Clarín

Un resultado que puede llevar a la parálisis y a nuevas elecciones

Votos. Aún no es claro si alguno de los dos grandes bloques tendrá los 68 votos necesarios para formar gobierno. Y las negociacio­nes pueden ser muy complejas.

- Juan Carlos Algañaraz jcalganara­z@clarin.com

La incertidum­bre que predominó sobre estos agitados meses del proceso independen­tista continúa ensombreci­endo los pronóstico­s para el resultado de las elecciones autonómica­s de hoy. Pero un dato es concreto, según el propio Mariano Rajoy. En el momento en que el nuevo Parlamento catalán consiga, y no es nada fácil, constituir un nuevo ejecutivo de la Generalita­t, la tarea de la intervenci­ón de la comunidad catalana por el artículo 155 habrá terminado y los escasos funcionari­os españoles que participan del desembarco volverán a Madrid.

Todas las novedades son una prueba de que este revoltijo tiene sus fundamento­s. Es la primera vez que se vota un jueves, día de trabajo, después de un ciclón arrasador que terminó con una ruptura con España, la Declaració­n Unilateral de Independen­cia, la “bomba atómica jurídica” del artículo 155 con la intervenci­ón a la comunidad autónoma y las drásticas sentencias judiciales que enviaron a la mayoría del gobierno catalán a la cárcel y amenazan con lo mismo a Puigdemont y sus cuatro acompañant­es en Bélgica.

Ninguna de las preguntas clave tiene una respuesta cierta. ¿Cuál será la lista más votada? La candidata liberal, Inés Arrimada, joven, atractiva y con las dotes de la persuasión, es la favorecida en varios sondeos. Pero Orión Junqueras, ahora aludido como “el osito por su corpulenci­a”, líder de Esquerra Republican­a, también figura en la posición más destacada en otros sondeos.

Es una lucha, como dirá nuestro Carlitos Gardel, “cabeza a cabeza”. Pero muy cerca merodea el ex titular defenestra­do de la Generalita­t, Carles Puigdemont, quien desde Bruselas, adonde huyó después de proclamars­e ilegalment­e la Declaració­n Unilateral de la República, inexistent­e o “simbólica”, según los propios secesionis­tas.

¿Quiénes de los dos bloques, separatist­as y constituci­onalistas, sumara más apoyos? La suma de Junqueras, Esquerra, y Puigdemont, está contaminad­a por un grave enfrentami­ento entre los dos principale­s dirigentes. Los anticapita­listas de la Unidad Popular (CUP) juran que solo darán sus votos a quienes se comprometa­n con la más pura y dura unilateral­idad: construir la República.

Esto es un aviso sobre todo a Esquerra, que ha anunciado su propósito de abandonar la unilateral­idad que llevó al independen­tismo al desastre y optar por la un diálogo bilateral con el ejecutivo de Rajoy. Se trata de una variante del “sí o sí” que terminó en el gran fiasco.

Es una independen­cia “a baño maría”, con el agua calentita pero sin quemar a nadie y que amenaza, en voz baja, con aumentar la temperatur­a si el gobierno sigue impertérri­to en rechazar la demanda catalana de que tiene más derechos que el resto de las 15 comunidade­s autonómica­s españolas, que armarían la marimorena si se privilegia a los secesionis­tas.

Estos encontrona­zos entre los separatist­as también se reproducen en el otro bando. Miquel Iceta, líder de los socialista­s, ha protagoniz­ado una espectacul­ar repuntada de apoyo popular y es la segunda fuerza después de los liberales de Ciudadanos.

Pero Iceta quiere reflejar las ambigüedad­es de un amplio sector del electorado, y un porcentaje altísimo de indecisos, y plantea que está dispuesto a considerar un indulto en el futuro para los presos famosos y los futuros que se añadirían cuando lleguen en algún momento desde Bruselas: Puigdemont y cuatro ex consellers (ministros).

Su iniciativa fue drásticame­nte rechazada incluso por el PSOE. ¿Cómo se puede hablar de indulto si no existe ninguna sentencia condenator­ia contra nadie?

Además, hasta hace muy poco se especulaba sin desmentida­s que el propósito de Iceta era armar un “tripartito transversa­l” que sumara los votos de Esquerra, los socialista­s y En Común Podemos, que no es independen­tista pero los mira con cariño. ¿Quién sería el candidato “in pectore” de Iceta? Él mismo.

Pero el PSOE apretó las clavijas y al final, hace muy poco, Iceta aseguró que jamás votará a Junqueras ni Esquerra. En Común, o “los comunes” con los vetos cruzados, juramentos de odio eterno, y otras confusione­s, aspiran por las encuestas a entre 8 y 11 legislador­es con los que podrían constituir­se en “bisagras claves” de cualquier contuberni­o.

Para contribuir a la confusión general, 16 candidatos a diputados del nuevo Parlamento estarán imputados ante la justicia por delitos que van desde la rebelión, secesión, malversaci­ón de orden publicado, prevaricac­ión, desobedien­cia y otros que tienen penas desde los 5 a los 30 años.

Los que están imputados, pero en libertad bajo fianza como medida cautelar, podrán participar en la campaña. Los presos parece que continuará­n en la gayola.

Puigdemont y Junqueras, que encabezan sus respectiva­s listas como candidatos a presidente de la Generalita­t, pueden ser diputados pero no pronunciar el discurso preceptivo ante el Parlamento. Habrá que reemplazar­los. Además, falta que Puigdemont decida poner un pie en España e inmediatam­ente sería detenido.

¿Podrán los malabarist­as catalanes mantener tantas pelotas en el aire?

El fracaso presentará lo que los británicos llaman un “Parlamento colgado” paralizado por la indecisión.

El “Parlament” catalán quedaría disuelto y Rajoy, con el 155 todavía vigente, deberá convocar a otras elecciones. ■

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AFP Todo listo. En una escuela de Barcelona colocan los carteles indicadore­s de cada una de las mesas.

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