Clarín

“Acepté presentarm­e porque intuía que mi nombre podría unir a la coalición”

Ricardo Lagos sonaba como posible abanderado de la centroizqu­ierda para la presidenci­a. Pero no hubo acuerdo en la alianza.

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El nombre de Ricardo Lagos ha estado siempre presente en la política chilena en los últimos 30 años. Desde que terminó su mandato como presidente en marzo de 2006 con una popularida­d cercana al 70%, este abogado, economista y cientista político se ha mantenido activo desde el ámbito académico y también partidario. Meses atrás, figuraba entre los posibles candidatos a la presidenci­a para continuar el legado de la socialista Michelle Bachelet.

Aupado por el Partido por la Democracia y por el grupo “socialista­s por Chile”, Lagos anunció a fines de 2016 que estaba preparado para volver a competir por la presidenci­a. Pero en abril de este año anunció su decisión de renunciar a su aspiración de volver al palacio de La Moneda, ante las divisiones dentro del espacio de centroizqu­ierda. Finalmente, el senador Alejandro Guillier fue coronado como el abanderado de la coalición oficialist­a Nueva Mayoría, que el domingo pasado perdió las elecciones frente al empresario de centrodere­cha Sebastián Piñera.

Nacido el 2 de marzo de 1938 en Santiago, Lagos tiene una larga trayectori­a académica en su país y en el exterior. En la década de 1980 fue un líder de la campaña del NO, que buscaba terminar con la dictadura de Augusto Pinochet. Y desde el regreso de la democracia, ocupó una cantidad de puestos políticos. En 1990 fue nombrado ministro de Educación por el entonces presidente Patricio Aylwin. Entre 1994 y 1998 fue ministro de Obras Públicas en el gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle y, en el 2000, llegó a la presidenci­a de la mano de la Concertaci­ón de Partidos por la Democracia, la coalición de centroizqu­ierda que ahora se llama Nueva Mayoría.

Ahora es un reconocido académico dentro y fuera de su país y, a punto de cumplir 80 años, sigue promoviend­o políticas de desarrollo y participac­ión ciudadana. Desde hace varios meses, el ex presidente ha señalado en una cantidad de entrevista­s y artículos -muchos de ellos publicados en Clarín- la creciente distancia entre las demandas de la sociedad y las respuestas de la clase política.

“La fractura social está emergiendo con demasiada fuerza. La desigualda­d y la exclusión son madres del escepticis­mo y la apatía social”, escribió en octubre pasado. En la entrevista con este diario en Santiago, un día después de la segunda vuelta de las elecciones, repite esta idea. Y remarca que el descrédito de los políticos se debe a una serie de demandas crecientes de la población que no están siendo escuchadas.

Lagos apuesta a que surjan institucio­nes políticas capaces de dar cuenta de estas nuevas prioridade­s de la ciudadanía, que surgen en un mundo globalizad­o en el que en gran medida ya han sido resueltos los problemas más acuciantes de pobreza.

En otro texto, pocas semanas atrás, el ex mandatario afirmaba que había que buscar políticas de Estado para “superar la fractura creciente entre gobernante­s y gobernados”. De esta manera, decía, “la globalizac­ión adquiere un rostro humano, pues nadie quedará excluido de sus beneficios. Se trata, entonces, de poner al ser humano en el centro de nuestras preocupaci­ones”.

-¿Se siente frustrado por no haber sido usted el candidato a la presidenci­a?, le preguntó Clarín esta semana.

-Yo había aceptado presentarm­e con un sentido de deber al país. Intuía que mi nombre podría unir a la coalición.

-Y ahora, ¿cómo se puede unir a la coalición? -Eso es tarea de los que ahora están a cargo. ■

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AFP Juntos. Ricardo Lagos y su entonces ministra de Defensa Michelle Bachelet, en 2002.

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