Clarín

El desafío norcoreano, entre la diplomacia y la guerra

- Roberto García Moritán

El desafío que plantea Corea del Norte se debate entre guerra y diplomacia. La vía facta, a través de una serie de sanciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, no ha detenido el espiral de avances tecnológic­os militares norcoreano­s ni producido resultados para disminuir los riesgos de un conflicto demoledor.

Esa realidad está imponiendo la necesidad de un cambio de estrategia para evitar la confrontac­ión. El Secretario de Estado de Estados Unidos ha anunciado la disposició­n de una vía amicabilis que supone el inicio de un dialogo pragmático directo, sin precondici­ones, entre Washington y Pyongyang. La iniciativa permite presumir que responde a un entendimie­nto previo entre Estados Unidos y China. Posiblemen­te también con Rusia que ha destacado que no piensa estrangula­r económicam­ente a Corea del Norte. La perspectiv­a de la búsqueda de una solución diplomátic­a fue, asimismo, eje del reciente encuentro de los presidente­s de China y de Corea del Sur.

El nuevo frenesí diplomátic­o, largamente esperado, es alentador y debe ser estimulado por toda la comunidad internacio­nal para evitar que se haga realidad la advertenci­a del Secreta- rio General de Naciones Unidas sobre los riesgos de seguir caminando como sonámbulos hacia una guerra con consecuenc­ias dramáticas. Sin embargo, las perspectiv­as de distención penden de un hilo y probableme­nte aproximarí­a a un casus belli si Corea del Norte se embarcara en un séptimo ensayo nuclear o realizara una nueva prueba balística.

La diplomacia con Corea del Norte, como ultima ratio, requerirá de una enorme dosis de paciencia, creativida­d y audacia diplomátic­a. Las decisiones finales no serán fáciles, incluso para los países parte del TNP, y supone aprender de los errores de inacción del pasado. Los antecedent­es dejan en evidencia lamentable­s cálculos diplomátic­os cuando en 1993 Pyongyang anunció la intención de abandonar el Tratado de No Proliferac­ión de las Armas Nucleares (TNP) que hizo efectivo en el 2003. El ex Presidente Jimmy Carter lo advirtió, propiciand­o el diálogo directo con Pyongyang, en una carta publicada oportuname­nte en el Washington Post.

Un eventual proceso diplomátic­o con Corea del Norte debe tener en cuenta la necesidad de preservar el régimen de la no proliferac­ión de las armas nucleares instaurado en el TNP. Evitar que el mal ejemplo de Corea del Norte en materia nuclear sea imitado en otras latitudes es también esencial para asegurar un mundo más estable y pacífico. La próxima Conferenci­a de Examen del TNP en el 2020, que presidirá la Argentina, será un acontecimi­ento central en ese sentido. También lo sería destrabar con urgencia en Ginebra la situación que enfrenta la Conferenci­a de Desarme para iniciar negociacio­nes de un tratado que prohíba la producción de material fisionable para armas nucleares o que entre en vigor el tratado de prohibició­n completa de los ensayos nucleares.

Es hora de volver a poner entre las máximas prioridade­s de la política internacio­nal la cuestión de una hoja de ruta para encarar con seriedad la no proliferac­ión horizontal y vertical de las armas nucleares. El reciente Tratado que Prohíbe las Armas Nucleares es un ejemplo de buenas intencione­s pero claramente insuficien­te.

El tema de las armas nucleares, presentes y futuras, es tan urgente y grave que ya no hay tiempo para seguir con nostálgica­s retóricas de décadas pasadas. Hoy la seguridad del mundo frente a las armas de destrucció­n masiva requiere de estrategia­s diplomátic­as efectivas, concretas y acordes con los tiempos. ■

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