Legislatura provincial, donde también hay montañas de “ñoquis”. “La sociedad ya hizo el esfuerzo” dijo la gobernadora cuando presentó el paquete de leyes.
Prometen volcar esos 3.000 millones a la obra pública. No es poco. Pero la Provincia se acaba de asegurar 40.000 millones extra para 2018 y 65.000 millones de 2019 en adelante, gracias al acuerdo de Macri con los gobernadores, que compensa el Fondo del Conurbano congelado desde hacía más de diez años.
Bajo el impulso de la elección ganada a Cristina Kirchner en octubre y la ayuda de Macri para restituir esos fondos fabulosos, Vidal y Salvai habían logrado la aprobación, hace tres semanas, de un paquete legislativo que incluyó Presupuesto, ley impositiva y pacto fiscal con los municipios.
Como demostración de fuerza, no esperaron que asumieran los nuevos legisladores que pusieron a Cambiemos al borde de las mayorías propias en la Legislatura. Alcanzó con el entusiasmo con que muchas manos de la oposición se levantaron para aprobar esas iniciativas. Milagros de la política, o simple cálculo de costos y beneficios sabiendo quién tiene ahora la sartén por el mango.
Aquel paquete incluyó la reducción de gastos de la Legislatura por 2.500 millones de pesos. Al parecer los legisladores no se resistieron demasiado. Salvai suele comentar que en la primera reunión para pasarle la tijera a sus gastos, los propios diputados y senadores le ofrecieron de entrada una reducción de 600 millones. Al final fueron cuatro veces más.
Con el achicamiento de estructura que viene, la Provincia bajaría 43% los cargos políticos en el Ministerio de Gobierno, 35% en Infraestructura y 34% en la Secretaría General.
Pero a no desesperar. Ya aclaran que ningún empleado de planta será tocado por la disminución de “ravioles”. Muchos asesores y colaboradores podrán reciclarse en otros cargos. Mantendrán sus sueldos, que no son fabulosos, para cumplir funciones que no siempre son necesarias. La gracia principal, dicen las autoridades, está en el ahorro de gastos de funcionamiento, tantas veces duplicados.
Por ley, la Legislatura bonaerense recibía el 1,5% del presupuesto provincial. La reducción votada este año lo lleva al 1,2%. Sigue siendo mucha plata. Y hecha la ley, hecha la triquiñuela, si no la trampa. Reacomodando gastos, funciones, contratos, módulos y otras yerbas que ellos conocen bien, los diputados bonaerenses -dicen fuentes legislativas directaspodrán embolsar unos 400.000 pesos al mes.
A veces, cosas del destino, se llevan más los opositores que los oficialistas, y más los que mandan en los bloques que la tropa; porque cada voto opositor vale mucho y los oficialistas pagan el compromiso con el proyecto. Eso sí: nadie levanta demasiado la queja.
Para ir al súper les alcanza. ■
Vidal pretende que los ex gobernadores y legisladores de la Provincia se jubilen con el mismo régimen de los empleados estatales.
Con control biométrico de asistencia, en la Cámara de Diputados empezaron a concurrir alrededor de 400 ñoquis. Otro tanto no apareció.