Clarín

“El jugador de tenis y la persona son dos ‘bestias’ diferentes”

- Mauricio Codocea mcodocea@clarin.com

En él conviven el doctor Jekyll y el míster Hyde del tenis contemporá­neo. En el circuito, a lo largo de los años, locos hubo muchos; talentosos, también. Pero pocos son los que mezclan ambas caracterís­ticas y exponen tanto ambas “facetas”. Desprejuic­iado, sin rendir cuentas a nadie más que a él mismo, Nicholas Kyrgios asombra tanto como exaspera a los amantes de ese deporte.

Señalado como el -tal vez- más talentoso de los tenistas de la nueva camada, también es el más problemáti­co. Habrá que recordar que apenas pasó las dos décadas de vida si es que eso puede justificar­lo. A un día de enfrentar a Juan Martín Del Potro en una exhibición en el Luna Park el australian­o despierta emociones en un país de amplia tradición tenística que -tal como le sucede a Estados Unidos- fue un poco víctima de la globalizac­ión del deporte y no disfruta un tenista campeón de Grand Slam desde que en 2002 Lleyton Hewitt levantara el trofeo de Wimbledon en las narices de David Nalbandian.

Y se abre Kyrgios ante Clarín con simpatía y templanza, algo que hace pensar que tal vez -sólo tal vezesté finalmente preparado para el despegue.

-No son pocos los jugadores que confesaron que ser un tenista profesiona­l puede ser sumamente frustrante. ¿Compartís eso?

-Mirá, esta es una vida privilegia­da. Nunca voy a dejar de pensar y tener en cuenta lo afortunado que soy por hacer lo que hago. Pero también soy humano y extraño mi casa, mis amigos y mi familia. Como cualquiera, después de bastante tiempo viajando, a veces te bajoneás, pero ser tenista es también una bendición. ¿Si me frustro? Creo que algunas de mis acciones en las canchas lo demuestran, pero soy solamente un ser humano… -¿Y cuál es tu evaluación dentro de la cancha? Se te señala como un potencial top 5, como mínimo. ¿Te ves así?

-Sé que soy capaz de ello y sé que puedo ser el mejor o ganar los torneos más importante­s. Pero también soy un tipo común y corriente que disfruta de la vida y de estar con los afectos. Dicen que estar en la cima a veces te deja solo y ahora mismo prefiero no estarlo. Pero con el tiempo estaré listo y estoy seguro de eso. -¿Qué hay que tener para llegar a esa cima?

-Consistenc­ia semana tras semana, en cada práctica incluso, en cada partido. Y una buena cuota de suerte, seguro.

-Alguna vez te reconocist­e como alguien que tal vez no le dedicaba al tenis todo lo que debía. ¿Es algo que apuntás a cambiar o lo aceptás como viene?

-Le he dado todo a este deporte, mi vi- da entera, y creo que la recompensa ha sido generosa. Seguiré haciéndolo. Tal vez alguien crea que lo que hago no es todo lo que debería; quizá lo es, quizá no. Pero yo seguiré trabajando tan duro como pueda para cubrir mis expectativ­as y no las de los demás. -¿Creés que es injusto que el público, la prensa o quien sea diga qué deberías hacer y qué no? Tu carrera es pública, pero al final se trata de tu propia vida.

-Estoy de acuerdo en un punto: mi vida profesiona­l es pública y la gente tiene derecho a opinar de mí como tenista. Pero hasta ahí debe llegar porque no me conocen como persona y creo que no deberían atacarme o ser negativos con mi persona porque mi vida personal es privada. Sé que he hecho algunas cosas tontas, pero el jugador de tenis y la persona son dos bestias diferentes.

-En alguna de las oportunida­des en las que no te sentiste a gusto con tu juego y con lo que implica el profesiona­lismo, ¿pensaste en no jugar más?

-Parar nunca es una decisión consciente mientras estás en el juego. Soy un competidor y disfruto la competenci­a. Si te referís a retirarme, no; nunca lo pensé. Esta es una carrera corta, de todos modos, y sé que en algún momento terminará. Pero todavía hay mucho de mi historia por escribirse y el final está bastante lejos. -Hace poco escribiste que habías encontrado la motivación en ayudar a quienes lo necesitan. ¿Eso cambiará al Kyrgios tenista?

-Algo que la gente no sabe de mí es que siempre trabajé o dediqué tiempo a diferentes caridades. Tengo mi fundación y siempre fue un objetivo para mí. La gente se olvida de que yo no crecí en una familia tenística tipo, donde mami maneja una Range Rover y papá tiene un Bentley. Mis papás trabajaron muchísimo y lucharon para ayudarme a llegar adonde estoy. No te digo que hayamos sido pobres, pero mi infancia estuvo más cerca de eso que del estereotip­o de familia rica que se dedica al tenis. Yo quiero que los chicos que quieren jugar a un deporte, en cualquier estamento, y sientan que no les pertenece por la situación económica de su familia, tengan un lugar para sentirse felices, cuidados y satisfecho­s. Y usar eso como motor para mi carrera creo que me dará una mayor motivación que jugar sólo para Nick Kyrgios. -¿Hubo alguna situación en particular que te ayudó a encontrar esa motivación?

-En mi vida siempre intenté ayudar y no esperé una palmada en el hombro por eso.Cuando era junior me anotaba en un torneo de dobles con algún amigo que tenía un ranking más bajo. Y hoy lo hago en el circuito profesiona­l, por ejemplo. Lo hago porque quiero y porque estoy en la posición de hacerlo, pero nunca para el reconocimi­ento público. Dar y ayudar creo que es algo que debe quedar para uno. Tal vez me equivoco, pero lo siento así.

-Haber llegado a la final del Masters 1000 de Beijing, ¿puede ser una prueba de que estás listo para grandes victorias?

-Sé que en mis buenos días puedo ser el mejor aunque la mayoría de los muchachos te diría lo mismo. Debo asegurarme de tener mis buenos días más seguido y eso requiere mucho trabajo y dedicación, que es algo en lo que estoy mejorando. ■

 ?? AP ?? Gesto. A los 22 años, Nick Kyrgios es un talento tremendo del circuito pero también uno de los top más inestables desde lo emocional.
AP Gesto. A los 22 años, Nick Kyrgios es un talento tremendo del circuito pero también uno de los top más inestables desde lo emocional.

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