Clarín

LA “MONSTRUA” QUE FASCINA

El personaje nació tras la muerte de Caloi, marido de la autora. “Ella me enseñó a mirar a la cara al sufrimient­o”, dice.

- Verónica Abdala vabdala@clarin.com

María Verónica Ramírez, viuda de Caloi, creó a Monstriña, y sus peripecias saltan de la contratapa de Clarín a formato de libro.

Un ángel. Un demonio. Un monstruo o un bebé de pelo crespo, que enfrenta unas sombras temibles. Puede tener alas o cola de pez, fundirse en sombras enormes o emerger con la claridad de la luz: Monstriña no es siempre la misma, se transforma de un dibujo a otro. Puede usar chupete y tener tres años o ser una nena más grande, que observa el mundo con templanza, lee o pinta. Aunque hay cosas que no cambian: ella vive en función de cómo siente y se anima a jugar con sus miedos, los descubre y enfrenta a sus monstruos. Así, crece. En silencio, porque no habla y, ante todo, prefiere hacer. Si ve una sombra intimidant­e, la ilumina con su linterna y desbarata sus planes maléficos. Si ve un jubilado en dificultad­es, le extiende su chanchito con monedas. Y parece habitar ese espacio imaginario en que la vigilia se confunde con los sueños y la libertad se ejerce con acciones. Monstriña respira el aire fresco de la infancia.

María Verónica Ramírez -artista plástica, realizador­a de cine y televisión y gestora cultural- le dio vida a su personaje en 2013, sin imaginar lo que vendría. Hasta entonces, nunca había tenido “el berretín” de tener su propio personaje, como sí había tenido su compañero durante 25 años Caloi, creador del mítico Clemente. Ahora su vida profesiona­l gira en buena parte en torno de Monstriña. Y además ya tiene nuevo libro.

“Ella hizo su aparición un poco mágica, como esas cosas buenas que llegan sin razón y mejoran repentinam­ente nuestras vidas”, cuenta Ramírez, que en 1990 creó junto a su pareja el ciclo televisivo Caloi en su Tinta, consagrado durante dos décadas a la difusión del cine de animación de todo el mundo y en 2012 estrenó el largometra­je Ánima Buenos Aires, que reunió a artistas argentinos -como Caloi, Carlos Nine y Pablo Faivre- y resultó ganador de cinco premios internacio­nales. Como artista plástica, participó en muestras colectivas e individual­es y en 2016 recibió el Prix de la Liberté Zind Kala Wasté, otorgado por Art Presse Médias, de París.

La entrevista transcurre, mate mediante, en el estudio que ocupa en su casa de Parque Lezama: hay estantes repletos de recuerdos de su vida compartida con Caloi: miniaturas de papel, madera, cerámica; los caracoles, que tanto le gustan. Una calesi- ta metálica que da vuelta a cuerda y compraron juntos en un viaje a Europa. Fotos, recortes. Y hasta un muñequito de tela con la cara de “el negro”, como sigue llamándolo ella, cada vez que se refiere a él.

-¿De dónde viene Monstriña?

-Yo creo que todo personaje es una especie de síntesis que uno hace, vivió y aprendió. Monstriña apareció un día paradita frente a una sombra enorme que intentaba asustarla, sacó su linterna y le apuntó al corazón. Fue una aparición un poco misteriosa y yo no pude más que observarla y dibujar. A partir de entonces se fue instalando en telas, cuadernos y papeles, con la autoridad de quien siempre estuvo allí y habita un lugar que le pertenece desde siempre. Yo no sé quién es ni de dónde viene, pero sé que a mí me devolvió la posibilida­d de liberar colores, ideas y manchas con el placer y la impunidad de la infancia. Tampoco quiero definirla sino que siga haciendo y enseñándom­e lo que tiene para dar.

Ramírez ideó a su personaje en 2013, para el Festival Internacio­nal de Animación MONSTRA de Lisboa, cuando su director, Fernando Galrito, le pidió que dibujara una “monstra”. Desde entonces, la niñita de vestido rojo no ha dejado de ganar espacios y fans: en 2014 fue la imagen oficial del festival portugués de animación. En 2015 tuvo su propia muestra en La Usina del Arte de Buenos Aires -donde convocó a cerca de 40 mil personas-. Y hubo una exposición dedicada a ella en el CCK desde octubre 2016 hasta noviembre de este año. Desde entonces llega cada domingo a los lectores desde la contratapa de Clarín.

Premiada en Paraguay, España y Francia, China- y declarada Patrimonio Cultural en Puerto Rico-, Monstriña volverá a Lisboa en 2018, para abrir el festival donde nació, nada menos que junto a Mafalda, el célebre personaje de Quino (a quien Ramírez considera casi un padre). -Sos artista, gestora cultural, productora de cine y televisión. ¿El dibujo es tu lenguaje natural?

-Siempre lo fue. Crecí dibujando. Tuve una infancia feliz, aunque con una madre enferma y una realidad compleja, porque mi papá murió cuando yo era bebé y mi hermano tuvo además muchos problemas y terminó suicidándo­se. Desde muy chica tuve la necesidad de transitar los procesos que vivía y para eso me tuve que meter con la locura, con el silencio que a veces no se podía traspasar… -Monstriña también enfrenta sus miedos, pero desde la curiosidad… -Ella siempre está rodeada de sus sombras. No las enfrenta con inquietud ni violencia, hay algo apacible en sus modos. Ella piensa poco, pero siente e imagina. A veces el monstruo está afuera y a veces ella es un poco monstrua. Y cambia en función de lo que le toca vivir.

-¿Y vence el miedo, finalmente? -No, convive con él. Son miedos de su propia producción. Teme a todo lo que lleva dentro. Y nos enseña que nuestras partes, por oscuras o fuleras que sean, no nos pueden asustar; en todo caso podemos mirarlas de frente, reconocern­os en ellas.

-¿La muerte de Caloi tuvo que ver con el nacimiento de tu personaje? -Sin duda. Asistir al sufrimient­o del otro es lo más doloroso que alguna vez viví. Y creo que Monstriña nació cuando él se fue, y también me mostró que al sufrimient­o uno puede mirarlo a la cara, como hace ella frente a la oscuridad más monstruosa. Eso es lo que nos permite crecer, transitar el dolor, no escaparle. Creo que nació perfectame­nte formada, como me dijo una vez Oscar Grillo, también ilustrador.. -Ella no tiene discurso: actúa.

-No, ella ejerce. No juzga a los demás, no racionaliz­a ni juzga. Si ve a un viejo hambriento le da sus ahorros. La miseria y la pobreza son nuestra sombra y nuestra propia producción. Ella siempre intentará hacer algo. -¿Sensibilid­ad ante todo?

- Monstriña ejerce desde esa sensibilid­ad que a veces extrañamos. Estamos tapados de palabras. Los niños tienen esa simpleza y esa honestidad, de la que los adultos nos alejamos. Kandinsky decía que el alma necesita belleza y que sólo el arte puede darle ese pan, como el alma necesita comerla. Y yo que ya he perdido casi todo, hoy me siento liberada para vivir sin miedo. Pero no porque sea valiente, sino porque decido hacer sólo lo que siento. Quizás eso me acerque a los niños y ese sea el origen de Monstriña. ■

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JUANO TESONE Conocerla. Ramírez dice que no quiere definir a su personaje sino mirarla actuar.
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María Verónica Ramírez
Ed. Planeta $ 369
Monstriña María Verónica Ramírez Ed. Planeta $ 369
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Sombras, nada más. Monstriña y terrores con los que jugar.

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