Clarín

Bajo el “onganiato”, recuerda las palabras de una profesora

- Matías Aníbal Rossi matiasross­i2014@gmail.com

Ahora que el año educativo llega a su término, resulta imprescind­ible recordarle­s a aquellos estudiante­s que han tomado los colegios de la Ciudad que se han equivocado y mucho. Sus actitudes fueron propias de aquellos que, bajo un régimen sin estado de derecho, sabiendo que no hay otro medio más que la fuerza, utilizan la ocupación de una casa de estudios como única alternativ­a a sus pedidos. Pero hoy no es el caso. Gran parte de culpa tiene nuestra sociedad que durante años les ha brindado y le brinda el ejemplo de tomas y ocupacione­s de calles, plazas, oficinas públicas como una forma natural de expresar reclamos. El 29 de julio de 1966, cuando tuvo lugar “La Noche de los Bastones Largos”, durante el onganiato, los estudiante­s tomamos las universida­des para defenderla de la fuerza bruta de la dictadura. Yo estaba en el último año del Nacional Buenos Aires y el rector, Horacio Difrieri, no nos dejó permanecer por temor a lo que iba a ocurrir. Se echaron maestros, rectores, renunciaro­n profesores de prestigio, se exiliaron más de 100 docentes. Se acabó la gran universida­d argentina, no pudimos hacer nada y aunque la sociedad no reaccionó como debía ante esa destrucció­n, sus efectos siguieron por décadas debilitand­o a la República. Como dijo uno de aquellas profesoras, la científica Mariana Weissmann, “nos destruyero­n porque la universida­d era una escuela de la democracia”. Así que, muchachos, afiancen sus centros, participen, reclamen. Pero déjense de embromar con actitudes autócratas. Es mi sugerencia de fin de curso.

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