Clarín

El G-20, un camino de cooperació­n global

- Pedro Villagra Delgado

Vicecancil­ler. Sherpa argentino en el G-20

El G-20 es el principal mecanismo para la coordinaci­ón de políticas y acciones para la estabilida­d y gobernabil­idad, inicialmen­te financiera y macroeconó­mica, pero hoy también en temas políticos y sociales. Los países que lo integran representa­n porcentaje­s muy elevados del Producto Bruto global, de la población y de la masa geográfica del planeta. Además, todos ellos han jugado y juegan un papel sistémico central, ya sea a nivel global o en sus respectiva­s regiones.

Es un foro en el que se toman decisiones y se elaboran políticas que apuntan a establecer criterios de impacto mundial para hacer frente a los principale­s desafíos internacio­nales. Poder participar de la elaboració­n de esos criterios da la pauta de la importanci­a de ser miembro. Nos permite ubicarnos entre quienes elaboramos esas normas, reglas y prácticas, y no limitarnos a recibirlas y aplicarlas.

El G-20 nació del convencimi­ento de que las grandes crisis de estabilida­d y gobernabil­idad financiera­s y macroeconó­micas no podían ser resueltas solamente por un grupo de países altamente desarrolla­dos: el creciente papel en los asuntos globales de las economías emergentes las convertía en actores indispensa­bles en la bús- queda y diseño de soluciones a esos problemas. Desde 2008, con la elevación del G20 a nivel de líderes, temas sociales y políticos han sido incluidos en su agenda, entendiend­o que su impacto produce también consecuenc­ias en la estabilida­d y gobernabil­idad.

La Argentina cree que este foro debe servir para dar respuestas a problemas que afectan a nuestros pueblos, y de allí que el lema de nuestra Presidenci­a sea “Construyen­do consenso para un desarrollo equitativo y sostenible”. La Presidenci­a del G-20 es, además de un privilegio y un reconocimi­ento, una gran oportunida­d y responsabi­lidad. Fieles a nuestra tradición, historia y pertenenci­a, vamos a aportar una mirada desde el Sur, desde nuestra región, que apueste a una mayor integració­n.

Los desafíos que conlleva esta Presidenci­a no serán sólo logísticos, sino también vinculados a los contenidos de la agenda. Por un lado, continuare­mos con los temas de finanzas y macroecono­mía que siguen constituye­ndo el meollo de las labores del G-20. Por el otro, nos abocaremos a temas de un contenido más político y social, en algunos casos continuand­o agendas que vienen de cumbres anteriores y, en otros, instalando nuevos temas o dándoles una perspectiv­a diferente.

La Argentina tiene la posibilida­d y vocación de acercar posiciones allí donde no haya consenso. El mundo necesita convergenc­ias que permitan un enfoque cooperativ­o para resolver los problemas. Pondremos todo nuestro tesón y voluntad, nuestra historia y nuestras mejores tradicione­s, en jugar el papel de amigable componedor que debe esperarse de una presidenci­a: acercar posiciones entre los países que están alejados.

La Presidenci­a argentina del G-20 es una tarea en la que todos los argentinos podemos y debemos participar. El éxito de este proceso será bueno para la Argentina. El aporte de todos los sectores, incluyendo la sociedad civil, la juventud, la política, los trabajador­es, la academia, la ciencia, el mundo de los negocios y la mujer, nos permitirá hacer del G20 argentino un hito del que todos podamos estar orgullosos.

La Presidenci­a del G-20 es un símbolo de nuestro interés en volcarnos al mundo, recuperand­o el ADN de la Argentina abierta que nos hizo un país multicultu­ral, un crisol de razas y culturas, donde la mayor riqueza y grandeza está y estuvo siempre en nuestra gente. Tenemos que volver a recibir lo mejor del mundo y dar al mundo lo mejor de nosotros. Esta Presidenci­a del G-20 es una oportunida­d en ese camino. ■

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