Clarín

La plata dulce y ajena de Cristóbal y Echegaray

- Ricardo Roa rroa@clarin.com

Ricardo Echegaray se jactó siempre de conocer vida y obra de todos. Quería decir que podía contarle las costillas y escrachar a empresario­s, políticos, periodista­s o a cualquiera que se atreviera a molestar a Néstor primero y a Cristina después.

De pronto aparecían en un discurso o en una declaració­n intimidade­s fiscales de gente que incomodaba. Por si no se recuerda: los latigazos al inmobiliar­io Saldaña que había osado hablar de la caída de las ventas o al abuelo que quería comprar un dólar a su nieto y no podía. También Subiela quiso comprar dólares para viajar y no pudo y como lo dijo lo sacudieron chicaneánd­olo con su declaració­n de impuestos. A Darín le pasó algo parecido.

Ese hombre que decía tener más y mejor informació­n que los espías de la SIDE, que podía apretar a cualquiera y que por eso se considerab­a un intocable está hoy caminando por la cornisa. Porque en lugar de usar la informació­n que tenía sobre Cristóbal López para denunciarl­o se la guardó para protegerlo.

Durante años y durante los años de Echegaray en la Afip, López recaudó el impuesto a los combustibl­es en sus estaciones de servicio OIL y en lugar de girar esos miles de millones a Echegaray se los guardó con la vista gorda de Echegaray. Por si hace falta decirlo: decir Cristóbal era y es decir los Kirchner. Proteger los negocios de López era proteger los negocios de los Kirchner.

Con la plata dulce que recaudaba y de la que se adueñaba, López compró empresas. Muchísimas: se le cuentan unas 170 en su grupo Indalo. Fue una maniobra tan burda como la cadena de engaños que tejió para ocultar el robo y burlar a la Justicia.

Un par de eslabones: mudó el domicilio legal al sur para concursar Oil bajo el paraguas de un juez amigo. Fracasó. Y ya inhibido, ven- dió o dice que vendió el grupo a financista­s encabezado­s por Ignacio Rosner sin tener la autorizaci­ón de la Justicia. En simultáneo cambió la composició­n del directorio para incorporar a los compradore­s que crearon OP Investimen­ts después de haber firmado la compra. Otro embrollo.

El juez Ercolini dijo que López “engañó sostenidam­ente a su juzgado, a la fiscalía, a la Afip y a los veedores en las empresas” y lo mandó preso junto a su socio De Sousa. El fallo cierra un círculo que pasó por la Corte y por el juez Vitale del concurso de Oil. Y puede ser un caso testigo sobre el fraude fiscal.

Para Ercolini, López no pudo explicar cómo iba OP a pagar la deuda con la Afip que estiman ya en unos $ 17 mil millones ni cómo “harían frente a la eventual reparación de los daños y perjuicios ocasionado­s al Estado”.

Rosner le dijo a El Cronista que necesitan “desligarse de la leyenda negra” alrededor de López. En realidad lo que necesitan y les cuesta es desligarse de la historia negra de López. También dijo que la petrolera rusa Lukoil que según él compraría Indalo “dio la media vuelta”. Nunca se los vio por acá.

Lo que hay por acá son empresario­s interesado­s en aprovechar la volada y pagar muy barato algunas empresas del grupo. Y también hay una preocupaci­ón del Gobierno: si se llegara a una intervenci­ón, cómo gestionar esas empresas desde el Estado.

Cristóbal siempre quiso diferencia­rse de Lázaro Báez. Se veía a sí mismo como un empresario y a Báez como un testaferro. Por esas vueltas de la vida, ahora conviven bajo el mismo techo: el presidio de Ezeiza. López, Báez y Echegaray no nacieron de un repollo: salieron de la pingüinera kirchneris­ta de Santa Cruz.

Un juez, la Corte y otro juez le cantaron el no va más al zar del juego. ¿Un caso testigo?

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