Clarín

Molinari no se rinde y siempre le apuntará a un poco más

A los 33 años el rosarino se ilusiona con ganar una medalla panamerica­na y ser finalista de un Mundial.

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“Perdón por llegar tarde, pero esto de ser padre a veces te tiene a las corridas, je”. La vida de Federico Molinari cambió en varios sentidos desde el mayor logro de su carrera, cuando se convirtió en el primer argentino en llegar a una final olímpica de gimnasia en Londres 2012. Sin embargo, su instinto ganador y su hambre de gloria permanecen completame­nte intactos. Es que con 33 años el rosarino se consagró por primera vez en una misma temporada campeón sudamerica­no y panamerica­no y sigue siendo la máxima referencia de su deporte en Argentina. Molinari conversó con Clarín para hacer el balance de un año que, a pesar del éxito obtenido, lo obligó a sobreponer­se a diversas dificultad­es.

La mayor fue cuando debió atravesar dos meses de gran tristeza y de una extrema vorágine por el fallecimie­nto de su entrenador, el ruso Vladimir Makarian, previo a disputar el Mundial de Montreal. “Lamentable­mente Vladimir se enfermó a principios de este año. En febrero tuvo una lesión y una costilla le lastimó el diafragma, lo cual le produjo un sangrado interno y por más que lo operaron nunca pudieron curarle del todo esa infección”, relató. “Cuando él estaba internado yo me entrenaba, me iba de mi casa al gimnasio y al hospital. También había nacido mi hijo Ciro hacía muy poco y entonces la verdad es que gran parte del entrenamie­nto no lo pude hacer bien”.

Lógicament­e para todo deporte el entrenamie­nto es una de las claves del triunfo, y más aún en el ámbito del alto rendimient­o. Y como todo atleta de elite él tiene una opinión formada acerca de una manera de entrenar que, a largo plazo, parece resultar contraprod­ucente. “Por un lado la práctica intensa es muy exigente. Tengo diversas lesiones en articulaci­ones de los codos y hombros. Para esa parte de mi cuerpo no es salubre y después de los 27 años empezás a dañar el cuerpo. Pero los beneficios no tienen comparació­n. Por ejemplo, poder estar en un país extranjero representa­ndo a Argentina. Lo mío es como cualquier trabajo: tiene su parte buena y su parte mala. En mi deporte es que cuando sea viejo me van a doler los hombros y no voy a poder rascarme la cabeza”, aseguró con una risa sonora.

Además de su costado deportivo, Molinari se desarrolló en la docencia. Tiene su propia academia de gimnasia en Don Torcuato. Llevar el negocio adelante mientras busca su mejor forma física no es sencillo, pero el atleta formado en San Jorge lo relató con otra sonrisa en su rostro y con una gran felicidad: “Lo de la escuela se dio en forma increíble. Comenzamos el año pasado y se anotaron más de 250 alumnos; y eso nos abrió las puertas de una cadena de gimnasios. Ahora vamos a abrir escuelas en diferentes lugares para tener mas gente”.

Entre tantos alumnos quien más se destaca es Julián Jato, un chico que compite junto a Molinari, en quien él mismo ve un gran potencial y considera una apuesta para el futuro. “Hasta el año pasado tenía un nivel bárbaro; en cuestiones técnicas nunca vi un gimnasta así en Argentina. Pero le descubrier­on celiaquía, tuvo que cambiar su alimentaci­ón y ahora tiene que ganar fuerza para dominar su nuevo peso. Mi objetivo es que llegue a Tokio 2020”, afirmó.

La familia que constituyó junto a su mujer Paula y que se agrandó con sus hijos Valentino y Ciro representa para él uno de sus grandes pilares tras lo arduo de sus días como gimnasta. “En 2015, cuando nació Valentino, todo me cambio un montón. Aunque creo que ahora estoy más adaptado. Es complicado porque no siempre dormís bien pero cuando la familia te espera con su alegría es la mejor sensación del mundo”, expresó. -¿Qué recuerdo tenés de Londres? -Fue un orgullo poder ser el primer argentino finalista en un Juego Olímpico. Ojalá muchos más puedan llegar e incluso puedan ganar una medalla para nuestro país.

Entonces es inevitable que surja el interrogan­te de cara a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Pero Molinari disipó rápidament­e las dudas y aseguró que la máxima cita del deporte no figura en sus planes. “No creo que vaya porque de las seis disciplina­s estoy practicand­o nada más que tres. Sería muy complicado para mí”, avisó. “Aunque me quedan dos objetivos: ganar una medalla en un Juego Panamerica­no y alcanzar la final de un Mundial. Creo que si lo llego a conseguir me voy a poder ir a descansar tranquilo”. ■

Juan Cruz Fagán

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SILVANA BOEMO En el aire. Federico Molinari atravesó un 2017 sumamente exitoso en lo deportivo pero muy duro en lo personal por el fallecimie­nto de su entrenador, el ruso Makarian.
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EFE Londres 2012. Fue el primer gimnasta argentino finalista olímpico.

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